CAPÍTULO 9

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CAPÍTULO 9

El doctor Baymax deslizo un dedo por su pantalla personal, revisando las historias clínicas de los pacientes.

Hombre. Treinta y uno años. Tenía 2 hijos, pero no había registro o fotografía de una esposa. No tenía empleo. Fue atacado por el hechizo hace 2 semanas luego de a ver regresado de un viaje a Japón. Después de enterarse de esto tuvo un accidente de auto al correr por las calles alterado.

Había demasiados puntos en su contra tenía que admitir, y el doctor Baymax no podía explicárselo a cualquiera. Sacando la lengua entre los dientes, de su boca salió un bufido de frustración.

-¿Qué opina, doctor?-pregunto la asistente de ese día, una chica de color cuyo nombre casi no lograba recordar y era un poco más baja que él, al menos por diez centímetros. Le gustaba darle tareas que la mantuvieran sentada mientras trabajaba.

-Demasiado viejo-dijo, arrojando la pantalla sobre la repisa que había junto a la ventana de observación.

Al otro lado del vidrio, el paciente se encontraba acostado en una mesa de laboratorio. Se veía tranquilo, pero tamborileaba frenéticamente los dedos sobre los cojines de plástico. Sus pies estaban desnudos, pero una ligera capa trasparente le cubría todo hasta las rodillas. El hechizo estaba muy adelantado.

-¿Demasiado viejo?-dijo la asistente. Se puso de pie y se aproximó a la ventana, para después agitar delante de el su propia pantalla- ¿Ahora treinta y uno se le hace viejo?

-No es de utilidad-

-Doctor, este será el quinto paciente de prueba que rechaza este mes. No podemos continuar asi.

-Tiene 2 hijos. Lo dice justo aquí-

-Por supuesto, unos hijos que podrán comer esta noche gracias a que su padre tuvo la suerte de ajustarse a nuestro perfil-Soltó un pequeño suspiro antes de continuar-doctor, esto es mejor que hacer pruebas en personas que no tienen el hechizo, nuestra única oportunidad de encontrar la forma de resolver esto es mediante a las personas que, bueno, ya están en proceso de la magia ¿De verdad quiere dejarlo ir?-

El doctor Baymax lanzo una mirada furibunda hacia la habitación de cuarentena: un ligero gruñido resonaba en el fondo de su garganta. Echo los hombros atrás, se acomodó la bata de laboratorio.

-Dele el placebo-

-Pero por... ¡No está enfermo!-

-Ya lo sé, pero si no le damos nada, nuestro querido príncipe se preguntara que estamos haciendo aquí abajo. Ahora por favor entréguele un placebo y envié un reporte después para que al fin pueda ir sé por dónde vino-

La chica bufo y fue a tomar un frasco etiquetado de una repisa.

-Exactamente ¿Qué estamos haciendo aquí abajo?-

El doctor Baymax alzo un dedo, haciendo que la chica le dirigiera una mirada de irritación ocasionando que se le olvidara de lo que estaba a punto de decir.

-Una pregunta... ¿Cómo dijiste que te llamas?-

La joven soltó un bufido torciendo los ojos.

-¿Es en serio? He sido su asistente cada miércoles durante los últimos 5 meses-

La chica cerró sus ojos suspirando de resignación mientras apoyaba su espalda contra la pared y se cruzaba de brazos. Baymax de reojo volteo a verla, por su apariencia podía deducir que tenía unos veinte y cuatro, era de piel morena y de un cabello castaño que podría confundirse con negro. Entonces un recuerdo se le cruzo por la mente. Aquel sujeto que salía de la oficina del príncipe.

Love Petals - HiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora