Capítulo V

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Respuestas a medias

La pregunta de los otros días me había dejado descolocada.

¿Debería ayudarte?

En nada, estoy bien tal y como estoy.

¿Y si solo lo decía como amigo?

Ha estado más cariñoso de lo normal. Es cierto que a veces la convivencia crea lazos invicibles, un hombre y una mujer se pueden enamorar viviendo bajo un mismo techo, pero este no era el caso.

-¿Vas a salir de nuevo? Está lloviendo.

Había iniciado la temporada lluviosa y del no más ridículo del siglo que en cierta forma tenía razón.

-¿Preocupándote por mi? Diría que te gusto.

-Solo estoy devolviendo el gesto de amabilidad que tuviste conmigo desde que llegué.

-Vaya, y yo que pensé que habías empezado a tener emociones. -hizo cara de perrito mojado y le lancé un cojín que atrapó. -Muy lenta.

De un momento a otro empezaron todos los cojines a volar por los aires iniciando así una pelea. Le pegué varias veces pero me cayó a cojinazos.

-¿Sabías que los hombres están más propensos a ganar peleas en donde se emplea la violencia que las mujeres?

-¿Ah si? ¿Y eso a que se debe? - estaba tirada en el piso boca arriba fatigada y se sentó a horcajadas sobre mí.

-Sus cerebros tiene un mayor tamaño porque tienen más masa muscular que controlar.

-Era retórica. -volteó los ojos.

-¿Sabes que les puede doler más que otra cosa?

-¿Un corazón roto?

-No, una patada en el lugar si no se apartan.

-Eres una aburrida. ¿No sentiste nada?
¿Eres humana?

-Si tengo sentimientos, pero no me interesa mostrartelos. Además si piensas que provocaste ese cosquilleo interno que se produce debido a los altos niveles de adrenalina, estas equivocado.

-Tardaste más de diez palabras en decir que no te gusto.

-Claro que me gustas...como amigo.

-Okey...no es que dijera que tú me gustas.

-Vale. -me acerqué y pasé mis brazos por su cintura, el típico abrazo de oso.

-¿Qué estás haciendo?

-Demostrando que tengo sentimientos mi querido amigo. Te quiero ¿si?

-Yo también te quiero pero... -me separó del abrazo. -tengo que salir.

-Un momento. -le toqué el corazón que latía desbocado con la mano abierta. -Adrenalina.

-¿Me estás jodiendo?

Comencé a reír como si tuviera un ataque epiléptico. Es que en serio, su cara parecía un trasero confundido y no se ni que coño significa.

-Es que...tu cara...

-Dijiste todo eso para acelerar mi frágil corazoncito...Di...me decepcionas. -puso una expresión de dolido que ni Phoenix le creería.

-Oh por favor, si te quiero.

-Ya...espero que te redimas en el tiempo que no esté aquí. -gesto dramático. -Te iba a preguntar cómo querías tus alitas pero te las voy a traer como yo quiera.

El juego de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora