IX

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Emma.

Un dolor de cabeza punzante me arrancó de mi sueño, y al abrir los ojos me encontré con una habitación desconocida

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Un dolor de cabeza punzante me arrancó de mi sueño, y al abrir los ojos me encontré con una habitación desconocida. Fruncí el ceño al notar que no llevaba la ropa de la noche anterior, sino un conjunto de ropa cómoda.

Al levantarme de la cama, descubrí una puerta abierta que presumiblemente llevaba al baño. Al verme en el espejo, la confusión se apoderó de mí: ¿Qué había pasado anoche?

Después de lavarme la cara y tratar de domar mi desordenado cabello con las manos, salí de la habitación. El lugar era elegante, decorado en tonos plateados y azules. Seguí caminando por el pasillo hasta llegar a unas escaleras, lentamente las fui bajando, un olor a tostadas, tocino y café inundaron mis fosas nasales, bajé del último escalón; llegue y observo un espacioso salón con grandes ventanales, cómodos sofás y una televisión. Había unas repisas con libros, vinilos y algunas fotos.

Una foto de Harry de pequeño junto a su madre llamó mi atención, recordándome que estaba en su casa. Al ver otras fotos, incluyendo una con una chica que supuse era su hermana, me percaté de lo poco que conocía de su vida.

— ¿Te estás divirtiendo? — La voz de Harry me sacó de mis pensamientos, sobresaltándome un poco.

— Sí... — respondí tímidamente, sintiendo vergüenza por lo ocurrido la noche anterior.

— He hecho el desayuno, ¿tienes hambre?

— Mmhm.— Asentí con mi cabeza, solté un suspiro y me giré.

— Vamos.— Caminó por un pasillo hasta llegar al comedor y la cocina, todo era tan grande aquí.— Siéntate yo te lo llevo.— Señaló la mesa donde ya había una jarra de zumo de naranja y dos vasos.

Me sentía una inútil pero hice lo que me pidió realmente no tenía ganas de reprochar, mi cabeza estaba a punto de explotar. Harry volvió unos segundos después con dos platos.

— No sabía que cocinaras.— Lo miré levantando una ceja.

— Bueno, hay muchas cosas que no sabes de mí.— me guiñó un ojo, reí.

Tomé el primer bocado del omelette que había preparado, un gemido de satisfacción salió de mi boca, esto estaba muy bueno.

— Te contrataré como mi cocinero.

Rió.— Sería un placer.

El desayuno pasó en silencio, lo único que se escuchaban eran los cubiertos tocar el plato, pero para nada era un silencio incómodo, al contrario se sentía bien. Me ofrecí a lavar los platos, y aunque Harry intentó disuadirme, lo hice de todos modos.

Mientras Harry veía televisión en el sofá, me uní a él. Nuestro intercambio fue interrumpido por su preocupación por mi estado, recordándome los eventos de la noche anterior y cómo me había rescatado de una situación incómoda.

She | h.s  |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora