Capítulo III: Bizcochuelo

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Voz de una chica: Eu, soy yo. ¿Me abres la puerta, pequeño dormilón?

En ese momento sólo tenía una pregunta que rondaba por mi cabeza: ¿Quién es? ¿Cómo sabe dónde vivo? y ¿Qué hace una chica a estas horas de la noche por aquí?

Voz de una chica: Dale, ¿me vas a abrir o no la puerta, Kail?
Kail: ¿Quién es?
Dell: La única chica en tu vida que se preocupa por vos y que te hace café con tostadas y mermeladas de durazno para desayunar y la que hace palomitas de maíz para mirar películas de dragones, disfrazados de dragones. ¿Alguna otra cosa más? ¿O esperabas a otra persona? ¿A otra chica?
Kail: Ouh, eras tú. Lo siento, me quedé dormido todo el día que la verdad ya no sé ni qué hora es.
Dell: Lo sé, soy tu hermana. Y conozco lo pendejo que puedes llegar a ser.
Kail: ¿Y qué te trae por aquí tan tarde por la noche?
Dell: Me preocupaba que el pendejo de mi hermano no estuviera comiendo nada por estar arruinando sus horarios de sueños, como lo hiciste un día que no despertaste por unas 50 horas y esperaba que no lo hicieras otra vez. Porque por alguna razón no contestaste tu celular, ni estás tan comunicado con el grupo hace unos días, sabiendo que eres el que participa más, el primero en decir para juntarnos pero siempre nos deja plantado porque o te quedaste dormido o apenas te estás preparando para salir de la casa.
Kail: ─suspiro y hago una mueca con la mirada hacia el cielo, rogando que olvide ese día─ Sigues molesta por la última juntada en donde tenía que llevar el bizcochuelo y nunca llegué, ¿no es así?
Dell: En simple palabras, sí. Pero bueno, algún día ya me vas a pagar el bizcochuelo. Te conozco.
Kail: Bueno, entonces... ¿Quieres una taza de café o pido una pizza para la cena?
Dell: Quiero mi bizcochuelo ─frunce el entrecejo al mismo tiempo que suelta una sonrisa─
Kail: Entonces pido la pizza para la cena y luego nos tomamos un café y hacemos un bizcochuelo. ¿Te parece bien?
Dell: Me sorprendería si no me conocieras tan bien. e.e

Luego de 20 minutos de espera al fin había llegado la pizza. Lamentablemente llegó un poco fría, ya que el local donde hacen las mejores pizzas, para mi gusto, quedaba a más de 25 calles de mi casa. Además de ser tan apetitosas, son económicas. Por cosas de la vida conocimos el local en una de esas tantas juntadas que tenía con mis amigos. El local no llamaba mucho la atención, pero es como se dice a veces: "apariencias engañan" y vaya que sí.
Puse las pizzas en el horno para que volvieran a tener su preciado y vívido calor, mientras le contaba a Dell lo que había pasado durante los últimos días desde que nos vimos de aquella fiesta de fin de semana.

Kail: Bueno, entre toda las personas la vi. Vi su cabellera y automáticamente algo me impulsó a seguirla, sin pensarlo me lancé hacia ella, tal vez para hallar una respuesta, para sacarme esa inquietud que se movía en el interior de mi pecho. Seguí mi "instinto" y no cabía duda, era la chica que hace tiempo no veía, pero no sé por qué mi corazón bombeaba tan fuerte como si quisiera salirse.
Dell: Okey, okey. Entonces estás diciendo que la chica te cautivó, así de la nada. Desde la primera vista, cuando hicieron "contacto visual".
Kail: Oh no, yo nunca dije que ella también me había visto.
Dell: Entonces solo tú la viste mientras que ella qué. ¿Se hacía la interesada en medio de la fiesta?
Kail: Bueno, quisiera creer que también se dio cuenta que yo estaba, ya que Marko estaba allí conmigo en la barra luego cuando ella se acercó a hablarnos.
Dell: ¿Se acercó a los dos, o sólo se acercó para hablar contigo?
Kail: Como sea. El punto es que se acercó, charlamos algo y luego..
Dell: Luego la besaste y vivieron felices para siempre.
Kail: ¡No! Claro no. No me tiro a la primera chica que se me acerca en el camino. Estuvimos hablando un poco del pasado, y de lo que fue de nosotros durante los últimos años que no nos vimos.
Dell: Ah, o sea que no te animaste a besarla por respeto a su relación de amistad ¿eso me estás tratando de decir? Yo creo que tuviste miedo.
Kail: Como digas. Vamos que ya están las pizzas y no quiero volver a meterlas al horno con la lija que tengo.

Al terminar las pizzas preparé el café y los ingredientes para hacer el bizcochuelo que tanto estaba ansiando, mientras que Dell me comentaba que el grupo andaba un poco distante, no había tanta comunicación como antes. A lo que respondí diciéndole que hay días en los que no todos están desocupados para charlar todo el tiempo en el grupo y que ya volverían a hablar una vez terminaran sus trabajos y actividades respectivas.

Dell: Lo sé, pero ni siquiera Marko me responde los mensajes que le dejo. Me lo esperaría de Julián o de Kevin. Si bien, él tiene sus tareas, suele responder en los tiempos libres que tiene.
Kail: Bueno, no lo sé. Tal vez esté terminando un juego. Ya lo conocemos. O hay días en los que desaparece, pero es para llamar un poco la atención o para que lo visitemos en su casa. No es la primera vez que lo hace.
Dell: Mmm... No lo sé. A ver, digo que no descarto la opción de que se haga el perdido, pero esta vez me preocupa de verdad.
Kail: Bueno, para que te quedes tranquila mañan vamos a la casa de Marko para ver si está todo bien. ¿Estás de acuerdo?
Dell: Gracias, pendejo de mi corazón.

Al otro día quedé con Dell a las 8am para reunirnos en la casa de Marko. Al llegar al lugar, notamos que las ventanas estaban abiertas, y eso ya era señal de que algo no estaba bien. Marko jamás es de levantarse tan temprano, y menos un viernes, que es uno de sus tres días en los que duerme hasta las 12 o 1 de la tarde. Rodeamos la casa y fuimos a su puerta trasera, al costado hay una maceta que siempre guarda una llave de repuesto para cuando se queda a fuera o cuando nosotros llegamos y él sigue durmiendo. Es la llave de emergencia, y sin embargo, esto lo era. Al entrar notamos a primera vista que los muebles estaban corridos, por la alfombra que estaba estirada y dada vuelta en una punta, la cual estaba manchada de jugo de naranja. Sin dar muchas vueltas decidimos subir hasta su habitación y estaba hecho un desastre, más de lo normal, porque Marko puede dejar desarreglada su cama, pero jamás descuidaría su escritorio, ya que es el principal espacio donde siempre está.

Dell: ¡Marko!
Kail: ¡Marko!
Dell: ¡Oye, Marko! ¿Dónde estás, pendejo?
Kail: Esto ya me está pareciendo demasiado raro. Primero, las ventanas abiertas. Segundo, los muebles fuera de lugar. Y ahora él no está. Sabiendo que jamás en su vida se despertaría tan temprano.
Dell: ¿Quizás salió a una fiesta y aún no llega a casa?
Kail: Podría ser, esperemos que en el mejor de los casos sea eso.

Al bajar las escaleras, fui a ver esa alfombra manchada con jugo. Entre la mancha noté que estaba algo húmeda, como si hubiese ocurrido hace no más de 6 horas. Y para mi sorpresa encontré trozos de cristal con un poco de sangre. ¿Se le habría caído el vaso y se lastimó? ¿Alguien lo golpeó e intentó limpiar esto?

La Chica de la Cabellera DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora