CAPITULO 14

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Capítulo 14

La cara que puso Ernesto cuando Miguel entró al departamento casi hizo que valiera la pena toda la horrible experiencia. Cuando el entró, Ernesto lo miró boquiabierto.

—Miguel—dijo Ernesto y apoyo su pantalla portátil sobre la mesa lateral—. ¿Cómo estás...?

—Hicieron varias pruebas y decidieron que yo no era lo que necesitaba, así que me enviaron de vuelta—Miguel sonrió forzadamente—. No te preocupes: estoy seguro de que de todos modos reconocen tu noble sacrificio. Quizá te envíen un comunicado de agradecimiento.

Ernesto se levantó, mirándolo con desconfianza.

—¡No pueden regresarte!

—Creo que tendrás que interponer una queja formal. Lamento haber llegado tan repentinamente. Veo que estas muy ocupado en las labores del hogar. Si me disculpas, creo que mejor voy a tratar de ganarme el sustento, para que no te apresures tanto la próxima vez que encuentres una manera cómoda de deshacerte de mí.

Dante asomaba su brillante cabeza desde la cocina, con el sensor blanco centellando por el asombro. Miguel se sorprendió por la rapidez con que sus emociones pasaron de la amargura al alivio. Por momentos había llegado a pensar que no lo volvería a ver. La alegría momentánea se disipó cuando Ernesto corrió al pasillo detrás de Miguel.

—¡Miguel, alto!

Aunque sintió la tentación de ignorarlo, se detuvo y giró para encarar a su tutor. Se miraron fijamente uno al otro. Ernesto movía la quijada, luchando con su sorpresa. Se veía envejecido, años mayor de lo que era.

—Voy a preguntar en el centro de investigación para comprobar lo que dices y asegurarme de que no estés mintiendo—le dijo—. Si hiciste algo... sí arruinaste la oportunidad de salvar a María...

Miguel apretó fuertemente sus puños ¿Desde cuando el se a preocupado por el bienestar de ambos? ¿Cuándo fue la vez que se le ha ocurrido preguntar cómo les había ido? Pura mierda pensó.

—¡Mas inútil resultaste ser mocoso!

Echo los hombros atrás y se apoyo en el quicio de la puerta.

—¿Qué mas quieres que haga? —Exclamó con un grito Miguel como respuesta, agitando ambas manos—. ¡Bien! ¡Llama a los investigadores! No he hecho nada malo. Fui ahí, me hicieron pruebas y me descartaron. Como lamento que no me hayan enviado a casa en una caja de cartón, si acaso es lo que estabas esperando.

—Tu posición en esta casa no ha cambiado, y creo que no me parece que el huérfano que acepte en mi propia casa me este hablando de esta manera tan estúpida.

—¿No me digas?—Dijo Miguel—. ¿Quieres que te haga una lista de todo lo que no me gusto que me hicieran hoy? Me clavaron agujas, me pusieron cables conectados a la cabeza y me metieron una sustancia...—se contuvo, no quería que Ernesto supiera la verdad de todo esto, sobre su verdadero valor —. Francamente, no me importa tanto lo que haces y ahora no me siento agradecido. Has sido tú el que me ha traicionado, cuando yo no te he hecho nada malo.

—¡Cierra tu maldita boca! Tu mas que nadie sabe bien el daño que nos hiciste.

—La muerte de Imelda no ha sido culpa mía —dijo y volteo la cabeza. Enojarse le hacía doler la cabeza.

—Bien —dijo Ernesto, sin que su voz perdiera superioridad—. Así que has vuelto. Bienvenido a esta casa, Miguel. Pero en tanto sigas viviendo en mi casa, continuaras obedeciendo mis ordenes, ¿has entendido?

Miguel coloco su mano en la pared, con los dedos extendidos para poyarse.

—Obedecer tus órdenes. De acuerdo. Como por ejemplo "Miguel matate todo el día trabajando en esa zapatería para que pueda pagar mis deudas" Claro, entiendo a la perfección — miró sobre su hombro, pero Dante había vuelto a meterse en la cocina —. Estoy seguro de que comprenderás que acabo de perder medio día de muy buenas horas laborales, así que lo mas conveniente es que me prestes tu Tableta para que me ponga al corriente. Eso no te importa, ¿verdad?

Love Petals - HiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora