8 Insomnio

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8 Pensar demasiado no me deja dormir

Pues así estaban las cosas: hechas un lío. Aquella noche, papá tenía ganas de estar tranquilo, mi mamá tenía dolor de cabeza y el jitomate tenía un mal misterioso llamado cólico no sé pero siempre le da eso. Bueno el caso es que mi mamá decidió que para cenar había leche con galletas y no me sirvió de nada decirle que no me apetecía la leche y que detesto las galletas sin sabor que dicen SODA (especialmente esas cuadradas que cuando se remojan parecen caca de periquito).

—Esto es lo que hay Juls, más tarde te doy otra cosita—dijo mi madre—. Y punto.

Cuando mi mamá dice «Y punto», se bloquea y no es capaz de seguir hablando. Es muy raro, porque hablar es su entretenimiento favorito. Por eso se lleva tan bien con Val.

Hablando de Val. Mi papá estaba en el sofá, con su ordenador portátil y la tele encendida. Yo me estaba lavando los dientes cuando le oí llamar a mamá como si tuviera mucha prisa:

—Lupe, ven, ¡corre!

Mamá fué a toda velocidad, preguntando si pasaba algo. Subieron el volumen de la tele. No les oía muy bien, pero escuché cómo papá le dijo algo a mamá que sonó como:

—¿Ese no es el papá de Val?

Luego, bajaron la voz y comenzaron a hablar en susurros. También bajaron el volumen el aparato. Antes de que lo hicieran, dejé de lavarme los dientes y presté mucha atención.

Era uno de esos programas donde cuentan cosas de la vida de los famosos. Hablaban del papá de Val y de Claudia Martin. Y también hablaban de denuncias, juzgados, y palabras locas así. No entendía nada.

Cuando mamá entró a darme un beso, la ví como preocupada. Me preguntó si había hablado con mi amiga esta noche. Le dije que sí.

—¿Sabes si está sola en casa?... A Val no le gustaba que dijera que estaba sola en casa.

—No lo sé, no me dijo, hablamos de otras cosas.

—No me mientas en esto, cariño. Antes me hiciste una pregunta muy rara. Piensa en que no ayudas a tu amiga ocultando información. Puede ser que la perjudiques mucho.

Los mayores tienen un montón de trucos para sacarte lo que ellos quieren saber. Temí que aquellas palabras fueran uno de ellos. La pregunta rara a la que se refería era la siguiente:

—Mamá, ¿Val podría vivir con nosotros durante un mes?... Mi madre negó con la cabeza, muy seria:

—Val tiene a su papá, Juls. Nosotros no podemos comportarnos como si fuéramos su familia, por muy amiga tuya que sea.... Resumiendo: que si las personas no son de la familia, importan menos.

Además, mi madre puede llegar a ser muy insistente. Me preguntó hasta tres veces más si Val estaba sola en casa. A los adultos no hay quien los entienda.

—De verdad, mamá, no lo sé. No me dijo, hablamos de nuestras cosas—mentí otra vez.

Mamá dejó escapar un bufido de resignación. Me tapó hasta las orejas y me besó en la frente.

—Hasta mañana, cariño. Sueña cosas bonitas.🙄

En cuanto salió del cuarto, me destapé. Odio tener la cabeza metida debajo de la colcha. No soy un cangrejo ermitaño. Aquella noche pensé tanto que no me dormí hasta muy tarde. Le había mentido a mi mamá con respecto a Val, y me sentía fatal. Unas horas antes, mi amiga me había llamado para decirme que Claudia se había marchado molestísima porque su papá y ella ya no eran novios.

—¿Y tú estás sola en casa? —pregunté, muerta de envidia.

—No, con Mamá. Que en este momento, ronronea encima de mi colcha.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Te vas a dormir?🤔

—¿Tú estás loca? ¡Claro que no Juls! No lo sé, a lo mejor me paso toda la noche conectada a internet viendo cosas.🧐

—¿Y tu papá?

—Está en Miami, grabando unos programas de televisión. Tiene trabajo hasta final de mes. Me mandó la compra por internet y me llama todas las noches. Dice que lo tiene todo controlado, chivis viene en la mañana a dejarme comida.🤮

—¿Y no te aburres?

