Saciada su hambre con las delicias del huerto, Ágata teje una cesta con enredaderas, llenándola con dos frutos de cada árbol. Sonríe al imaginar la cara de su hermano y su madre al probar la dulce cosecha.
Mientras se entretiene cortando las manzanas más grandes que pueden alcanzar sus brazos cortos, una traviesa ardilla roba un ramillete de uvas de la cesta, huyendo con ellas al interior del castillo. Ágata le persigue por mero instinto, abandonando su botín al pie del árbol.
Al perder de vista a la ardilla, recorre el castillo de esquina a esquina buscandola, y para su sorpresa encuentra entre sus muros habitantes muy especiales. No hay lugar más fascinante que el que alberga vida en su seno. De los balcones de piedra penden panales de abejas tan grandes como barricas de vino, rebosantes de miel color ámbar que corre por las paredes del castillo hasta confluir con el caudal del río, proveyendo de aguamiel a todas criaturas de la pradera.
En lo alto de las torres destruidas, se elevan imponentes nidos de pájaros como ciudades flotantes, engalanadas con florecillas, botones, dedales, listones y las coloridas plumas de sus huéspedes; todo ello unido con finísimos hilos de plata. Ágata observa complacida como los canarios se saludan levantándose el sombrero hecho con la cáscara de un pistacho.
De todas las cosas fantásticas que pudo ver en el huerto, sola una parece esconder un misterio. La estatua de una fuente que se ha secado espera con los brazos abiertos medio del enorme salón principal redeado por doce arcos de cuyas columnas descienden espirales de nácar y coral. De lejos el rostro de la escultura se ve como el de ella, y de cerca también. En el fondo de la pileta miles de mariposas yacen inertes.
El desagradable descubrimiento le hace recordar que ha dejado a Elisa sola por horas. Angustiada al pensar que la echarán como a un perro con sarna, corre de regreso al laberinto, no sin antes recoger su cesta con frutas. Afuera sigue la lluvia.
Al cerrar la puerta, la serpiente rota a su posición original mientras el resto símbolos se dispersa. Intenta cruzar los muros como antes pero es imposible. Comienza a buscar la salida frenéticamente sin darse cuenta que lo único que lleva en la mano es una rama torcida y seca. Cuando por fin logra llegar a la mansión, Lina le sale al encuentro arrebatandole la rama y entregándole una charola con comida.
- Llévale el desayuno a la señorita. Uno de los platos es para ti. A ver como le explicas llegar así después de las consideraciones que ha tenido contigo.Ágata camina tiritando, mientras el jugo amenaza con derramarse. Ella misma no entiende si tiembla de frío o de miedo.

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El Silencio De Ágata
FantasíaVerona, Italia 1910. Ágata, una chica sordomuda, es contratada como criada en una elegante mansión para servir exclusivamente a Elisa, la hija de los amos quien sufre una extraña enfermedad. Durante una de las largas siestas de Elisa, Ágata decide...