Refugio v/s perdición

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   El lugar era tipo desierto, sólo carretera, poca vegetación, los pueblos y ciudades estaban lejos, el bar quedaba a un costado de la carretera; contigua a la casa de aquellos gemelos fortachones.
   Llegamos a una casa en medio de la nada, era vieja y pequeña, de madera. Y una camioneta roja estaba estacionada fuera de ella.
    Habíamos seguimos por la carretera hasta encontrar algo vivo. Paramos un rato, la chica había despertado muy asustada. Al verse amarrada comenzó a patalear y gritar, así que paré forzosamente. La calmé y le expliqué, al principio se negó rotundamente a aceptar que lo que decía era cierto. Pero luego lo hizo. Su nombre es Julia. Le costó decírmelo, como si se muriera si me lo dijera. 
    Era técnicamente una niña, de lejos cualquiera diría que es un chico algo extraño... pero de cerca se puede ver su rostro femenino, y eso fue lo que me llamó la atención de ella, ¿qué pretendía una niña en un bar de aquellos? Claro que era linda, sus ojos grises que ella trataba de esconder apartando la mirada, su respingada nariz y perfectas cejas, por eso ya la comprendía un poco más, más de alguno se habría querido pasar de listo, razón para esconderse de tal mundo brutal.
    Era tarde cuando salimos del bar y ya oscurece. Esa casa podría ser nuestro único refugio.
   Esta tarde me recuerda a cuando esto empezó. Un tarde tranquila en la que yo follaba... ¡Es broma!, estaba medio entonado en un sofá de mi departamento, acostumbraba tomar y embriagarme solo. Hace dos semanas que estaba desempleado y no tenía que hacer. Mi gato- aunque suene raro, tenía un gato, yo no lo elegí, él un día me siguió a casa y no nos separamos hasta ese día- negro, de ojos celestes, pelaje esponjado; y personalidad tranquila y fría como la mía; comenzó a erizarse y gruñir. En un abrir y cerrar de ojos, un tentáculo verde apareció por la ventana y se lo llevó. Quise hacer algo, pero ya era tarde. No estaba del todo lúcido y todo me pareció un espejismo en ese momento.
   Al ver caos formándose, tomé unas armas - tenía porque se habían metido a robar a mi departamento y no iba a permitir que eso volviera a ocurrir-, cuchillos y mi motocicleta.
   Así he pasado por ciudades, y conocido personas que se van buscando seres queridos, como esas dos chicas, la pelirroja quería ir por su novio, espero que sigan con vida y nos reunamos algún día,  y yo, como siempre, seguí mi camino, ¿qué busco?, ¿a dónde voy?, ¿cuál es mi propósito?, pues... aún no lo descubro. Esa planta a ido arrasando ciudades indiscriminadamente, creciendo, evolucionando, subdesarrollando especies. Yo he visto tres hasta el momento: enredaderas, que son como redes, telarañas, que te atrapan; calaveras, plantas terminadas en extraños cráneos y lo que hacen exactamente... pues deborar cabezas, pero existe la ventaja  de que son lentas y frágiles; y Soria, la más grande, peligrosa e inteligente, nos atacó en el bar, sólo muestra sus tentáculos, la llamé Soria por una puta que conocí, una muy estafadora.
   A veces siento que me sigue, ya que a cada ciudad que paso, la destruye... Ahora debo cuidar a ésta niña-hombre, que a pesar de creerse ruda, me a seguido y no se a largado como todos los que he salvado.
   Golpeé la puerta y una anciana nos abrió. Muy amablemente nos hizo pasar. Cuando entramos, unos hombres nos apuntaban con armas. Levanté las manos.

-No queremos problemas, sólo refugio.- dijo Julia.

-¿Cómo no sabemos sí traman algo?- preguntó uno de los hombres.

-¿Acaso nos vemos peligrosos?- dijo Julia cabreada.

-Un chico de aspecto dudoso y un vaquero, más bien se ven ridículos- rió uno de ellos. Julia se acercó a él y le dio una patada en la entrepierna, ante la expectación de todos.

-¡Que les quede claro que soy mujer y no una indefeza!

-Julia cálmate- le dije-les entregaremos nuestras armas ésta noche y nos iremos mañana- dije a todos.

-Ya no peleen- dijo la anciana - hay lugar para todos.

    Dicho esto, entregué las armas y fuimos a una especie de comedor, allí habían mas personas. Ellos en total eran cuatro mujeres y tres hombres. Unas gemelas, una de ellas muda; una pareja y su hijo de unos diecisiete; la anciana; y un hombre de edad similar a la del padre del chico, unos treinta, y eran muy amigos. No me tomé la molestia de aprenderme sus nombres, ya que nos iríamos al día siguiente.
    En mitad de la noche, en el comedor, todos conversaban de sus vivencias y cosas así, mientras yo estaba en un sofá echado, Julia estaba en la mesa, pero seria, sólo escuchando.
Por lo que oí, la anciana vivía allí con su hijo, pero ese día salió y no volvió. Las otras personas llegaron allí y la anciana les dio asilo.
    Derrepente alguien tocó a la puerta, la anciana fue a abrir, y suponiendo que era su hijo, nadie la acompañó. Todos expectantes ante quién podía ser, es decir, como era su hijo.
    Todos con miedo en sus ojos vieron como unos delgados pero fuertes tentáculos de Soria entraban por la puerta, seguramente ya se había llevado a la anciana.

-Todos quietos...- susurré.
 
   Subimos los pies a los asientos. Soria revisó todo el piso, cuando creímos que se fue, la madre bajó los pies de la silla y Soria la atrapó, arrastrándola entre gritos, por el suelo hasta la salida. Su esposo corrió tras ella y ambos fueron atrapados y llevados fuera de la casa. Su hijo era un miedoso y cerraba los ojos llorando y llamando en voz baja a sus padres. Parecía que había acabado, pero en ese momento un tentáculo salió del techo y se llevó a una de las gemelas, las cuales se abrazaban con fuerza. Y por ende se llevó a la otra sujetada. Nos quedamos quietos y miré a Julia y ella miraba a todas partes.

-¿Qué hacemos?- preguntó el amigo del hombre que se habían llevado.

-Tomar las armas e irnos- dije rápidamente. Esperamos un momento y al no escuchar nada nos movimos con cuidado, cuando ya las tuvimos, una mano ensangrentada golpeó la ventana, nos quedamos quietos, parecía que nos advertía algo. La cara de aquella persona fue inscrustada en el vidrio, era una de las gemelas, un tentáculo rodeaba su cuello, ya estaba muerta, se la llevó en un parpadeo.

-Quemaré a la muy perra.- dijo con rabia el hombre, tiró una bebida alcohólica que había estado tomando antes y le tiró unos fósforos encendidos.

-¡Ya vamos!- grité.

    A balazos hacia los tentáculos que se acercaban, salí con Julia detrás mío. El hombre y el asustado niño subieron a la camioneta roja y se largaron. Julia y yo a la motocicleta, le entregué un arma para que diaparara sí se presentaba una situación. Ya nos alejabamos mientras Soria se incendiaba.

-Se que nos volveremos a ver...- susurré.

NO ONE IS SAFE© PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora