Los dragones

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Luego del intento de asesinato por parte de Natsu en contra de Icht y de que todos lograsen calmar a la madre encabronada, se dedicaron a cambiar los planes que tenían para el entrenamiento debido a las nuevas circunstancias que acababan de descubrir. Pasaron todo el teórico al principio y junto en vez de a plazos para poder practicar lo estudiado y la práctica para algo después de que Natsu diese a luz y se recuperase.

Siguieron esa rutina a lo largo de dos meses. Natsu, con sus cuatro meses de embarazo recién cumplidos, se encontraba estudiando junto a su hermano diferentes hechizos mientras Gajeel entrenaba sus poderes de dragon slayer con Irene cuando los guardias aparecieron anunciando sobre unos extraños intrusos que desprendían una gran aura de poder en las afueras del reino.

Todos bajaron corriendo a las lindes del reino, si tenían tanto poder como para asustar a los guardias debían de ser peligrosos y, si así era, debían eliminarlos.

Cuando llegaron se encontraron con tres personas que, como habían dicho los guardias, desprendían una gran aura de poder. El primero era un hombre alto y de facciones afiladas acompañadas de una gran sonrisa, de largo cabello rojo sangre al igual que sus ojos, llevaba una ropa de un estilo similar al que antaño usaba Natsu y que ahora no puede usar debido al embarazo, al igual que él, llevaba una chaqueta de un jukata sin abrochar dejando ver su torso muy bien trabajado, unos pantalones de cortos de color negro y unas sandalias.

La segunda era una mujer con una altura algo menor a la del primero pero aun así alta, de pelo algo corto y azul claro cuál cielo, sus facciones al igual que el anterior eran afiladas, pero con un tono dulce, sus ojos eran de un tono azul casi blanco. Vestía un kimono de tonalidades azules y blancas sin estampado dándola la apariencia de una reina o diosa.

El tercero y último era más o menos de la misma altura que el primero. Su rostro estaba repleto de piercings y un par de cicatrices, tenía una expresión aburrida similar a la que siempre tiene el dragon Slayer de hierro, acompañada de un pelo corto de color gris opaco. Llevaba una camisa de botones sin mangas de color negro junto a unos pantalones y botas negros, ambos de combate.

Luego de observarlos por unos instantes Zeref dio unos pasos al frente para hablar con los desconocidos.

Zeref: Decidnos quienes sois y a que habéis venido a mi reino - demandó el pelinegro más bajito de los que allí se encontraban.

Los dragon slayers más jóvenes percibían un aroma familiar. Natsu sentía un olor picante y fuerte, como el que una vez tuvo su padre antes de morir. El olor que Gajeel sentía era uno más leve, uno como hierro fundido y óxido.

Por ahora hasta que se presenten los llamaré por su color de pelo.

Azul: No hemos venido en busca de pelea - dijo la bella dama de pelo azul - Mis compañeros querían ver a sus cachorros.

Irene: ¿Y se puede saber por qué nosotros tendríamos a vuestros cachorros? - preguntó alterada, el olor de esas personas le recordaba al suyo propio y si no se equivocaba se llevarían al par al que había cogido tanto cariño en los últimos meses.

Gris: Ya debes de haberlo descubierto Irene, reina de los dragones - dijo el hombre fijando su mirada en la pareja de dragon slayers.

Irene: ¡No podéis llevaros a los mocosos! - grito poniéndose frente a los chicos en posición de pelea - ¡Ellos son felices aquí!

Rojo: No pretendemos llevarnos a los cachorros, solo queremos conversar - dijo nervioso y con los brazos levantados en son de paz.

Invel: ¿De qué? - dijo poniéndose enfrente de la pareja de dragon slayers en posición de ataque al igual que sus compañeros spriggan.

Azul: De la batalla de Tártaros y nuestra despedida y lo que creímos que era nuestra muerte - dijo seria.

Gajeel: No recuerdo veros ni vivos ni muertos en ningún momento de la batalla - dijo hablando por primera vez desde que se encontraron frente a los magos.

Gris: Nos visteis en nuestra forma original - dijo de lo más indiferente - como dragones.

Zeref: Los únicos dragones que había allí eran los padres de todos los dragon slayers que se encontraban luchando y todos murieron, yo mismo lo comprobé - dijo muy convencido, pero como no iba a estarlo si era uno de los más grandes magos de la historia.

Rojo: Pues comprobaste muy mal - dijo con sorna y una sonrisa burlona se instaló en su cara - y te lo puedo demostrar.

El hombre pelirrojo se separó del grupo y un temblor comenzó a propagarse por la zona, el suelo se abrió y lava comenzó a salir de la grieta para empezar a envolverlo. El bulto que ahora era el hombre cubierto de lava comenzó a crecer hasta superar por mucho los grandes árboles que sirven como barrera ante los enemigos del reino.

El bulto extendió unas grandes alas de color carmín deshaciéndose así de la lava que lo rodeaba, pero sin llegar a salpicar a los demás magos que estaban presentes. Cuando toda la lava se desvaneció de su cuerpo se vio un magnifico dragón de color carmín con una cicatriz en forma de estrella en el centro de su pecho.

Entre la mezcla de hormonas, cambios severos de humor culpa del embarazo y el ver de nuevo al dragón que lo crío no pudo evitar llorar como solo hizo cuando lo vio morir frente a él, la única diferencia ahora es que sus lágrimas eran de felicidad.

Natsu: ¡Igneel! - gritó corriendo lo mejor que podía con su vientre hacía su padre para darle un abrazo a una de sus patas delanteras pues a lo único que llegaba.

Igneel: Hola cachorro - dijo volviendo a su forma humana para poder abrazar a su hijo adoptivo.

El hombre de cabello gris que ahora podían identificar como Metalicana se acercó al dragon slayer de hierro e hijo suyo y le dio un abrazo paternal y todo el cariño que su corazón de metal podía dar.

Si le preguntaseis hoy día a Gajeel, él os lo negaría, pero yo puedo aseguraros que se le cayeron un par de lagrimillas.

Cuando empecé la historia todavía no se había empezado la nueva saga de fairy tail y yo no la he visto, así que no esperéis que siga la línea de la historia original.

No me lo espereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora