6 Qué presión

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Val, la pelota, y el jitomate usurpa-amigas

—¿Cómo fue? ¿Cómo fue? ¿Cómo fue? —preguntó Val por la mañana, nada más verme.

—No pude. Me rajé en el último momento —expliqué, sin atreverme a mirarla a sus ojos azules.

—¿Quéeee? — puso cara de catástrofe intergaláctica—, pero ¿por qué?

—No sé... En el último momento no lo vi claro. Me dió por pensar y. . .

—Ya veo que no puedo separarme de tí ni cinco minutos. La próxima vez iré contigo.

Me pareció una estupenda conclusión, siempre me gustaba estar con ella. En ese momento, sonó el timbre que anunciaba el inicio de las clases y nos colocamos en la fila de tercero.

—Hoy, en la hora de informática, miraremos tu correo. Creo que tienes otro mensaje... ¡Y esta vez no voy a dejar que te eches atrás!

—¿Y tú cómo sabes que. . . ?

—Ahshsh!!!, es un presentimiento Juls!

Todo aquello me parecía muy misterioso, además de imposible: teníamos terminantemente prohibido acceder a internet desde el aula de informática.

—Nos van a castigar—advertí a Val, que siempre se veía con ánimo para todo.

—Lo voy hacer yo ok!. Será facilísimo.

No hay nada, por difícil que sea, con lo que Val no se atreva. Y tampoco hay nada, por difícil que sea, que haga mal. Se le dan bien hasta las operaciones de alto riesgo, como la de aquel día en el aula de informática. Estábamos sentadas bastante lejos una de la otra. De pronto, me di cuenta de que me hacía señas con la mano, para que la mirara.

—Rápido, dame tu contraseña —susurró con urgencia.

Había aprovechado un momento de distracción de Mateo, el profesor, para abrir la página principal de mi correo y, antes de que pudiera advertirle de que se la estaba jugando, ya estaba en mi bandeja de entrada, moviendo los brazos como un molino de viento, loca sin parar.

—Tienes un mensaje nuevo! ¡Tienes un mensaje!

Lo apuntó en un papel. Cerró la ventana antes de que la descubrieran. Dijo que tenía que ir al baño y dejó caer el pedazo de hoja cuando pasó por mi lado. Val es la mejor de verdad.

En el papel leí:

**Hola, GranDurazno

No tengo dinero ni sé cuánto vale una mamá, pero se me dan bien las matemáticas y el inglés, te ofrezco hacerte los deberes durante todo un curso (incluidos los de inglés). Si te interesa, te espero el lunes a las cinco, al lado de los contenedores.

Firma: Superniña

Tremenda oferta, un curso completo sin hacer los deberes, incluidos los de inglés, era casi un sueño, una de esas ofertas casi imposibles de rechazar.

—¿Y bien? ¿Qué vas a decirle? Preguntó Val apenas terminó la clase.

—Tengo que pensarlo, dije

—Estupendo porque tienes todo el fin de semana para hacerlo. ¿Nos vemos mañana en Bukulandia?

Todo un fin de semana para pensar algo, en mi caso, no es mucho tiempo. Los sábados, mamá organiza sesiones de cuentacuentos en la librería. Val no se pierde ni una, es una de las espectadoras más fieles.

Aquel sábado, mi madre contó el cuento de El avión que se enamoró de la estrella más brillante, otro de los que me contaba de pequeña. Me lo sé de memoria.

Cositas En Venta TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora