Rapsodia somnolienta

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Conocí una vez a una mujer que solo era feliz mientras dormía. La realidad le pesaba tanto que le era imposible procesarla, todo por un autoinfligido defecto: la incapacidad de amar. Decía que su corazón nunca le había dedicado algún tipo de cariño especial a alguien y que, aunque quisiera, nunca lo haría, ya que era estéril como tierra aledaña al mar, ya que era infértil como un amor unilateral.

Por eso, para no recordar todas las fallidas travesías que carnalmente había experimentado, dormía, tanto como pudiera, tanto como su conciencia lograra soportar. Es compresible su tormento y la respuesta que le daba a él, después de todo, ser humano y portar un gran corazón, son afecciones que requieren anestesia, algo que el dolor pueda mitigar.

Era simple desaparecer temporalmente, matar la psiquis un rato, para que así no la matara, para que su propia mente no terminara con lo poco sano de ella. Lo triste es que sí era feliz despierta. Cuando abría sus ojos, negros como las mentiras en las que se ahogaba, por unos pocos segundos de desorientación somnolienta, era libre y con la luz del amanecer su corazón se iluminaba...

Hasta que recordaba quien era, hasta que recordaba que la atormentaba.

Asfixia por Sinestesia [POEMAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora