Hasta los labios

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—Que haces aquí?

Kouki dio un paso al frente, alzando las manos en un gesto apaciguador habló suavemente.

—Baja el cuchillo, Akashi. Tu no quieres hacer eso.

El rostro del pelirrojo se contrajo en miedo. Cuando Kouki lo vio correr hacia él sintió que el vello de la nuca se le erizaba, pero no fue capaz de moverse y simplemente recibió su golpe.. El impacto lo sacudió y Kouki miró hacia abajo.

Akashi lo estaba abrazando. El cuchillo repiqueteo en el piso y el castaño soltó un suspiro de alivio.

—Que sucedió? Estás bien?

—Un regalo.. —murmuró, con su voz congestionada— acaba de llegar.

Kouki recordó al enfermero que había visto partir y luego miró el cuchillo en el piso, justo a un lado había una caja con un moño.

—Te envían estos.. Regalos? Quién?

—No lo se. El otro debería saber.. —El castaño tuvo un estremecimiento cuando aquella voz le acarició el oído— ya lo sabes, no? Él cree que eres un tonto como yo..

Sonrió apenas, pero se lo notaba muy inquieto. El castaño lo hizo sentarse en la cama, cerró la puerta y tomó el cuchillo. Era en realidad un abrecartas de plata pura, con bellos detalles tallados en el mango.

—Nadie debería enviarte estas cosas.. Son peligrosas tanto para ti como para otros pacientes. Pero incluso si un enfermero lo trajo sin revisarlo..

Las piezas encajaban a la perfección pero Kouki desearía que no fuera así.

—No estás seguro en este lugar —dijo tomando su hombro. Los preocupados ojos rojizos lo miraron con temor.

—Sabía que podía confiar en ti. Eres gentil..

Sonrió y volvió a bajar el rostro, lucía apesadumbrado y triste. Kouki se sentó a su lado en la cama, ignorando el hecho de que ese colchón se sentía mas cómodo que el suyo.

Pasó una amable mano por la espalda ajena, tratando de confortarlo.

—Siempre estas salvándome —dijo con una sonrisa frágil, sus iris parecían brillar en la oscura habitación.

—Tengo algo que decirte.. —Akashi ladeó el rostro— no puedo continuar siendo tu psiquiatra.

—Que?! Por qué?! Luego de que el doctor Roberts se fue..

—Pero imagino que con tu anterior terapeuta, no sucedió lo mismo que con nosotros en la tarde.

Aún en la penumbra, las mejillas del pelirrojo se encendieron furiosas.

—No. El doctor era como un padre para mi.. Y simplemente se fue de pronto sin despedirse.

—Él sabía sobre.. Tu otra identidad? —Akashi lo miró y asintió despacio, Kouki contuvo una maldición— Entonces es peor de lo que imaginé.. —murmuró— voy a pedir tu traslado a otra institución.

—Pero si lo haces ya no podré verte. —Akashi tomó su mano y la llevó hasta los labios— me gustas, Kouki.

El practicante lo miró con la boca abierta, expresión que se tornó impactada cuando le beso la piel trigueña y luego lo guió para que sostuviera su mejilla, apoyando el rostro en aquellos temblorosos dedos.

Akashi lo miró con fuego en sus iris. Durante un momento, Kouki se preguntó qué demonios sucedía y qué demonios debería hacer.

La dicotomía entre mente y cuerpo era abismal, pero ya que él nunca había sido demasiado reflexivo, envió al demonio su ética y lo besó en un arrebato fervoroso.

 El paciente de la 0412Donde viven las historias. Descúbrelo ahora