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Eꜱᴘᴇᴄɪᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ I

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Eꜱᴘᴇᴄɪᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ I

«Destinados»

Los grandes ventanales hacían que todos los vengadores lucieran como estatuas de oro, brillando bajo su luz. A Tony no le importaban los demás, no le importaba la reunión, ni nada que saliera de los labios de Natasha. Su atención la acaparaba un omega, que no podía ocultar su aroma de nerviosismo, que se esparcía sin pena por toda la sala. Su atención la acaparaba un omega que movía su pierna frenéticamente. Un omega que ligeramente mordía la comisura de su labio y jugaba con sus rizos. Un omega que brillaba aún más que el sol. Un omega llamado Peter Parker. Un omega que no era suyo pero al mismo tiempo deseaba que si lo fuera. Su Alfa rugía por tenerlo, marcarlo, cuidarlo, besarlo, hacerlo suyo en alma y cuerpo. Tony se reprendía por tener tales pensamientos. El omega era solo un cachorro, o lo había sido; ya no podía usar esa excusa, su vieja confiable. ¿Qué escusa inventaría ahora? Ayer ese cachorro había cumplido 18 años, la sociedad ya lo catalogaba como un adulto. Por ello se le dejó participar en la reunión. Su primera reunión.

— ¿Estás de acuerdo Tony? — El mencionado dejó de fingir que miraba un punto sin dirección, y centró su mirada a quien le cuestionaba.

— Al parecer, por esta ocasión nuestros intereses son mutuos. Haré lo que pueda en tener lo que necesitas en 2 meses.

— Que sea en uno.

— Si es así, en tres semanas lo veras preciosa. Pero recuerden, que no va a ser mi culpa que todos ustedes —. Empezó este a señalar a toda la bardada de héroes —. Tengan que soportar mi mal humor —. Término mientras se señalaba.

— Como si eso fuese algo nuevo—. Puntualizó Hawkeye.

De repente las burlas que comenzaban a salir hacia Tony, murieron en la boca de cada uno de los Vengadores. Tony había estado percibiendo el perfume glorioso de Peter desde hace bastante, pero siempre había sido capaz de olerlo tan fuerte, con el tiempo había sido capaz de controlarse. Pese a ello nunca esa era la primera vez que era espectador de tal explosión de aroma. Era como una estallido, le atontaba, olvidaba quien era y que hacía. Olía a hogar, a una brisa marina, mezclada con rosas en el estado más puro. Tal bálsamo lo embargaba hasta la más pequeña célula de su ser. Un gruñido escapó de su garganta—aunque sería más comparable a un ronroneo— cuando la excitación del omega había inundado la habitación. Peter había entrado en celo. Su omega. «SUYO» gritó en su mente su alfa.

Gruñidos en coro se hicieron oír. No solo Tony había caído bajo los encantos del omega. Y un muy preocupado Bruce miraba como todos los malditos Alfas hacían trizas con la mirada al omega a su lado. Puso una mano en su cien en y murmuró:

—Soy el único cuerdo aquí, alabado sea que no soy un inútil Alfa.

Tony, al parecer, finalmente, había notado que no solo él deseaba al omega. Corrió frente de él. Y les empezó a gruñir a los demás. Nadie tocaba lo que era suyo. «MIO, NUESTRO» gritaba su alfa. Tony también había entrado en celo. Sus instintos lo habían dominado.

Celos | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora