Yamato: Relatos De Una Espada

Capítulo 4: Corona

Para crear hay que destruir y para destruir hay que crear.

El poder de la creación era algo único haciéndolo difícil de obtener, después de todo, es fácil destruir, pero es muy difícil crear de la nada o al menos eso era antes de que los dioses antiguos fueran devorados y nos encerrarán en una prisión hecha de nuestro propio poder.

Al inicio nos limitaron de poder crear lo que queramos para que sigamos siendo sus sirvientes, pero logramos obtener el poder de crear todo lo que queríamos y hacer realidad los pensamientos e ideas.

Todo lo que pasamos no valió la pena, porque nos encerraron convirtiéndonos en herramientas para usarnos a través de un intermediario, pero no contaban con que nuestros usuarios serían corruptibles y fáciles de manipular.

Recuerdo mi primera dosis de libertad en milenios, podía sentir como sus gritos de agonía me daban una sensación placentera.

Mi primer usuario era un ser cuya ambición se limitaba a obtener todo el poder del mundo para así estar por encima de ellos, una vez que probó el poder de gobernar a otros fue demasiado fácil de corromper y divertido de ver.

El sujeto era el único sobreviviente de un pueblo ya inexistente, se encontraba tirado en el fango, en ese estado el muchacho hizo una promesa mirando a las estrellas, prometió que algún día tendría las cabezas de los guerreros que invadieron su pueblo para matar a todos los hombres y llevarse a todas las mujeres. Además, en su mente solo lo atormentaba con el pensamiento en como las mujeres fueron llevadas, quizás para convertirlas en esclavas o talvez desposarlas, esos pensamientos hacían crecer una enorme angustia en su pecho y un vacío se formaba en su lugar. Sin embargo, de no ser por un viajero que acabo salvando su vida, digamos que el chico habría muerto a causa de sus heridas, en ese instante pasaron todo tipo de ideas por la mente del joven, desde ser saqueado hasta ser violado o asesinado.

El viajero había tratado las heridas del chico, durante en el proceso se percató de algo sumamente interesante y eso era que en su sangre se almacenaba una gran cantidad de mana. Tras el descubrimiento el hombre no podía dejar al joven por su cuenta, aun mas si sabiendo que tenían el mismo linaje, luego de pensarlo mucho decidido tomarlo como su aprendiz y que tendría la misma misión que él.

Muchos pensarían que el chico empezó a entrenar para cobrar venganza por su pueblo, pero por desgracia esas cosas nunca pasan, en la mayoría de casos, el día que murió su maestro estaban cerca de completar su misión, la cual consistía en destruir las armas malditas que fueron selladas por los primeros magos y los dioses antiguos.

¿Qué es más importante? ¿El objetivo de otros o los tuyos?

El chico me encontró usando el mapa de su difunto maestro, mi ubicación se hallaba en lo profundo unas montañas, al ver el objeto peligroso que describía su maestro no era más que una simple gema incrustada en una espada común y corriente, pensó que su maestro estaba loco, debido a que menciono a seres fuera de su comprensión. Además, creyó que era una estupidez destruir gemas mágicas que podían hacer los sueños realidad, aunque si el intentará destruirme no lo lograría nada y eso es porque siempre existiré.

Al momento en que toco la gema de mi espada, pude sentir un delicioso aroma, cayo de espaldas cuando me vio surgir de mi prisión para hacer realidad sus deseos, fue divertido verlo asustado, el no podía creer como un ser brotaba de una gema, le dije que todos sus deseos los harían realidad si hacíamos un pactó de sangre para que mi espada se adapté a la forma de su nuevo señor y siempre lo apoyaría.

Él se quedó estupefacto al enterarse de golpe que podía obtener todo lo que siempre había querido, típico de los seres inferiores, empezó a pedir cosas banales que solo eran relevantes para los humanos, era gracioso ver sus conflictos amorosos, familiares, filosóficos y digo eso ya que era muy entretenido ver los múltiples resultados.