Eddie sólo debía cumplir una promesa, una maldita promesa de la cual su cabeza decidió borrar cualquier rastro.
Esa mañana de viernes, Richie y Bev les habían dejado muy en claro a los demás perdedores que cada uno comprase una botella de alcohol para llevar a casa de Mike, de lo contrario, el culpable se llevaría un buen castigo. No necesitaban conseguir otra bebida para crear mezclas ligeras, ya que el moreno contaba con unas cuantas cajas de jugo de naranja, un punto a su favor.
Lo prometieron, y una promesa no se tomaba a la ligera dentro de su grupo de amigos y amiga.
Eddie quería golpearse por lo estúpido que fue al olvidar algo de esa magnitud; es decir, no era una promesa realmente importante, pero su amiga pelirroja no era la más dulce al momento de poner un reto. Sus manos comenzaron a sudar y eventualmente las secaba en el asiento del carro de Richie o en su corto short negro deportivo lo más disimulado posible.
Iban a mitad de camino, apenas quince minutos de treinta, sólo ellos dos en medio de un campo totalmente oscuro a las ocho de la noche.
A pesar de vestir una fina camisa blanca con bordes azules que no llegaba a ajustar su torso, el pecoso sentía que moriría en cualquier momento por el calor que los nervios le proporcionaban. Decidió abrir la ventana para relajarse, el viento helado y veloz chocó con su rostro al instante, cerró sus ojos y llenó cada rincón de sus pulmones con el aire puro de campo. Luego, cerró la ventana dejando una pequeña apertura y se felicitó por lograr respirar con calma.
Richie parecía no notar la ausencia de la bebida por parlotear sobre su "sexy" labial azul nocturno con pequeñas estrellas que le había llevado mucho tiempo hacer, Eddie agradecía su distracción en su mente y deseaba con todas sus fuerzas que sus amigos también hayan olvidado el estúpido juramento; si tenía suerte, llegarían y estarían lo suficientemente borrachos como para recordarlo. De todos modos, no diría nada al respecto con anticipación.
─Eds ─éste se sobresaltó en su asiento─, ¿te sientes bien? Parece que acabas de ver a tu madre en pelotas.
─S-sí, sí. No es nada ─Regresó su vista al infinito campo.
─Pues yo no te veo con ánimos de cantar Dancing Queen a todo pulmón con el dueño de tus suspiros ─Eddie se volteó confundido y Richie se señaló a sí mismo─. Yo, obviamente.
─No digas tonterías, bocazas.
─Oh no, siempre hablo muy en serio ─bajó la velocidad del auto y estacionó a un costado de la pista. La mirada del menor se inundó en extrañez cuando el otro desabrochó su cinturón y se acercó a él─. ¿O acaso estoy mintiendo, Eds?
Los labios de Richie rozaban los azules de Eddie, el cosquilleo viajando en las venas de sus labios. Era apenas un roce y ya se sentía delicioso. Kaspbrak soltó un suspiro involuntario antes de que el mayor riera con malicia.
Había suspirado.
Ahora sí quería golpear su cabeza contra la ventana.
─¿Qué tienes para decir en tu defensa, pequeña pulga brillante? ─susurró aún cerca.
─Vete a la mierda, idiota ─Sonrieron.
─Si no tuviera compasión por tu querido labial, te comería a besos ahora mismo.
Y después de un sonoro y cariñoso beso en el cuello de Eddie, el rizado arrancó.
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La texture de tes lèvres💄|| Reddie [CANCELADA]
Fiksi PenggemarEn donde Eddie lleva sus labios pintados de un color distinto cada día. Le gustaba sentirse bonito. Especialmente para Richie. •💄•💄•💄• Fanfic 100% mía. No acepto copias ni adaptaciones, de lo contrario serás denunciadx.