Pospondremos la boda

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Capítulo 5.
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Me removí en el asiento, mientras el silencio se prolongaba en el BMW negro. Mi futuro marido parecía igual de incómodo, pero decidí concentrar mi energía en el reproductor de MP3. Intenté no hacer una mueca cuando él eligió una canción de Giriboy. A YoonGi siempre le gustó el rap. Casi me estremezco al pensar en compartir casa con él. ¡Durante todo un año!
-¿No tienes nada de Super Junior?
El pareció desconcertado por la pregunta.
-¿Cómo dices?
Contuve un gemido.
-¿Shinee? ¿EXO? Por favor, dime que te suenan algunos de esos nombres.
Vi que él tensaba los hombros.
-Sé quiénes son ¿prefieres a MadClown?
-Déjalo-. Nos sumimos de nuevo en el silencio. Sabía que los dos nos íbamos poniendo cada vez más nerviosos a medida que se reducían los kilómetros a casa de mis padres. Interpretar a una pareja enamorada no sería fácil cuando éramos incapaces de mantener una conversación de dos minutos. Decidí intentarlo de nuevo-. Chaerin me dijo que tienes un pez.
-Sí.
-¿Cómo se llama?
Ese comentario me valió una mirada gélida.
-Pez.
Parpadeé al escucharlo.
-¿No le has puesto nombre?
-¿Es un delito?
-¡Los animales tienen sentimientos!
-No me gustan los animales.
-¿Por qué? ¿Te dan miedo?
-No.
-Te asustaste con la serpiente que encontramos en el bosque. No querías acertarte y ponías excusas para irte.
-No me asusté, es que no me importaba el bicho ese. Ya te dije que no me gustan los animales-. Resoplé, pero mantuve silencio. La Madre Tierra no daba una. Decidí no contarle sobre lo del refugio de animales. A veces, cuando estaban sobrepasados me llevaban algunos perros al departamento, hasta que hubiera plazas libres. Si YoonGi se enteraba pondría un grito en el cielo. Aunque la posibilidad de fastidiarle me intrigaba- ¿De qué te ríes?
-De nada. ¿Recuerdas todo lo que hemos hablado?
YoonGi suspiró hastiado.
-Sí. Hemos repasado esto más de diez veces. Me sé los nombres de los miembros de tu familia y sus vidas por encima. Dios , jugaba en tu casa cuando éramos pequeños.
Gruñí.
-Tú solo venías por las galletas de mi madre. Y te encantaba torturarnos a tu hermana y a mí. Además, eso fue hace muchos años. No te has relacionado con ellos por más de una década-. Intenté disimular la amargura con todas mis fuerzas. No entendía la facilidad de YoonGi de desprenderse del pasado, parecía que odiaba ver hacia atrás, que se escondía-. Por cierto, no hablas de tus padres ¿Has hablado con ellos últimamente?
-No.
Moriría de hipotermia por la frialdad de este hombre.
-¿Y tu madre? ¿Se ha vuelto a casar?
-No. Y no quiero hablar de mis padres. No tiene sentido.
-Maravilloso ¿Y qué le diremos a mi familia sobre ellos? Porque van a preguntar.
Cuando YoonGi habló, sus palabras fueron cortantes.
-Diles que mi padre está en Japón y que mi madre ante en alguna parte con su nuevo novio. Invéntales lo que quieras. De igual modo, no asistirán a la boda.
Intenté protestar, pero la mirada de Yoongi dejó muy en claro que el tema se había terminado. Genial. Amaba su don de gente. Indiqué la señal de tráfico a la que estábamos llegando.
-Es por ahí.
Al poco entramos al que en mi infancia era un fraccionamiento costoso y exclusivo. Yoongi aparcó en el camino de entrada circular. Contemplamos la enorme casa de estilo rústico. La estructura irradiaba calidez desde cada uno de sus enormes árboles de flores del camino que daba a la puerta principal. Había enormes ventanales. Pero la pintura color champagne se veía deteriorada, a causa de las dificultades económicas. Suspiré cuando el ambiente de mi hogar me envolvió como si fuera una manta.
-¿Lista?- preguntó YoonGi.
Lo miré. Su expresión era impasible y su mirada, distante. Tenía un aspecto relajado y moderno con los jeans negros, una camisa blanca a botones y unas Red Wing. Su pelo oscuro estaba bien peinado, salvo por esos mechones rebeldes que le caían sobre la frente. La camisa se ceñía a su tordo de maravilla. Demasiado bien. Era evidente que era atlético. Me pregunté si tendría el abdomen como tableta de chocolate, pero la idea me provocó una sensación extraña en el estómago, así que decidí olvidarme del tema y concentrarme en el problema que se avecinaba.
-Sí, bien- me giré hacia a él volviendo a aclarar el plan- Estamos locamente enamorados. No deben sospechar lo contrario. Así que métete en el papel. Y que no te de miedo tocarme. Te prometo que no tengo sarna.
-No me da miedo...
YoonGi siseó cuando le acomodé el cabello. El tacto sedoso de su pelo en los dedos me complació. Su expresión desconcertada hizo que cediera a la tentación de continuar con la caricia y pasarle el dorso de los dedos muy despacio por la mejilla. Su piel era suave y áspera a la vez.
-¿Lo ves? No pasa nada.
Sus labios hicieron un mohín de irritación. Saltaba a la vista que Min YoonGi no me consideraba un adulto, sino una especie de humano asexuado. Una ameba. Caminé hasta la puerta con YoonGi detrás de mí. No tuvimos que molestarnos en tocar el timbre. Los miembros de mi familia salieron uno a uno, hasta que el porche delantero estuvo atestado con mis chillonas hermanas y varios hombres que no nos quitaban la vista de encima. Había llamado para decirles que me había comprometido. Inventé que llevaba un tiempo saliendo con YoonGi en secreto, que había sido un romance fulminante y nos comprometimos de forma impulsiva. Hice hincapié en el pasado que compartíamos para que mis padres creyeran que habíamos mantenido contacto a lo largo de estos años. YoonGi intentó quedarse rezagado, pero mis hermanas se negaron a darle el gusto. Isabel y Darla se lanzaron a sus brazos para darle un gran abrazo.
-¡Enhorabuena!
-¡Bienvenido a la familia!
-Isa, te dije que era guapísimo. ¿A que es increíble? ¡Amigos de la infancia y ahora serán marido y mujer!
-¿Tienen ya fecha para la boda?
-¿Y la despedida de soltera?
YoonGi parecía estar a punto de saltar por la barandilla e irse corriendo. Me eché a reír, interrumpiendo a las gemelas.
-Suficiente. Por fin tengo un prometido. No lo estropeen.
Las vi, ahora lucían más idénticas que antes, dos adolescentes de dieciséis años con el pelo oscurísimo y los ojos color miel. Lo único que las diferenciaba es que una se había cortado el cabello y la otra no. Un grito exigente acaparó mi atención. Levanté al pequeño ángel de cabello castaño y lo cubrí de besos. Era mi hermosa sobrina de tres años.
-Sooha, te presento a Min Yoongi. Tío YoonGi para ti.
Sooha lo miró con la cuidadosa atención de la que solo son capaces de dar los niños. YoonGi esperó su opinión con paciencia. La cara de Sooha esbozó una sonrisa.
-¡Hola!
Él le devolvió la sonrisa.
-Hola, Sooha.
-Muy bien, ya fuiste aprobado-. Le hice un gesto para que se acercara- Deja que continué yo las presentaciones. Las gemelas, Isabel y Darla como vez, ya no usan pañales. Mi cuñada Yangmi y mi hermano Daniel. Chicos, les presento a Min Yoongi, mi prometido.
Sonríe. Ni siquiera me había trabado. Mi madre, María, tomó la cara de YoonGi entre las manos y le dio un fuerte beso.
-YoonGi, mírate, que grande estás- lo abrazó- Y qué guapo.
Me pregunté si lo que veía en las mejillas de Yoongi era rubor, pero deseché la idea cuando lo oí carraspear.
-Gracias, señora . Hace siglos que no nos vemos.
Daniel le dio un puñetazo amistoso en el hombro.
-YoonGi, sí, hace siglos que no te veo. Y ahora me entero de que vas a formar parte de la familia. Enhorabuena.
-Gracias-. Mi padre salió entre las personas y le tendió la mano. YoonGi se enderezó- Señor .
-Llámame Jesús- le dijo-. Recuerdo que te la pasabas molestando a mi pequeña. Creo que su primera maldición oficial la pronunció pensando en ti.
-Pues creo que sigo teniendo el mismo efecto- replicó YoonGi con ironía.
Mi padre soltó una carcajada. Yangmi se apartó un poco de Daniel para saludarlo. La efusividad latina se vio controlada por la cordialidad asiática de Yangmi.
-Supongo que ahora tendré a alguien de mi lado- dijo ella sonriendo gentil.
-Es hombre, Yangmi. Créeme, se pondrá de parte de Daniel siempre- dijo mi madre-. Muy bien. Todos adentro, brindaremos y comeremos.
Entramos por la gran puerta y dejé a mi sobrina en el suelo, la cual corrió hacia la cocina. La calidad aceptación de mi familia me hizo sentir más relajada. Aunque, culpable. ¿Sería capaz de hacerlo? Si mis padres olían algo sospechoso, nunca me lo perdonarían, ni a ellos. Pese a las constantes facturas del tratamiento médico para la enfermedad de hígado de mi padre, el orgullo familiar que daba por rechazar cualquier ayuda económica nos había dejado en malos términos, y el saber que haría esto para salvarlos. Les partiría el corazón.
YoonGi me observaba con una expresión rara, como si intentara desentrañar algún misterio.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Sí.- contestó él.
Lo miré entrar en la casa, mientras intentaba que sus palabras secas no me dolieran. Ya me había dicho que no le gustaban las familias grandes. No debería ser tan sentimental como para tomarme su reacción tan a pecho. Hice acopio de toda su fuerza de voluntad, levanté la barbilla y lo seguí. Las horas pasaron con un contundente asado con patatas y una ensalada, pan recién horneado y una botella de vino. Ayudé a servir los platos, y mi madre sacó el refrigerador un colorido juego de frutas y lechugas, con algo de nueces. Sonreí por el gesto. Hace un par de años me había hecho vegetariana, y mi familia no lo había tomado bien. Ahora, decidieron hacerme un plato especial para mí. Cuando por fin se fueron al salón para tomar café y galletas, sentí un alegre cosquilleo en el cuerpo, avivado por la buena comida típica y conversación. Miré a YoonGi mientras se sentaba a mi lado en el ajado sofá color crema a una distancia prudente. Tenía una expresión desdichada. YoonGi había escuchado con educación, reído en momentos adecuados y presentado un papel de perfecto caballero, con la curiosas excepción de que no me miraba a la cara y se alejaba cada vez intentaba tocarlo. No se estaba apegando al plan correctamente.
Mi padre bebió el café con ademanes relajados.
-Bueno, YoonGi, cuéntame sobre tu trabajo.
-Papá...
-No, no pasa nada-. YoonGi se giró hacia mi padre-. BigHit Industries es un estudio de arquitectura que diseña edificios en el valle de Busan. Diseñamos algunos que se localizan en la zona más poblada de Gangam. Hicimos también el Tavolo 24.
La cara de mi padre brilló gustosa.
-Un lugar maravilloso para comer. A María le encantan sus jardines-. Mi padre hizo una pausa-. Pero bueno, ¿qué te parecen los cuadros de? Se verían lindos como punto focal en algunas de tus construcciones.
Reprimí una mueca. Que mala jugada. Mis cuadros eran pobres y burdos con una carente falta de técnica. Pintaba más como terapia que para impresionar a alguien. Me dieron ganas de estampar la cabeza de mi padre contra la pared. Mi padre ahora era un asesor para personas con problemas de alcoholismo, así que le era fácil detectar una debilidad. Y en ese momento, el vio una. YoonGi esbozó una sonrisa forzada.
-Son estupendos. Siempre le he dicho que debería exponerlos.
Mi padre se cruzó de brazos.
-Así que te gustan ¿no? ¿Cuál te gusta más?
-Papá...
-El del paisaje. Consigue que te imagines muy bien la escena.
El pánico me sujetó cuando mi padre notó la tensión entre nosotros y acechó a YoonGi como un depredador. Aunque él lo había intentado, reconoció que no había sido suficiente. Era un fracaso antes de comenzar. Todos sabían de qué iba esto. Así que la pelota empezó a rodar.
-No pinta paisajes.
Las palabras parecieron un tiro en la frente. Pero YoonGi no perdió su sonrisa.
-Está empezando en ellos. Cariño ¿no se los has contado?
Intenté contener mi pánico.
-No, lo siento papá. Ahora quiero mejorar mucho mi pobre técnica.
-Detestas los paisajes.
-Ya no- dije contundente- Desde que salgo con un arquitecto, aprendí a apreciarlos.
Mi comentario hizo un resoplido en la boca de mi padre.
-Dime YoonGi, ¿te gusta el básquetbol o el béisbol?
-Ambos.
-Ha habido una muy buena temporada ¿no crees? Espero que los Thunders pierdan para que se arme un clásico ¿no crees? – YoonGi asintió- Oye, ¿has leído el último poema de ?
-¿Cuál de ellos?
-El de la tormenta.
-Ah, sí. Es maravilloso.
-No ha escrito un poema sobre una tormenta. Mi hija escribe sobre experiencias, nunca ha escrito nada sobre la naturaleza. Así como jamás ha pintado un paisaje.
Apuré el vaso de café y recé para que este me diera una idea.
-He cambiado poco a poco papá. He intentado hacer cosas diferentes.
-¿De verdad? ¿Por qué no nos recitas algo nuevo? YoonGi mencionó que el de la tormenta es maravilloso.
Tragué saliva.
-Sigo componiendo. Lo compartiré cuando me sienta satisfecha.
-Pero has dejado de YoonGi lo lea.
Se me revolvió el estómago y me sudaron las manos.
-Sí, quería una segunda opinión. Bien-. Me levanté- Creo que deberíamos irnos. Es tarde y tengo que encargarme de muchas cosas para la boda.
Mi padre apoyó los codos las rodillas. Dejó de acechar y pareció irse a la yugular.
-. Siéntate. Quiero hablar con ustedes de la boda- Le hice caso a mi padre, me senté de nuevo-. Van a organizarlo todo en una semana ¿por qué no se toman un tiempo para que todos conozcamos a YoonGi y podamos darle una buena bienvenida? ¿a qué viene la prisa?
YoonGi intentó salvarnos.
-Lo entiendo, Jesús, pero y yo lo hemos hablado. No queremos nada muy grande. Y queremos estar juntos de inmediato.
-Es romántico, papá- comentó Isa.
Agradecí a mi hermana con la mirada, pero mi madre no mejoró nada.
-Opino lo mismo que tu padre. Disfrutemos de la boda. Nos encantaría celebrar una gran fiesta de compromiso para que YoonGi pueda conocer al resto de la familia. Es imposible que tus tíos estén aquí para el sábado.
Mi padre se puso de pie.
-Pues asunto arreglado. Pospondremos la boda.

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