Asfixia por Sinestesia [POEMAS]

Fin

A mis queridos lectores y a cualquier otro extraño que pase por aquí:

Sé que les dije que iba a haber una cuarta parte, pero la verdad no creo poder redactarla, al menos no de corazón. Por eso me detengo, ahora que mis poemas no están vacíos.

Me despido.

Estas letras llegaron en un momento en el que mi vida, si bien no se desmoronaba, cambiaba tan rápido que daba la impresión de que eso era lo que hacía. Una pandemia apreció en el mundo y retrasó las pruebas para las que por tanto tiempo me preparé, lo que podría llamarse mi primer amor, quedó tan molesta con nuestra última conversación que me dejó de hablar de por vida y yo pasé por una crisis en la que no paraba de preguntarme a mí mismo que quería hacer con mi futuro.

Fue duro, me enfermaba casi todos los días, tanto del estómago como de los ojos o la cabeza. Me recordó lo ligada que está el alma con el cuerpo. Sin embargo, gracias a cada párrafo que aquí escribí, mucha de la presión que me aplastaba, se iba. Las letras me dieron un rumbo y me ayudaron a recuperar el enfoque que antes tenía, creo que incluso a mejorarlo.

Asfixia por Sinestesia es un trabajo crudo, con una prosa tosca y sin pulir, pero me encanta y me llena de orgullo saber que estos poemas raros fueron redactados por mí y que llevan mi nombre, o al menos el que elegí para que me conocieran. Espero algún día poder darles más y poder provocar en ustedes más emociones, en serio que si.

Gracias a mi mejor amiga por soportar mis locuras, solo ella las entiende. Disculpas a mí hermano por copiar su estilo y por arrastrarlo a mis días de depresión, él me arrastraba a los suyos así que supongo que estamos a mano. Gracias a mi madre que revisó cada una de mis incoherencias para que no tuvieran muchas faltas de ortografía, posiblemente ella sea la responsable de mis rarezas.

Gracias a ustedes, lectores, por llegar hasta aquí. Habiendo tantas obras de arte por leer, que le hayan dedicado un minuto de su tiempo a este libro, significa todo. Por eso, gracias.

Sinceramente suyo: Samuel Baldrich.

PD: En otro libro, tal vez en una historia, pero nos volvemos a ver...