La verdad es que sentía el pasar de las horas y no sé me venía nada sensato a la mente para escapar de ese lugar. Hasta estaba considerando la idea de desatarnos y hacer un túnel para escapar, hasta ese momento esa era mi idea más convincente y cuerda.
El pasar del tiempo se notaba en mi aburrimiento... y mi hambre. Ya mi estómago había sonado cinco veces en diez minutos, si sacaba cuentas, llevaba más de 8 horas sin comer. Yo no servía para soportar tanto.
De repente un fuerte sonido se sintió desde el piso de arriba. Una mezcla de gritos se empezó a escuchar, en su mayoría masculinos. Nos mirábamos entre nosotras, sin entender qué pasaba.
— ¿Dónde están? Hablen si no quieren morir.
Reconocí esa voz. Yo conocía muy bien esa voz. ¿En serio era Samael quién podía estar allí? Mi corazón comenzó a palpitar muy fuerte. Más que nerviosa, me sentía ansiosa de saber pronto qué estaba pasando. La habitación de arriba por unos momentos pareció quedar en completo silencio, lo que me desesperó más. Miré a Leyla en un intento de encontrar alguna respuesta de su parte, pero ella estaba igual de confundida que yo.
La puerta que daba hacia el sótano pareció abrirse, ya que un ápice de luz pareció asomarse por las escaleras.
— ¡¿Chicas?! ¿Leyla, Sariel? ¡¿Están ahí?!
Michael bajó corriendo las escaleras con una notable desesperación.
— ¡Aquí!
En cuanto nos escuchó su rostro pareció iluminarse. Nos miró con una gran sonrisa y tan solo bastó eso para saber que nuestro día no había sido tan malo. Cuando lo conoces bien, tiene la capacidad de alegrar tu día con tan solo mirarle.
— Dios, pensé que nunca las encontraríamos.
Corrió a desatarnos rápidamente, mientras el ruido de arriba poco a poco iba disminuyendo.
— Pero no entiendo. ¿Qué haces aquí? ¿Estás con Samael? ¿Cómo sabían que estábamos aquí? No entiendo nada, ¿podrías explicarme?
Michael me miró como si me estuviera reprochando con la mirada por hacer tantas preguntas a la vez. Luego, soltó una sonrisa y respondió:
— Bueno, pequeña Sariel, son demasiadas preguntas, no es el lugar indicado para ponernos a charlar. — dijo mientras terminaba de desatar a Leyla. — Y tampoco soy la persona que debe responderlas.
¿Él no era la persona? ¿Y quién sí lo era? ¿Samael? Mi mente estaba a cada segundo disparando más y más preguntas que no hacían más que confundirme. Necesitaba una explicación pronto o explotaría.
Michael nos ordenó que lo siguiéramos rápidamente y que hiciéramos todo lo que nos dijera. Estábamos algo débiles por tantas horas sin comer y por estar atadas por tanto tiempo, pero estábamos dispuestas hasta a pelear si era necesario.
Subimos las escaleras rápidamente y paramos detrás de Michael en la entrada. Leyla y yo íbamos tomadas de la mano, como si entrelazadas fueran el mejor arma que teníamos. Y técnicamente lo era. Sabíamos que juntas no había nada ni nadie que nos pudiera derrotar, éramos la fortaleza de la otra.
Oh, mi querida Leyla. Ni nuestra mayor fortaleza fue capaz de ayudarme, pero no te culpo. Sé que lo intentaste.
— ¡Corran a la salida! — nos gritó Michael.
Bien, eso habría sido más fácil si hubiéramos sabido cuál era la salida. Simplemente corrimos hasta dónde nos dijo nuestro instinto y, por suerte para nosotras, nos guió hasta el lugar correcto.
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SAMAEL
Teen FictionDicen que los demonios son ángeles caídos del cielo que desobedecieron y se rebelaron contra Dios. Ellos son los responsables de los crímenes, desastres, guerras, enfermedades, de las muertes y todo aquello que hace sufrir a la humanidad. En la reli...