Capítulo VIII: Amour Propre

21 3 1
                                    

[Dell]: Ey, te espero con los chicos en el local de siempre para tomar un café, más te vale que no faltes pendejo. [8:55hs]
[Kail]: Ahí estaré. [9:03hs]

Dell había organizado una junta con Julián, Kevin y Ernesto. Hacía mucho que no nos juntabamos aunque sea para charlar, creo que esto me hará bien, estar con las personas que no veo hace tiempo y hablar cómo han ido durante el tiempo que estuvimos separados.
Saliendo de casa, a unas calles noté que mi perro había quedado afuera y me estaba siguiendo, por lo que tuve que volver hasta la casa para hacerle entrar.

[Dell]: No te quedaste dormido, ¿verdad? [9:30hs]
[Kail]: No, lo siento. Es que Buddy quedó fuera de casa y me tuve que regresar para hacerlo entrar. En unos minutos voy llegando. [9:32hs]
[Dell]: Oka, los chicos ya están acá. [9:37hs]
[Kail]: Okok. Pronto estaré allí. [9:40hs]

Llevando de regreso a mi perro noté que salía una camioneta negra cerca de casa. Así que decidí pegar la vuelta y entrar por la puerta trasera. El conductor del vehículo se habrá percatado también de mi presencia, porque no pegó la vuelta ni nada, sólo siguió su camino como si estuviese buscando otra casa. Hice entrar a Buddy, le deje alimento y agua. Cerré las ventanas y puerta con cerradura asegurándome que todo esté en su lugar por si llegase a entrar alguien. Salí de casa lo más rápido posible hacia el local donde estaban los demás. De camino hacia el local recibo una llamada, no era de sorprenderme que luego de unos días ella intentase contactarse conmigo. Rechacé la llamada, y nuevamente la hizo, a lo que volví a rechazarla. Hasta que la tercera no me quedó de otra que contestar la llamada, porque dudé muchísimo que parara de hacerlo.

[Kail]: ¿Qué pasa?
[Evelynn]: ¿Por qué ya no quieres hablar conmigo?
[Kail]: Ya te lo dije, me dejaste plantado en la cita del otro día y ni siquiera te dignaste a responder mis mensajes si ibas a llegar tarde o si estabas bien.
[Evelynn]: Perdoname, no pude responderte porque estaba ocupada.
[Kail]: Entonce, ¿por qué me dijiste para vernos en el Café si no ibas a poder? Y no sólo me avisaste, sino que también insististe para vernos ese día. Realmente no te entiendo. ¿Qué es lo que quieres?
[Evelynn]: Quiero que me perdones, te prometo que no lo voy a volver a hacer.
[Kail]: No lo sé, quisiera creerte, pero no puedo. Créeme que no puedo hacerlo así de fácil.
[Evelynn]: Entonces, ¿qué quieres que hagas para creerme y ganarme tu perdón?
[Kail]: No lo sé, Evelynn. Hablamos más tarde, ¿sí? Ahora estoy algo ocupado y tengo prisa.
[Evelynn]: ¿A dónde estás yendo con tanta prisa?
[Kail]: Nos vemos.

La verdad que quisiera creerle y no tener ningún problema con Evelynn. Pero lamentablemente no puedo confiar en otra persona que no sea yo. Siendo sincero, ni siquiera sé si puedo confiar en mí mismo, si en un momento lo poco de cordura que me queda me abandone en este viaje sin retorno. De cualquier manera, debo de continuar y llegar hasta el local donde me esperan los chicos.

[Kail]: Estoy a unas calles de llegar. [10:09hs]
[Dell]: Bueno, ¿quieres que te encargue algo mientras llegas? [10:11hs]
[Kail]: Lo de siempre. [10:12hs]
[Dell]: Un café con leche acompañadas de unas media lunas, ¿verdad? [10:12hs]
[Kail]: Exactamente. [10:13hs]

Al llegar al local, vi que mis amigos que no veía hace ya unos meses y no tuve comunicación alguna estaban sentados cerca del ventanal al lado de la entrada para verme por el mismo cuando estuviera llegando. Desde el otro lado los veía charlando, en sus rostros se dibujaban unas espléndidas sonrisas que mis ojos no espectaban ya hace un tiempo. Cuando por fin Dell se percató de mi presencia, hizo que los demás también lo notaran a lo que respondí levantando la mano, saludando incluso antes de entrar al local. Crucé la calle corriendo de alegría sin importarme si era peligroso si un auto estuviera cerca. Entré al local y no pude tratar de contener las ganas de abrazarlos a todos sin importar que la cajera, el mesero y algunos clientes que estaban con sus familiares fijaran su atención en mí, y en lo muy infantil que me veía, tanta era mi felicidad que se compara cuando se es niño y preparan tu plato favorito para cenar o recibes cientos de regalos en tu cumpleaños.

La Chica de la Cabellera DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora