Capítulo 4.
................................................................................................................................................................Joder. ¿Por qué tenía que ser tan guapo? Lo miraba de reojo mientras andaba de un lado para otro. Estuve a punto de soltar una maldición, pero me mordí la lengua. De pequeña solía poner cara de asco y llamarlo >>Suga<< por su piel lechosa y su cabello azabache. Había cambiado a un corte un poco conservador, pero de igual modo, algunos mechones le caían por la frente en terca rebeldía. El cabello parecía haberse aclarado un poco, pero de igual modo, recordaba a una mezcla de perfectos chocolates exóticos. Sus facciones se habían endurecido y su barbilla parecía esculpida. Le había dejado ver unos dientes blancos y perfectos con pequeñas sonrisas. Sus ojos seguían siendo del mismo color plomo, y parecían ocultar secretos muy bien guardados bajo siete llaves. En cuanto a su cuerpo... YoonGi siempre había sido un chico muy activo, pero cuando cruzó la estancia, la tela de sus pantalones negros se movieron a su antojo, marcando sus musculosas y largas piernas. El ligero suéter tostado de cuello en pico resultado informal y apropiado para un sábado en la oficina. Algunas partes, en cambio, no eran en absoluto apropiadas, como sus brazos definidos y marcados. Sus hombros anchos y un torso claramente trabajado que estiraba el tejido. Su piel seguía igual de clara y tersa. La agilidad felina de sus movimientos. Había crecido y ya no era un niño bonito. Min YoonGi estaba cono un tren, y aún me miraba como si fuera la pequeña que jugaba con Chaerin. Cuando nuestras miradas se encontraron, no hubo indicios de que me reconociera, de que me apreciara. Solo atisbó una distante cordialidad, como la que se le ofrece a un vecino. Pero ni de coña iba a ponerme a babear solo porque era atractivo. Su personalidad seguía dando pena. Era un pelmazo con mayúsculas. Un idiota con mayúsculas. Un mayúsculo...
Me obligué a no continuar.
Detestaba el hecho de que su presencia me pusiera nerviosa y que me emocionara un poco. La semana anterior había realizado un hechizo de amor y la Madre Tierra me había escuchado. Tenía el dinero y podía salvar la casa de mis padres, pero ¿Qué carajo había pasado con mi lista? El hombre que tenía delante desdeñaba todos los valores en los que creía. ¿Acaso la Madre Tierra no iba a permitirle conseguir un solo punto de mi lista?
Tomé una bocanada de aire.
-Una cosa más.
-Dime
-¿Te gusta el básquetbol?
-Claro
La tensión me provocó un nudo en el estómago
-¿Tienes un equipo preferido?
Él hizo una mueca arrogante. Literalmente.
-Solo hay un equipo que valga la pena en Corea.
Reprimí mis ganas de vomitar e hice la pregunta.
-¿Cuál?
-Los Mobis Phoebus, claro. No por algo tienen el estadio más grande. Cuando salí de Daegu, me di cuenta de que es el único equipo que importa de verdad-. Inhalé y exhalé varias veces, tal como había aprendido en la clase de yoga. ¿Podía casarme con un seguidor de los Phoebus? ¿No sería como renunciar a mi moralidad? ¿a mi ética? ¿Soportaría estar casada con un hombre que veneraba la lógica y que creía que la monogamia era algo para mujeres? - Estás bien?-. Le hice callar levantando la mano, y seguí paseándome de un lado a otro, mientras buscaba respuestas a la desesperada. Si daba marcha atrás, no quedaría más alternativa que vender la casa. ¿Podría vivir conmigo misma sabiendo que era demasiado egoísta como para sacrificarme por mi familia? ¿Me quedaba otra alternativa?
-.Me di la media vuelta. La impaciencia se reflejaba en la cara de YoonGi. Este hombre no toleraba cualquier arrebato emocional. Por muy bueno que estuviera, era una roca, así como lo fue de pequeño. Seguramente tenía los días programados minuto a minuto. Ni siquiera conocería el significado de la palabra: impulso. ¿Podría vivir con él un año? ¿Y si nos matábamos antes? ¿Y si los Mobis Phoebus ganaban este año? Tendría que soportar su arrogancia. Lo vi cruzarse de brazos-. No me digas, sigues siendo fanática de ese equipo de Busan, ¿cuál era?- chasqueó los dedos recordando-. Claro, los Sonicboom.
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EN CUESTIONES DE NEGOCIOS
Teen FictionSe quitó las manos de los ojos, y de dio media vuelta. Fue a un sitio conocido, al escondite habitual de Chaerin, sus pasos se habían hecho más lentos y cuidadosos. Min YoonGi tenía dieciséis años, y era un pelmazo de lo peor. Su cara ligeramente re...