Hasta los tobillos

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Pasaron dos días, aún faltaban dos meses de prácticas para recibir su título.

Kouki apenas había comenzado con los pacientes más severos, atendiendo con precaución y cierto temor a errar. Acabó de conversar con una joven con bipolaridad cuando el director lo llamó a su oficina.

—Precisamente en el horario de almuerzo? —murmuró como perro gruñendo. Dependiendo de si se le soltaba la lengua o no, Kouki podría tener un almuerzo decente o morirse de hambre el resto del día. Llegó a la oficina y tocó la puerta de madera con vidrio oscuro, donde el nombre del director estaba pintado en letras negras.

—Pase.

—Me llamó, Director Kagetora?

—Si, a partir de hoy tendrás un nuevo paciente. —Kouki parpadeo confuso.

—Hubo algún problema..? Recibió alguna queja..?

—No, no, seguirás teniendo los mismos además de éste, no te preocupes —unió sus dedos sobre la mesa, justo frente a su boca de manera que sólo podía verle los ojos, aquellos que se clavaron fijos en él— aún eres muy joven e inexperto, pronto vas a tener más confianza en ti mismo y tu labor. Si necesitas consejo siempre puedes preguntar.

—Gracias director.

—El paciente tenía otro medico a su cargo pero ayer decidió repentinamente mudarse de la ciudad. Y ya que es un caso serio, lo mejor será que no dejemos a este paciente esperando. Es hasta que le consiga un reemplazo.. Pero ya habrás notado que los médicos no abundan.. —revisó un archivero y sacó un folder de él— tu nuevo paciente.

Los ojos de Kouki se abrieron con un escalofrío al ver la habitación del paciente: 0412.

—Puedes retirarte. Antes de que se acabe el tiempo de almuerzo.

—Ah, si.

Tropezó con la alfombra y salió avergonzado de la oficina. El director no dijo nada pero le vio una sonrisa divertida.

Durante el almuerzo, sólo era capaz de masticar aquella comida que por milagro llegaba a su boca. Sin apartar los ojos del historial clínico, las albóndigas golpeaban su mejilla y su boca se iba de lado intentando interceptarlas.

—Uy.. Tomate un respiro.. —se burló Momoi, ya devolviendo su bandeja.

—Me tocó el paciente de la 0412 —soltó sin poder evitarlo, como si el fantasma de la institución se le hubiera aparecido sobre el hombro.

—Umm, que tengas suerte. Escuché que su ultimo medico salió despavorido.

Con una risa cómica que a Kouki no le hizo gracia, se alejó atando nuevamente su cabello rosado bajo la cofia.

...❤

Subió al tercer piso, allí donde se encontraban las habitaciones de la 350 a la 450. Pasó junto a varias personas deambulando por pasillos o siendo llevadas en sillas de ruedas por enfermeros hasta encontrar la habitación designada. Tragó saliva con sus manos sudando, haber estado leyendo el historial durante la comida no fue bueno para su estómago, pero la curiosidad le había ganado.

Las fotografías que parecían escurrir sangre aún permanecían en sus retinas.

Se detuvo frente a la habitación 412 con un temblor en las piernas. Golpeó con vacilación.

—Adelante —respondieron desde el interior.

Abrió lentamente, oyendo el chillido de las bisagras. Parpadeó deslumbrado al encontrarse en una habitación por demás diferente al resto: allí donde debía haber una cama de hierro y sabanas blancas de algodón había una gran cama de madera con sabanas de seda. Un enorme librero en un rincón estaba lleno de clásicos, libros de historia, arte... Junto a la única ventana de la habitación había una mesa con dos sillas entorno a un tablero de shogi, allí sentado se encontraba la persona más hermosa que Kouki hubiera visto.

 El paciente de la 0412Donde viven las historias. Descúbrelo ahora