❥ 𝑬𝒍 𝒎𝒐𝒏𝒔𝒕𝒓𝒖𝒐 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒕𝒂𝒏𝒂 [CANCELADA]

07. | ☪ Buenos momentos |

La mirada chocolate de la mujer cabra expresaba un asombro muy notorio en sus orbes abiertamente exagerados por la impresión. Con sorpresa, completamente atónita, pasaba su mirar desde mi figura hasta la de mi madre, quien se encontraba conversando con el inesperado esqueleto mientras que este respondía con una serenidad deslumbrante, para después repetir un ciclo de ida y vuelta que no parecía tener fin. Producto de su confusión.

— ¿Se conocen?. —la voz del pequeño resonó con curiosidad. No podía decir con exactitud si también estaba sorprendido, como su madre adoptiva, por su relajada y neutral expresión.

El esqueleto aparto su atención de mi madre, ella de igual manera lo hizo con él, para fijar sus cuencas en la pequeña e infantil silueta del castaño que esperaba con paciencia una respuesta a su cuestiona-miento.

— Somos vecinos. —con esa simple respuesta dio por explicado todo el esqueleto.

— ¡Oh!. —exclamo con sorpresa e interés la monstruo. — ¿Son las vecinas que habías comentado antes? Pensé que serían monstruos. Nunca imagine que serían humanas y que les hubieras brindado algo de tu amistad y confianza tan pronto. Ya sabes. Por lo que sucedió... —antes de que la mujer cabra pudiera continuar con su relato fue interrumpida por el monstruo de quien hablaba.

— Toriel. Por favor. —pidió con una expresión seria. Su "ceño" estaba fruncido. El tono de su voz había sido profundo y ronco. Muy intimidante.

— Ah, lo lamento. —se disculpo apenada. Al parecer había un tema delicado del que no querían hablar.

Observe con detenimiento al esqueleto que permanecía con una expresión recelosa en su esquelético rostro. Dándome el tiempo de detallar los pequeños rasgos que lo hacían diferente al esqueleto humano normal. Como sus profundas cuencas, tan oscuras como un abismo, y aquellas pupilas flotantes de un tono blanco que resplandecían con fuerza. La sonrisa desinteresada que luchaba por mantener plasmada pero que tenía más pinta de mueca incomoda.

Simplemente interesante.

Un monstruo esqueleto que ocultaba muchos misterios. Misterios que me atraían con fuerza, como también lo hacia su voz tan gruesa y profunda, llamativo y atrayente ser proveniente de las profundidades del inframundo.

El camino que habían tomado mis pensamientos me hizo sobresaltarme en mi lugar. Ocasionando que las miradas curiosas de mis acompañantes se posaran en mi en busca de una explicación del porque mi sobresalto. Un llamativo sonrojo se debe haber colado en mis mejilla, por el calor que percibía en estas, al ser el centro de atención. Estaba apenada y avergonzada. No solo por sus miradas para nada disimuladas, sino por aquel tipo de pensamientos extraños que me invadieron.

— ¿Sucede algo cariño?. —pregunto mi madre preocupada al acercarse a mí.

Rápidamente negué con mi cabeza. Mi mirada viajo por si sola hacia el esqueleto. Y este me observo de vuelta con atención. Nuestras miradas se cruzaron sin poder evitarlo. Ocasionando que mis nervios aumentaran y que mi sonrojo obtuviera más fuerza. Decorando mi rostro con un tono carmesí.

El esqueleto observo mi rostro con detenimiento. Interesado en el cambio destacable que hubo en este.

— ¡Estoy bien! Es solo que...las bolsas pesan mucho. —culpe a mi carga con rapidez. No queriendo pensar más en aquello y en cambiar la atención del grupo hacia otra dirección.

— Pues sí, tienes razón. —estuvo de acuerdo mi madre al instante.

— Para mi no representan ningún problema. —comento la monstruo. — Puedo cargar sus bolsas por ustedes hasta que lleguemos a su vehículo. —propuso la señora cabra con amabilidad.