No sabía a dónde me llevaba Samael, solo sé que a su lado comencé a sentirme segura. Lo miré de reojo mientras conducía, ver su perfil tan perfecto me hizo sentir algo en el estómago. Bueno, prefiero creer que ese algo era la digestión por haber comido tanto.
En un soplido de confianza, encendí la radio sin decirle nada. Lo miré traviesa y él se dió vuelta a mirarme con el ceño fruncido. Al verme, su rostro se relajó y con una sonrisa de resignación siguió mirando el camino. Comencé a cantar notablemente fuerte la canción que sonaba y escuché una pequeña carcajada de parte de Samael.
Me resultó extraño escuchar su risa, pero no lo demostré para tener más certeza de que en algún momento la volvería a escuchar. No quería hacerlo sentir incómodo, porque la verdad es que yo estaba muy a gusto ahí con él.
— Cantas horrible. — dijo con el pequeño rastro de sonrisa que aún quedaba en su rostro.
— El sentimiento es lo que cuenta. — dije orgullosa.
Dejé de cantar y le bajé un poco el volumen a la radio para observar el paisaje que íbamos recorriendo. Reconocí las calles por donde vivía Samael, lo que por un momento me hizo pensar que me llevaría a su casa. Debo admitir que ese pensamiento me puso un poco nerviosa, porque sí, había estado en su casa antes, pero nunca los dos solos. Era obvio que Michael no se encontraba ahí, ya que él se quedó con Leyla y mi padre.
Nos alejamos de ese sector y comencé a notar la presencia de árboles en la carretera. Avanzamos hasta un lugar donde había menos cantidad de vegetación, Al bajar del auto, pude notar como ante nosotros se alzaba lo que parecía ser un mirador abandonado.
Samael me miró con una sonrisa y estiró su mano. Entrelacé mis dedos con lo suyos y me sentí como en una película perfecta, donde el tacto de sus manos con las mías revolvieron todo mi ser. Caminamos hasta llegar a la entrada del mirador y entramos. Por dentro el lugar era algo oscuro, pero la luz de la luna lograba iluminar un poco a través de las ventanas superiores y algunos huecos que tenía la estructura. A pesar de la poca iluminación, se notaba que la escalera no estaba muy estable y tenía algunos peldaños rotos. Samael me ayudó a subir sin sufrir ningún tipo de accidente hasta la cima del mirador y me quedé callada por unos segundos para disfrutar la vista.
Era todo simplemente hermoso, a un lado se veía el esplendor de la naturaleza, con grandes árboles y animales emitiendo sonidos nocturnos que me llenaban de vida. Por el otro lado, la ciudad contrastaba perfectamente con sus luces superficiales y los edificios que sobresalían por sobre todo. Un mismo paisaje tan distinto y tan cerca a la vez, era digno de admirar por una vida entera.
- No te miento cuando te digo que este es mi lugar favorito en el mundo.- comentó Samael. Se alejó de mi lado retrocediendo y se sentó en el piso, apoyándose en la pared del mirador.
Lo imité y retrocedí hasta sentarme al lado de él, sin dejar de mirar el perfecto paisaje que se extendía ante mí.
- ¿Cómo encontraste este lugar? - pregunté maravillada con una sonrisa en el rostro.
- Una noche que necesitaba relajarme, caminé sin rumbo por el bosque. Pareciera que el destino supo que este sería el lugar perfecto para mí. Vengo aquí cada vez que siento la necesidad de sentir que la vida no es tan mala como parece. - Dejé de contemplar el paisaje para contemplarlo a él. Se veía tan sereno y tranquilo, hasta que agregó entre risas:- O simplemente cuando quiero alejarme de los chistes aburridos de Michael.
Solté una pequeña carcajada y estuve de acuerdo con él.
- Vaya fuerza de voluntad tienes para aguantar esos chistes todos los días. - dije recordando las bromas que hizo Michael cuando nos juntamos a hacer el trabajo la primera vez.
- ¿Te gusta? - asentí.- Pues mira el cielo.
Subí mi vista y mis ojos parecieron brillar más al ver la noche estrellada con una luna perfectamente redonda.
- Es un lugar mágico de noche.
- Si que lo es. - me miró por primera vez desde que subimos.- Te doy mi permiso para que uses este mirador como tu lugar de escape. Y para que también sea tu lugar favorito en el mundo.
Vaya que odio ese lugar ahora.
- Gracias.- le respondí.- No solo por esto, sino también por sacarme de ahí y no dejarme sola. No eres tan malo como pareces.- finalicé con una pequeña sonrisa mientras lo miraba.
No sé porqué lo hice, pero me acerqué más aún a él y apoyé mi cabeza en su hombro. Samael se mantuvo tenso, pero no hizo nada para alejarme así que me mantuve ahí. Me gustaba poder sentir su olor cerca, me daba tranquilidad. Era irónico, ya que cuando lo conocí no quería verlo ni en pintura.
- Ya no te odio como antes. - volví a hablar yo.
Movió su cabeza para mirarme con una ceja alzada y una sonrisa burlona en el rostro.
- ¿Me odiabas?
- Claro que lo hacía, eras un idiota. Todavía me debes un vestido.
Se alejó completamente de mí mientras hizo un gesto de comprender todo. Al parecer había olvidado por un momento la tétrica forma en que nos conocimos.
- Cierto, tienes razón. Perdón por eso, creo que había tomado un poco ese día y la verdad yo no acostumbro beber.
- Prefieres que te maten los cigarrillos.
- De algo hay que morir- dijo alzando los hombros y desviando la mirada de mí.- Bien, creo que es hora de irnos.
- ¡Pero si acabamos de llegar!- alegué.
- Tu padre me va a matar si no vuelvo contigo pronto.
Volví a caer en cuenta de todo. Recodé porqué habíamos llegado ahí desde un principio. Me levanté a regañadientes en completo silencio y me ayudó a bajar. No dijimos ni una palabra en el transcurso del bosque a mi casa.
No quería volver, no sabía como afrontar todo o simplemente qué decirle a mi padre. No sabía como mirarlo a la cara, para mía él ya no era la misma persona de antes. él me había ocultado muchas cosas importantes por años y tenía el presentimiento de que todavía lo hacía. Necesitaba hablar con Leyla, era un tema que nos involucraba a las dos y, claramente, sería la única capaz de comprenderme.
- Bien, llegaste sana y salva.
- Gracias nuevamente, en serio. - abrí la puerta del auto.- Adiós, Samael.
- Nos vemos, Sariel.
Caminé hasta la puerta de mi casa aún sintiendo el motor del auto detrás de mí. Al parecer no se iba a ir hasta verme entrar. Debo admitir que, en cierta parte, eso me reconfortaba un poco.
Bueno, quise hacer este capítulo un poco más centrado en Samael y Sariel
¿Alguien ya shippea esta pareja?😆
Yo digo que su nombre de pareja sea #SARAEL 🤔
¿O será que no llegarán a ser novios? ¿Qué piensan ustedessss?
LOS LEOOOO🥰
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SAMAEL
Teen FictionDicen que los demonios son ángeles caídos del cielo que desobedecieron y se rebelaron contra Dios. Ellos son los responsables de los crímenes, desastres, guerras, enfermedades, de las muertes y todo aquello que hace sufrir a la humanidad. En la reli...