Capítulo 1: La orden.

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Es un día como pocos.

Japón no es exactamente un país lluvioso, pero eso no lo salva del clima que se vuelve caprichoso a veces, pintando el cielo de un gris oscuro, llamando a Zeus para que los truenos y relámpagos estén presentes y dejando que la fuerte lluvia caiga en las calles de la ciudad, imposibilitando así la mayoría de las actividades.

Hoy es uno de esos días, uno en el que el agua que fluía del cielo era tan poderosa que incluso la vista más aguda se vería afectada.
Uno de esos días en que todos se quedaban en casa porque entre la lluvia, los rayos, el campo de visión corto y las calles resbaladizas, salir a trabajar o hacer cualquier cosa era realmente peligroso.

Shouta Aizawa no podría estar más feliz de que fuera así, no se consideraba una persona perezosa, pero si podía quedarse en casa para dormir el mayor tiempo posible en lugar de cumplir con sus responsabilidades, lo prefería de esa manera.

Además, parecía que habían pasado años desde que tuvo un día a solas con su esposo.

Había estado casado con Hizashi Yamada durante un promedio de 2 años.

Una vez que los dos pudieron establecerse como héroes profesionales, conseguir trabajo en la misma escuela donde habían estudiado y comprar un apartamento para ambos, después de aproximadamente un año, Hizashi fue el primero en dar el paso para hacer que su relación fuera más formal.

Habían estado saliendo desde su tiempo en la UA. Durante todo el primer año permanecieron en una especie de coqueteo perpetuo, alrededor de su segundo año Shouta fue el primero en besar a Hizashi, quien se volvió loco y le pidió una relación más estable que duraría todo el tercer año, permaneciendo juntos incluso después, mientras escalaban las montañas al heroísmo profesional.

Más tarde, cuando Shouta consiguió su trabajo en la UA como profesor, Hizashi lo siguió usando sus habilidades en inglés para ser aceptado fácilmente.

A veces, Aizawa se preguntaba cómo Yamada podía manejar una vida como héroe profesional, maestro en la UA y presentador de un programa de radio bastante popular sin colapsar por la fatiga en algún momento.

Es por eso que está agradecido por ese tipo de días, donde los dos tuvieron la excusa perfecta para quedarse en casa para descansar, como no lo habían hecho durante tanto tiempo.

Shouta se revolvió en la cama, totalmente indispuesto a levantarse tan temprano a pesar de que su esposo ya estaba más que despierto y preparando el desayuno. Podía saberlo gracias al ruido que llegaba a sus oídos desde la cocina y al aroma que invadía delicadamente sus fosas nasales.

Sin embargo, sabía que no podía vivir en la cama, incluso si quería hacerlo, necesitaba levantarse y comer para sobrevivir. Así que aún luchando con las sábanas que lo ataban, se levantó.

Bajo de las escaleras entre bostezos y tal como se lo había imaginado, Yamada ya estaba en la cocina, con su cabello generalmente despeinado atado en una cola de caballo un poco extraña, con mechones que sobresalían por aquí y por allá, pero que de alguna manera lograban verse perfectos.

Aunque tal vez fue solo Shouta, pensando que todo lo que Hizashi hiciera sería perfecto.

Su esposo notó su presencia rápidamente, volviéndose hacia él con una sonrisa y mirando la cafetera, donde el delicioso café tostado oscuro de Aizawa estaba listo, antes de regresar a su trabajo en la sarten.

Esa era otra cosa que amaba de su relación, el hecho de que ambos pudieran entenderse sin palabras, una ventaja notable en sus batallas; cuando peleaban lado a lado no tenían que perder el tiempo ideando un plan en voz alta, porque solo con un par de miradas y gestos le dirían al otro lo que tenían que hacer.

Pequeños cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora