💄• Azúcar

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Sonia había salido de casa para hacer las compras del mes, no sin antes chequear que su hijo estuviese sano y revisar los armarios para evitar la presencia de terceros en su vivienda mientras ella no estaba, más específicamente, la presencia de Tozier.

Se fue tranquila, pues confiaba en que su Eddie-bear no invitaría a nadie y tampoco se iría de casa sin su autorización.

Pero ya casi se cumplían las dos horas de que Eddie estaba solo, juraba que podría morir de aburrimiento, por lo que llamó a Richie. Se sentía rebelde.

En tanto esperaba la llegada de su amigo, humectó sus labios con un gloss transparente, no tan líquido. Luego, abrió el frasco que tenía grabado en su exterior "Azúcar" con una bonita letra cursiva, y colocó un poco sobre el gloss aplicado. El sabor dulce podía colarse entre medio de su abertura, le gustaba sentirlo y lo lindo que se veía. Sonrió para su reflejo en el espejo.

Subió a su habitación para vestirse, ya que se encontraba semidesnudo. El timbre sonó cinco veces, sus orbes se abrieron más de lo normal y se puso lo primero que encontró en sus cajones: un short crudo y un remerón blanco con un pequeño corazón rojo en el centro, justo en su estómago.

Bajó rápidamente las escaleras de dos en dos, se detuvo cuando estuvo delante de la puerta y tomó aire.

Sabía que era él, nadie más los visitaba aparte de su vecina Soledad y Erick, el chico del frente ─quien sabía cuando su mamá se iba de casa, extraño─, aparte de que no existía alguien que tocara cinco veces el timbre con tanta confianza.

Finalmente abrió.

─Creí que me dejarías morir aquí ─expulsó el humo de la última calada a su cigarrillo─, o peor, que tu madre vendría y me aplastaría con toda su grasa y furia sobreprotectora.

Eddie suspiró.

─No creí que llegarías tan pronto. ¡Y no hables así de ella!

El de lentes tocó el pecho de Eddie con su dedo índice y lo empujó levemente para ingresar. La puerta se cerró.

─¿Estás jodiendo? ─caminó hacia la cocina y tiró su casi inexistente cigarrillo a la basura─. Eddie Kaspbrak me llamó a mí para decirme que estaba en su casa solo y aburrido. Eds, podría haber venido volando si pudiera ─se acercó al nervioso azabache y comenzó a sonreír─. Casa sola y Richie no combinan bien, ¿sabes?

─No me llames Eds ─Lo miró serio, evitando la palabrería restante. No iba a admitir que quería estar con Richie, pero, para su mala suerte, éste comprendió automáticamente lo que esa evasión significaba.

─¿Qué traes en los labios?

Levantó su mano con la intensión de acariciarlos, Eddie se hallaba estático observando sus movimientos. Un leve toque bastó para que varios granos de azúcar cayeran al suelo y otros tantos quedaran pegados en el dedo índice de Richie. Éste miró la zona, parecía un detective tratando de descifrar que era lo que se escondía detrás de una caja de vidrio, y cuando ya estuvo casi seguro de lo descubierto, lamió su dedo.

─Así que decidiste ponerte dulce para mí, Spaghetti ─rio; Eddie empezó a molestarse por sus burlas─. Ya eres dulce, amor.

─N-no lo hice por ti, ya te he dicho que lo hago porque me gusta, no por tarados como tú.

El pequeño K. abrió paso hacia su habitación, a veces deseaba que Richie no fuera tan bocazas, un poco de paz le vendría bien, pero era imposible, tan imposible que ya lo tenía pegado detrás suyo susurrándole cumplidos.

La texture de tes lèvres💄|| Reddie [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora