Capítulo 2: Despertar

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(Siempre estaré aquí para ti, te quiero y espero que nunca lo olvides)

- (¡Despierta! ¡Me escuchas! ¡Levántate ahora!)

Una extraña voz me llamaba a la distancia o eso me parecía, al abrir mis ojos note que el señor Mohamed estaba pronunciando mi nombre reiteradamente para que me levantara.

- ¿Qué sucede? – Pregunté con cierta molestia por ser despertado y no recordar lo que soñé.

- Haremos una breve parada e iremos a comprarte algo de ropa –Dijo con un tono autoritario– Sígueme y no te desvíes.

Su mirada se mantenía firme en el camino mientras seguía fumando, a juzgar por su actitud, parece ser una buena persona.

- No hace falta que compremos ropa, estoy bien con lo que tengo – Le explique sonriente para no ser una molestia.

El señor Mohamed detuvo la van afuera de una tienda de ropa y me pidió que bajara con él.

- ¿Estas bromeando? Ese es el único cambio de ropa que tienes contigo – Me miro de pies a cabeza y exhaló– Lo que llevas puesto no es adecuado para nuestros planes de día de hoy.

Gracias a ese comentario mire el atuendo que llevaba era unos pantalones blancos, unas sandalias y una camiseta negra.

- ¿Qué tiene de malo mi atuendo actual? – Pregunte sintiéndome indignado por su comentario.

- Esta tarde tenemos nos invitaron para asistir a un funeral, tenemos que vestir para la ocasión o si no sería una falta de respeto con los familiares y el propio difunto.

- Lo siento, apenas recuerdo la comida, los nombres de cada objeto y el significado de algunas palabras –Replique cabizbajo– Yo no tenía idea de que sería tan importante –Respire hondo y levante la mirada para confrontarlo, pero me guarde mis palabras al verlo apenado.

- No tienes que disculparte por nada, estoy cometiendo un error al tratarte como si no tuvieras problemas de memoria y yo soy el que debe pedirte disculpas.

Me sorprendí mucho al ver que alguien mayor aceptara su error y se disculpara conmigo, aunque yo tenía razón, era algo raro ver algo así, pero bueno es no importa ahora, entramos a la tienda y fuimos recibidos por uno de los dos empleados. El local era algo pequeño, tenía cierto olor a Hummus, un platillo que sirvieron en mi tiempo hospitalizado, supuse que el olor era porque estaban almorzando.

- Buenos días seño –El hombre corto el saludo en seco– ¿Qué los trae al señor Salazar y a ti? Abram.

- ¿Qué pasa Isaac? Sabes bien que es de mala educación no saludar a tus clientes –Dijo mirándolo ojos– Estamos buscando algo para él, esta tarde tendremos un funeral –Respondió el señor Mohamed de una forma directa– ¿Aun recuerdas su talla?

- Si, pero no entiendo porque está vestido de esa forma – El señor Isaac saco una cinta para tomar mis medidas– Eso no explica porque este vestido de esa forma.

- ¿Leíste las noticias del incendio?

- Si las leí, era de lo que todos hablaban.

- Es por eso que vine con él, Kamal dijo que perdió sus recuerdos –La rápida respuesta de Abram me ayudo a evadir ese tipo de preguntas incomodas– No te recuerda, por eso es como la primera vez que vino aquí.

- Creo tener lo que buscan ¡Adán, ve a traer el número cinco!

El Grito del señor Isaac levanto al otro empleado se encontraba detrás del mostrador, era un sujeto alto, delgado, llevaba una pequeña barba y cabello corto. Se podría decir que teníamos la misma edad, en cambio, el otro hombre que se encontraba frente a nosotros, es de una complexión robusta, de escaso cabello, pero a diferencia del anterior empleado, este poseía una gran barba que llegaba hasta su pecho. Además, ellos no llevaban la misma vestimenta, a juzgar por aspecto probablemente sean padre e hijo y este su negocio familiar.

Yamato: Relatos De Una EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora