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Llegué al auto de Niall, ellos fruncieron el ceño al verme sola que no tardaron en preguntar.
— No pregunten.— Me giré para ver si Harry venía, pero al parecer lo habían reconocido, rodeé los ojos.— Genial.
— Yo voy.— dice Niall cerrando de nuevo la puerta.
— No, yo voy, no tardarán en correr la noticia. Tú quédate aquí, en el auto. Terminaremos saliendo hasta mañana de éste lugar.— Troté a donde se encontraba Harry, había alrededor de 15 chicas con él. Harry es demasiado amable y bueno que jamás podía decirles que no, por lo que se estaba tomando fotos con ellas.
— Tomémonos una foto grupal, porque me tengo que ir con... mi chica.— Me señaló y como si hubiesen sido poseídas por el exorcista, voltearon a verme de la misma manera.— ¿La tomas, Emma?
Asentí. Las chicas me fueron dándo sus celulares, y saqué la foto de cada uno, Harry se despidió de las chicas, tomó mi mano y corrimos de esa forma al auto. Antes de entrar ya había unas cuantas cámaras cerca de ahí.
¿Cómo llegan tan rápido?
— Sube, sube Harold.— Lo empujé. Niall ya tenía encendido el auto.
— ¿Por qué les dijiste que era tu chica?— Alejé mi mano de su tacto y golpeé su hombro.
— Auch Emma.– Reprochó y yo lo miro mal.– Porque quise.— responde mi pregunta mientras se encoge de hombros.
— ¿Si sabes que eso no tardará en salir en twitter no?— golpeé su hombro sin fuerza. De nuevo
— Tranquila, solo será un rumor mientras yo no confirme nada en la prensa o nos vean juntos.— Lo miré incrédula.— Oh, ya nos vieron juntos.
— Idiota.
— ¿Temes que tu amiguito Roger ya no te llame o se interese en ti?— Hizo un puchero, estaba jugando, lo sabía; pero estaba siendo muy molesto.
— Bien ya, parecen una pareja de esposos.— Nos calla Niall.— Prendamos la radio para aligerar el ambiente.
— No, quiero que Emma me cuente como es que terminó en esa cafetería con Roger Montgomery.— Zoe se giró en el asiento.
— Yo iba distraída, terminamos chocando, le tiré su celular en el impacto, me preguntó que en que edificio iba, le dije, luego me dijo que si le aceptaba un cafe en forma de disculpa aunque la que tenía que disculparse era yo, pero acepté y ya.— Me encogí de hombros.
— ¿Y de qué hablaron?
— ¿Sabías que el no es de aquí?— Negó sorprendida.— Es Australiano.