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Reed reía ante la molesta mirada de Víctor.

Todo estaba cayendo por su propio peso.

—¿Es lo único que harás? —Preguntó el Alfa, tocando su frente y dándose pequeños masajes.

—Es lo único que puedo y quiero hacer.

Richards miró atentamente al científico. Negó suavemente; Víctor jamás iba a cambiar.

—Te lo dije, ¿no es así? —El hombre se levantó del lugar, dispuesto a dar media vuelta—. El destino no es algo con lo que puedas jugar.

—¿Destino? —El Alfa golpeó el escritorio— ¡Eso no existe!

Reed sonrió con tristeza.

Víctor jamás, jamás cambiaría.

•••

—¡Eres un idiota! —Bucky alzó el puño, pero después negó irritado. Últimamente pareciera que Steve y él habían cambiado de papel. Él era el de las estupideces, Rogers el de la estrategia.

—Voy a robarme a mi Omega. —El rubio se veía determinado.

—¿Así? Por sino te has dado cuenta, Víctor sabe de tus intenciones. —James suspiró exasperado—. Hará todo para evitarlo, gracias a que tú, grandísimo granuja, lo alertaste.

Steve sonrió de esa manera que Barnes sabía haría una locura.

—Ahora debe de estar molesto. —El soldado parecía divertido—. Realmente no me preocupa la seguridad que pueda poner.

Bucky no entendía nada.

—¿Qué estás planeando?

—Necesito que tú y Nat me ayuden.

—Bien, ya me estás incluyendo a la diversión, me agrada. —El Omega de largos cabellos correspondió la sonrisa de su hermano.

Steve miró hacía la gran luna que se asomaba por la ventana.

Tenía una boda que impedir.

•••

Tony había estado preocupado en esos últimos días. Tal como Víctor le había dicho, él sólo tuvo que probarse los modelos que ya había escogido. Al final, las modistas tuvieron que decidir por él. Ninguno le gustaba, todos eran del gusto del Alfa.

Para el día de la boda, se vio usando un traje color crema, de tres piezas, con un simple adorno en la parte izquierda del saco.

Un traje bastante simple, para alguien tan hermoso como él.

—¿Estás listo? —Rhodey lo miro con seriedad—, o mejor dicho, ¿estás seguro?

El Omega negó. No estaba nada seguro, pero tenía la pequeña esperanza de que Steve cumpliera su promesa.

—¿Hay guardias afuera? —Preguntó el genio.

—En todos lados. —El moreno gruño—. Ese tipo puso guardias hasta en los invitados.

Tony sentía que se ahogaba cada vez más.

Tenía miedo.

—¿Y Pepper? —James negó ante la mirada insistente del Omega.

Definitivamente todo estaba mal.

Suspiró perdiendo más las esperanzas. Se casaría con Víctor.

—¿Triste en tu propia boda? —Doom entró sin previo aviso.

Rhodes gruñó molesto de ver al Alfa. Ese maldito se estaba saliendo con la suya.

—¿Me permites? —Rupert miró a su amigo, éste asintió.

Con recelo, salió de la habitación para dejar solos al genio y al científico.

—Parece que tu príncipe azul no está para rescatarte. —El Alfa se burló mientras lo observaba detenidamente.

—No necesito que aparezca Steve para cancelar la boda. —Stark sonrió burdo, mostrando una seguridad que no tenía.

Víctor se mostró serio, para después caminar hacia él y tomarlo de las solapas.

—Yo lo pensaría muy bien, Tony. —El Alfa acarició su mejilla—. Si tú cancelas la boda, me encargaré de quitarte todo, el mando de la industria, tu tecnología, y no sólo eso, arruinare la vida tus amigos. Recuerda que los accionista están de mi lado, ellos me apoyaran para quitarte el poder que tantos años te costó.

Stark apretó la mandíbula.

—Pon una hermosa sonrisa en tu rostro, cariño. Hoy es nuestra boda. —Doom lo soltó, aliso su traje y después alzó el índice, como si hubiera olvidado algo—. Más te vale cooperar conmigo está noche. Porque si quieres que tu industria y tecnología vuelvan a ti, no sólo bastará con casarte, tienes que tener la marca de un Alfa y estar en cinta.

Tony sintió que sus piernas le fallaban.

Con una sonrisa triunfante, Víctor salió del lugar, no sin antes recordarle que lo vería en la iglesia.

Anthony sentía que el aire no llegaba a sus pulmones.

•••

Con la mirada ida, Tony fue acompañado por su mejor amigo a la limosina que Víctor había contratado para llevarlo a la iglesia.

—Tones. —El moreno trató de calmarlo—. Todo estará bien.

Stark no lo creyó.

Por inercia subió a la limosina. Sentía que el espacio ahí era demasiado pequeño, que cada vez se iba cerrando hacía él, sentía que se ahogaba.

La limosina había comenzado su andar.

Decidió abrir la ventana y tomar un poco de aire. La corbata parecía aferrarse a su cuello.

Miró por las concurridas calles, tratando de despejar su mente y pensar con claridad sus siguientes movimientos.

No fue hasta después de 8 cuadras que se dio cuenta que ese no era el camino a la iglesia.

Trató de no entrar en pánico.

—¿Disculpe? —Tony se acercó al lugar donde creía estaba el conductor— ¿Está seguro que está es la dirección correcta?

La ventana negra que impedía ver al conductor bajó lentamente.

Anthony sintió que su mundo volvía a caminar en cuanto vio la sonrisa del guapo rubio.

—Estoy completamente seguro.

Steve le guiñó por el retrovisor, causando la risa del castaño y un monumental alivio.

AcianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora