FIRST DATE I//Editado//

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Becky's POV

Me acerqué a Liam, quien tenía los ojos cerrados. Se había quedado dormido allí sentado.

Me agaché para despertarle suavemente. Pero me salió mal, ya que en cuanto lo moví un poco pego un brinco y me dio un cabezazo tirándome al suelo.

—Los siento, Becky. ¿Estás bien?—dijo poniéndose de pie mientras yo asentía confirmándole que estaba bien.

Luego me ayudo a mí y me guío al interior de mi habitación, donde me obligo a sentarme en mi cama.

—Solo ha sido un cabezazo, sobreviviré—dije en broma.

Él me miro con el ceño fruncido, como si creyera que estaba mintiendo. Pero era verdad, no era más que un simple golpe, ni siquiera me dolía.

Ninguno dijo nada durante un buen rato. Pero no se sentía incómodo aquel ambiente callado.

—Lo siento—dijo él rompiendo el silencio.

—Ya te he dicho que ha sido...

—Por eso no. Por lo de anoche.

Don perfecto me estaba pidiendo disculpas a mí. ¡A mí! Y por ser él mismo. ¡Ja!

Creo que esto va a resultar más fácil de lo que creía.

—No pasa nada. A mí no me importa. Somos amigos y sé cómo eres—le sonreí para demostrarle que no le daba importancia.

— ¡Pero me beso ella!—era muy divertido verle tratando de explicarse y quedar como un chico decente, como si debiera darme explicaciones.

Me reí para darle un poco de hierro al asunto, para ponerle más nervioso.

Se volvió a formar un silencio cuando deje de reír, pero por alguna razón, este fue incómodo.

—Hagamos algo tú y yo, solos. Este sábado nos dejan salir del campus—me propuso Liam de repente.

— ¿Qué gano yo con eso?

Él me miro con la ceja alzada y se encogió de hombros. A continuación se acercó a la puerta de la habitación y agarro el pomo de esta.

—De acuerdo. El sábado iré contigo.

Él se giró y me dedico una sonrisa de triunfo.

—Bien, Becky, así me gusta—me guiño un ojo—. Nos vemos.

Y se marchó sin más de mi habitación, dejándome ahí sin más.

Llego el sábado después de la que resulto una semana de lo más entretenida. Y que resulto serlo, debido a que tuve a Liam detrás de mí las veinticuatro horas del día, como un perrito faldero. Me trataba mejor de lo que nunca había tratado a ninguna chica. Se me hacía extraño, pero no lo desaprovecharía.

Había sido una buena semana sin ninguna duda y estaba segura de que pronto lo tendría comiendo de mi mano.

De repente, poco antes de ponerme a prepararme para la cita, alguien llamo a la puerta de mi habitación. Resulto que era Marcus, quien solo asomo ligeramente la cabeza por la puerta sin abrir esta mucho.

— ¿Ya te has rendido?—pregunto desde su pequeño ''escondite'' detrás de aquella puerta.

—No, Marcus, no me he rendido—rodé los ojos, exasperada—. Y deja de decirme eso a cada segundo, no pienso rendirme.

Sin decir nada más, Marcus se fue cerrando la puerta de forma un tanto dramática.

Pero no pasaron ni cinco segundos, cuando Lena, Martha y Jazz, entraron en la habitación.

— ¿Qué te vas a poner?—pregunto Jazz sentándose delicadamente en mi cama, siempre me sorprendía lo muy refinada que siempre parecía, aunque cuando íbamos de fiesta era todo lo contrario.

Yo le señalé el short negro, el top rojo con detalles en blanco que tenía perfectamente doblado encima de la cómoda y mis vans con la bandera británica en el estampado, que estaban al lado de mi cama.

Me ayudaron a prepararme, porque según ellas al ser mi primera cita, no sabría cómo peinarme o maquillarme.

Que ingenuas las pobres, se piensan que nunca he tenido una cita. No soy ninguna mojigata.

Cuando acabaron de emperifollarme Martha y Jazz se marcharon a sus respectivos cuartos, ellas también debían prepararse para una salida de chicas. En esta academia, los días que nos dejaban salir a la ciudad, era un milagro si quedaban los guardias en el interior. Y no iba a echar a Lena de su propio cuarto, ¿no?

Al rato apareció Liam, tocando con tres suaves golpes en la puerta. Se veía bastante atractivo fuera del uniforme de nuestra academia.

—Hola, Liam—le sonreí.

—Ho-hola, Becky—se había puesto nervioso. Que chico más raro—. ¿Nos vamos?

Salí de la habitación siguiendo a Liam por el pasillo de nuestra planta hasta las escaleras y luego atravesamos la puerta del edificio saliendo al exterior, donde hacia un soleado y cálido día.

Continuamos nuestro camino dirigiéndonos al aparcamiento principal de la academia, donde siempre estaban los coches de los alumnos, mejor cuidados que los de los profesores, cuestión de dinero, supongo.

Lo de tener un aparcamiento para los alumnos era algo que no entendía, ya que solo salíamos una vez al mes del internado, eso si teníamos suerte y no se encontraba el decano en las instituciones.

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