3 La lista negra

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Lista de cosas horribles (que se empeña en hacer mi mamá)

1 Quiere más al jitomate que a mí. Ella dice que «igual», pero yo sé que no es verdad. No es justo. Yo ayudo a poner la mesa, bajo la basura, compro el pan y dejo mi ropa en el cesto junto a la lavadora. El no hace nada de nada (nunca).

2 Es simpática y cariñosa con los otros niños. Con todos, da igual que sean los de mi clase, los del otro grupo, los hermanos pequeños y mayores de los de mi clase (o los hermanos pequeños y mayores de los del otro grupo), los hijos de los vecinos, y hasta los desconocidos si tienen menos de 14 años y, sobre-todo -pero- sobretodo, con Val. A Val siempre le regala libros y la llama cariño.

3 Es la propietaria de la librería Bukulandia. Por eso está obsesionada con que todo el mundo lea (en especial, yo). No me parece tan normal, porque papá es director de un banco y no se pasa el día diciéndome que tengo que ahorrar.

3 No me deja comer lo que me gusta. Echa pimiento a la pizza. Me compra golosinas una sola vez por semana. Hace cremas de verduras raras como el calabacín o el apio. Se pone muy pesada con que pruebe comidas asquerosas (peces, conchas, palitos de cangrejo, alcaparras...) y nunca, pero nunca, me deja repetir postre de chocolate.

5 Limita mi vocación artística y mi libertad doméstica. Es decir: no quiere que pinte con acuarelas en casa ni me deja tomarme la leche achocolatada en el sofá.

6 Se pasa el día diciéndome que tengo que ser responsable (puede decirlo hasta doce veces en 10 horas). Yo odio esa palabra, a pesar de que ahora ya sé lo que significa. Cuando no conocía su significado, la odiaba más aún.

Voy a explicar esto último.....

Durante mucho tiempo pensé que responsable era una profesión, igual que ser maestro o ser bombero. De pequeño me daban miedo los mariscos, las langostas y los cangrejos vivos que veía en el mostrador de la pescadería. Temía que saltaran y me agarraran la nariz con una de sus pinzas gigantes llenas de aristas puntiagudas. También me daba un poco de miedo el pescadero, que tenía una panza muy gorda y se la sujetaba con un delantal muy apretado, lleno de manchas. Cuando me descubría mirando, siempre cogía uno, me lo acercaba y decía:

—No pasa nada, tócalo🦞🦀.

A mí, aquellos bichos feos me asustaban más que la oscuridad del pasillo y los ruidos de las tuberías del baño juntos. Una vez, cuando entramos en la pescadería, encontramos al señor del delantal atándoles las pinzas a los bichos con cinta adhesiva. —¿Por qué lo hace? —le pregunté a mi mamá. —Porque es responsable —contestó ella, mientras estudiaba con mucho interés un montón de conchas.

Esa era la razón por la que yo no quería ser responsable. No quería ni imaginar tener que tocar las pinzas de los bichos. Qué miedo (es complicado pero, a veces los niños necesitamos dos años para entender algo, y al final lo conseguimos, todo es cuestión de no perder la confianza en nosotros).

Bueno, el caso es que cuando busqué en el diccionario lo que significaba responsable, tampoco me gustó nada: "que pone cuidado y atención en lo que hace o decide". Igual hubiera sido más divertido tocar pinchos de los bichos en la pescadería.

La lista de cosas horribles (me salieron seis, pero solo por falta de tiempo) 🤔 la escribí en la trastienda de Bukulandia aquel mismo sábado, mientras el jitomate dormía y yo le vigilaba esperando a que llegara la hora de cerrar. Esperar en la trastienda a que llegue la hora de cerrar es horrible. Y más aún cuando tu mamá acaba de decirte que te va a preparar pizza de cuatro quesos para cenar (mi plato favorito) y tú sientes que tus remordimientos se expanden como un mar de mozzarella recién fundida😋.
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Sé que esto es totalmente diferente a las lecturas habituales, pero me parece un divertido viaje a la infancia de todos y a como vemos las cosas.
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