Capítulo II

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Este es el momento donde tomas tus maletas con rueditas y decides largarte de una vez.

NO por aquí.

NO por allá.

NO NO NO.

NO internet.

NO fumar.

NO tomar.

NO follar.

Creo que debería haber escogido otra universidad. Joder...se que esto es the best of the best pero no se cuánto aguantaré sin Instagram, sin mi WhatsApp, Weverse, Amino, sin mis amigos.

Creo que acabo de firmar mi propia sentencia de muerte. Todo esto me parece super raro, un acuerdo de confidencialidad, ¿para qué? ¿Tenían un arma de plutonio que iba arrasar con el país entero? Ok, todas las demás prohibiciones las había visto en las pelis de internados pero esa era la que más me desconcertaba, al igual que lo de la lluvia. ¿Qué coño era eso?

Aunque iba haber otra que me descolocaría aún más.

Desempaqué todo en mi cuarto. Paredes color marfil, una cama personal que parecía cómoda con mesita de noche y lámpara, armario, escritorio y librero. Todo lo que necesitaba. Había otra habitación junto a la mía que al abrir la puerta supe que estaba ocupada por el reguero encima de la cama.

(...)

Eran las 11.32 pm y mi querido compañero no llegaba. ¿Por qué se les había ocurrido meterme con un chico?

Llegaste tarde.

Después de darme un baño me puse mi pijama, no tenía hambre así que no fui a comer, también...me daba pena ir sola por ahí sin amigos ni nada y con los guardias entrajeados que circulaban cada 6 horas para ver si estábamos bien daban un poco de miedito pero seguridad a la vez. No entiendo por qué tanta seguridad.

¡Vivan y dejen vivir!

Al menos los cuartos y el baño solo tenían una ventana que no se veía desde afuera lo que estábamos haciendo.

¡Yei!

Mi cabaña era la típica cabaña alejada del mundo, todo quedaba lejos y en la parte de atrás había una cerca super alta de pinchos que rodeaba tooodoooo el campus. Estoy al pensar que me he metido en prisión brake versión escuela.

Salí a tomar aire y pude ver el bosque que se extendía detrás de la reja, el viento soplaba y hacía mover las hojas de los árboles cuyo sonido parecía un susurro. Estaba todo oscuro por aquí y la luz del poste del frente no iluminaba este pedazo, se sentía...solitario. Me gusta.

Quise tocar los barrotes por curiosidad y cuando estaba a unos centímetros de sentirlos una voz me detuvo.

-Yo que tu no haría eso. -me di la vuelta y vi a un chico con una cerveza en la mano que se dirigía hacia mi.

-Se supone que no deberíamos tomar... -dije apuntado la lata.

-Ese es el menor de tus problemas.

Fruncí el ceño. -¿Por?

-La cerca.

-¿Qué tiene de malo la cerca?

-Está electrificada.

-¿Qué?

En realidad quería decir : ¿Wtf? Pero me contuve. ¿Cómo se les ocurre electrificar una verja? ¿Están locos? ¿ Y si alguien se caía sobre ella?

El juego de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora