Hasta el cuello

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No puede mover ni un músculo, ni siquiera cerró los ojos. Está tan impactado que incluso contuvo el aire y mira aquella expresión soñadora en el ruborizado rostro de porcelana con cierto horror, porque algo se está retorciendo en sus tripas..

Es deseo.

El pelirrojo se aparta en un instante que pareció interminable. Sus bellos iris candentes en anhelo miran al castaño y éste se queda aún más estupefacto. La dulce expresión inocente que tiene su paciente lo esta arrinconando hacia la locura.

Y él es el psiquiatra.

Su rostro debió denotar su horror porque el paciente se hace hacia atrás, con un rubor más intenso esta vez.

—Ah! No debí hacer eso. Lo siento.. —Murmura esquivando sus ojos, cubriéndose los labios los acaricia con sutileza, un detalle que no pasó desapercibido para el médico.

—No te preocupes, estás muy alterado.

Su voz escapa grave de nuevo, con la garganta seca no deja de mirar al pelirrojo. Tratando de leerlo entre líneas, sólo puede identificar a un chico nervioso y apenado de su acción.

—Necesitaba sentir algo real, disculpame.. Pero no me arrepiento —dijo mordiendo su labio inferior al tiempo que lo devoraba con sus ojos. Kouki sintió un tirón en su ropa.

—T.. Tengo que irme. Lo siento.

Prácticamente salió corriendo y pegó la espalda a la puerta. En el pasillo vacío, miró horrorizado hacia abajo: tenía una erección. Se cubrió con la bata de médico y corrió al ascensor.

"Esto no es bueno, no es bueno, no es bueno!"

Las puertas de metal se abrieron con un ding y sintió que aquél no era su día de suerte.

—Kouki.. Qué pasa con esa cara?

—Ah, Momoi.. No es nada.. Sólo sentí calor de pronto.. —Sonrió y vio que la enfermera estaba en compañía de una castaña, ambas con el mismo uniforme blanco de falda y camisa.

—No vas a entrar?

—Ah, si. Lo siento.

Se hizo un espacio en el rincón más alejado de la caja metálica, uniendo las manos por delante le rogó al cielo que no notaran su reacción física.

Podría perder la pasantía.

—No es así? —Alzó la vista y vio ambos pares de ojos en él.

—Cómo dices?

—Le contaba a Riko que estas tratando al de la 412.

—Ahh si. Akashi Seijurou —Asintió, recordándose mentalmente que no pensara lo que acababa de pasar o aquella hinchazón entre sus piernas sólo dolería más.

—Es una pena que alguien tan talentoso y joven esté encerrado aquí —Habló por primera vez la castaña. Su corto cabello dejaba desnudo su cuello níveo.

—Pero ya sabes lo que dicen —dijo Momoi y sus iris rosados lo miraron sobre el hombro— pudiste sacar algo en claro, Kouki? Sabes si fue el culpable?

—Aún estamos investigando. Aunque personalmente no creo que él fuera capaz.

—Nadie lo cree. Es como una rosa marchitándose en medio de un pantano, lejos de la vida normal.

—Pero ya sabes lo que piensa la doctora Alexandra, Riko. Que los que parecen más inocentes son los peores.

Riko no puede objetar nada contra las palabras de Momoi y Kouki prefiere no decir nada.

Afortunadamente llegan a planta baja y toman caminos diferentes. El castaño evita mirar a cualquiera a los ojos, con los puños apretados y la cabeza gacha llega hasta el baño de empleados, se encierra en un cubículo y se desata el cinturón.

Suelta un jadeo sorprendido, pero no es extraño estar tan duro, después de todo hace mucho que no sale con nadie e ignora los asuntos corporales entre tanto estudio y trabajo, su tiempo ha mermado demasiado para pensar en esas cosas.

Sus dedos bajan lentos a su miembro y debe morderse los labios para no gemir, se pasa una lengua sobre estos y recuerda vividamente el beso con el pelirrojo y su mirada sumisa, sufre un estremecimiento. Todo le arde, siente escalofríos como si sufriera fiebre, y lo que es peor, sólo necesita bombear un poco hasta que sus piernas tiemblan y su mandíbula se apreta con fuerza. El semen salpica la pared.

—Haa.. Haa.. Qué mierda estoy haciendo..?

La realidad lo golpea cuando la puerta del baño se abre. Se limpia rápidamente como si acabara de asesinar a alguien y tuviera que ocultar el cuerpo. Limpia la vergonzosa mancha que dejó en la pared y se lava las manos con furia.

El hecho de que un paciente se sienta atraído por su médico es bueno porque significa que confía en él, pero si él se siente atraído por su paciente, su juicio con respecto al caso podría verse perjudicado.

Y aunque sabe que es egoísta, no quiere dejar de atenderlo.

El reflejo en el espejo lo mira y sus mejillas arden con más intensidad. Se supone que es un profesional a punto de graduarse, no puede excitarse con el primer paciente que le toca... Que le besa.

Ni siquiera necesita cerrar los ojos para recordar ese dulce y casto beso, pero sí necesita parpadear con una sacudida para evitar que el recuerdo descienda a sus pantalones y cause otra situación incomoda.

Lo bueno es que le queda un paciente más y podrá partir lejos de allí. 

Lo malo es que hay un desastre con las fichas de los pacientes y la falta de personal no ayuda al asunto, cuando Riko lo ve a punto de irse y sus ojos le brillan.. Kouki no puede negarse. Como resultado, las estrellas salpicaban el cielo nocturno cuando está libre de irse del hospital.

—Por cierto, sabes a qué hora se marcha Kagetora?

—Umm.. Normalmente se va temprano. Tiene una casa fuera de la ciudad, sabes?

—De verdad? No creí que fuera tan rico —murmuró y colgó su mochila del hombro. Se siente inmundo aunque está usando un cambio de ropa.

—Antes no lo éramos, después de tener a su socio.. —Se interrumpió— Pero luego de lo ocurrido. Bueno, todo quedó a su nombre.

Su tono tiene un halo misterioso que Kouki no ignora, pero prefiere dejarlo pasar, tiene hambre y ya pasaron demasiadas cosas en un día, anhela llegar a su casa y sumergirse hasta la nariz en un largo baño caliente.

Riko toma su mochila, Kouki la ve alejarse con una bonita falda con volados en color pastel y una camisa lila. Se ve como una persona normal y no como personal de la salud. Pero su bonita apariencia no le hace mella, tiene demasiadas cosas en qué pensar..

—Sigues pensando en él? —Kouki alza la vista— el de la 412.

—Bueno, es un caso bastante intrigante, no?

Ella soltó un largo suspiro, como si se sintiera culpable— aunque eres nuevo te toca ir con algo tan difícil.. Lo siento si dije algo entrometido en el ascensor. Después de todo nadie cree en su inocencia.

Kouki asintió y ella se despidió con un movimiento de mano. Pero el castaño estaba lejos de abandonar el asunto, sus palabras no lo sorprenden, pero hay algo que dijo que lo dejó pensando. Dejó su mochila en los casilleros y volvió al tercer piso.

Ya habían acabado su terapia del día pero necesitaba preguntarle directamente, debía saber si él sospechaba de alguien, cualquiera de los dos.

Extrañado notó que un enfermero venía hacia el ascensor desde el pasillo que él recorría a diario. Deseó restarle importancia, los enfermeros vivían patrullando esos pasillos pero tenía un mal presentimiento. Se apresuró hasta la habitación con el numero 412 en lo alto y golpeó inquieto.

No hubo respuesta así que simplemente entró.

—Akashi..! —Se detuvo en seco— ¿Qué haces?

El pelirrojo abrió los ojos sorprendido, en sus manos había un cuchillo de plata.. Y lo estaba dirigiendo peligrosamente a su muñeca.

...❤

 El paciente de la 0412Donde viven las historias. Descúbrelo ahora