—¿En internet? ¿Tú estás tonta Juls?🥴

La verdad era que Val me daba una envidia horrible. Hay una cosa peor que ir con mi madre y el jitomate a las sesiones de cuentacuentos de la biblioteca: ir con ellos al pediatra. Siempre tenemos que esperar, en una sala de espera llena de jitomates y sus madres (casi no hay hermanos), hasta que nos toca. Luego entramos en la consulta y siempre ocurre lo mismo: mamá desnuda al jitomate, él llora, el médico lo pesa, lo mide, lo escucha la panza, le mira las orejas con una luz y a veces lo vacuna. Luego, mamá viste al jitomate y regresamos a la librería.

Cada vez que toca pediatra, le pido a mamá que me deje quedarme en casa, que tengo deberes, que me duele la tripa o lo que sea, con tal de ablandarla un poco. Su respuesta siempre es la misma: No. Aún eres muy pequeña quedarte sola.😒

Mis protestas no valen de nada. Le recuerdo que ya tengo ocho años y medio, que voy sola al colegio, que sé como funciona todo, que no abriría la puerta por mucho que llamaran, que estaré estudiando todo el rato... Un día decidí intentar con el típico truco de «a mis amigos les dejan y tú a mí no» y dije:

—Val siempre se queda sola en casa y no pasa nada. Mi madre se volvió hacia mí, más seria que nunca, y dijo:

—Te aseguro que si Val fuera hija mía, no estarla siempre sola... Pero Val no es hija de mi mamá. Su hija soy yo. Por eso no me pierdo ni una sola de las visitas del jitomate al pediatra.

No sé por qué, pero esta respuesta me animó a rechazar la oferta de Superniña. Le escribí un correo electrónico y le dije que nada de lo que me ofrecía me interesaba. No quise darle demasiadas explicaciones, porque no quería que insistiera. En el fondo, hice lo mismo que mi madre: «No porque no».

Siempre aparece el típico despistado que acaba de descubrir que Val es hija de León Carvajal. Aquella vez fue un chico nuevo:

—¿El de Isla Tulum? —preguntó con aquella cara de tonto que siempre acompaña la pregunta—. ¿De verdad? ¡Que maravilloso!

Val giró sus bellos ojos azules y rebufó, harta.... Con resignación, contesto:

—Pues sí

—¿Puedes pedirle que me firme un autógrafo?... completo el tonto nuevo.

—No.

La respuesta le dejó un poco descolocado. Se quedó un momento callado, mirando a mi amiga. Y luego dijo:

—Qué suerte tienes. Ya me gustaría tener un padre así.

Hasta aquí, todo había sido normal. Val tenía su cara de paciencia-con-aburrimiento, como otras veces. El nuevo no daba crédito a lo que estaba oyendo, como si Val acabara de decirle que era hija de un habitante del planeta Júpiter. Y yo los miraba a los dos, y sabía en todo momento lo que iba a pasar. Pero aquella vez me equivoqué.

Aquella vez ocurrió algo imprevisto. De pronto, Val frunció el ceño, cerró los puños y levantó la voz: 😤🤯

—Pues no, ¡No es ninguna suerte! ¡Te regalo a mi papá ahora mismo, si lo quieres! —dijo gritando y llorando al mismo tiempo.

Luego se fue corriendo hasta el baño que encontró libre y se encerró, dando un portazo que resonó en todo el colegio. El nuevo me miró, desconcertado, y solo se le ocurrió preguntar:

—¿Que hice? Ahora..

Es muy tonto él no conoce a Val, el caso es que yo no podía entrar al baño estaba cerrado por dentro, y me pareció mucho más práctico pedirle al director que telefoneara a mi mamá y que ella hablara con Val porque se sentía mal. Tardaron un buen rato, pero finalmente mi mamá consiguió convencer a Val que saliera del cuarto de baño y explicara lo que le había pasado. Los esperé en el patio, preguntándome todo el rato dónde estaba el jitomate y ¿Cómo demonios había hecho mi madre para venir sin él? 💭🙄
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