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Las hermanas se encontraban dirigiéndose a la oficina del español, este había llamado de forma insistente a Nueva España, en el pasillo encontraron a aquella "parejita" caminando casi juntos, uno completamente empapado y con su traje roto, además de una cara de molestia y hartazgo, mientras que la otra era una historia completamente diferente, puesto que su vestido se hallaba impoluto, junto con una gran sonrisa.

Ambas se acercaron a ellos, Granada cuestionó lo ocurrido, Perú le contó, obviamente evitando la parte final, Granada se vio angustiada, aún así Nueva España ni miro al hombre, haciendo que este lo tomará como algo más que un desprecio, despertando un poco más de furia y un sentimiento algo más peculiar.
Aún así, la castaña comunico

-Nos vemos más tarde, debo de ir con España ahora

Cuando Trece Colonias quiso opinar algo al respecto incluso reclamar esta simplemente volvió a contestar

-Gracias, pero no tengo interés, tal vez encuentre alguien mejor para que le explique donde queda el baño

Clamó, antes de retirarse. Claramente este comentario de "alguien mejor" hacia referencia a la pregunta que había hecho el rubio el día anterior.

Ellos se quedaron quietos viendo como se retiraba la colonia en silencio, el hijo del británico sintió una sensación algo extraña en ese momento -¿así se siente el rechazo? -fue lo que pensó, pues aparentemente era un hombre al cual jamás se le había negado una mujer, que sensación tan desagradable pero al mismo tiempo intrigante.

-¿Señor Trece?

-¿Ah? -respondió con duda

-Le pregunté si gusta que le preparen el baño y le traigan otro traje

-Oh! Si claro por favor, eso sería ideal

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Mientras tanto al llegar la colonia a la puerta de esa oficina respiro profundo antes de llamar, cuando la respuesta fue afirmativa entró finalmente.

Dentro de ella se encontraba el español serio y con voz firme ordenó

-Pon el seguro

-La colonia no sabía lo que iba a pasar, pero se estaba preparando mentalmente para lo peor.

En cima de el escritorio había un pañuelo cubriendo un objeto, el mayor cuestionó

-¿Sabes que es eso?

-Ni idea mi señor

El español aparto el pañuelo, revelando así lo que había bajo, volvió a preguntar

-¿Ahora lo sabes?

Un nudo se formó el la garganta de la menor antes de responder inquieta

-Una-una pluma mi señor

De repente y sin aviso una bofetada proviniente del español aterrizó en su mejilla, tumbando a la mestiza de inmediato

-Es una pluma de quetzal

Afirmó el español

-¿Sabes que es lo más curioso?

Dijo mientras tomaba un pequeño látigo escondido en los cajones, sin antes indicar

-Desnuda tu espalda

-Como mande... Mi señor

Contestó la menor con resignación, el mayor prosiguió

-Lo más curioso es que... Es del adorno que tu madre llevaba en la cabeza

¡Zap!

Dio el primer azote

-Sin, embargo no recuerdo como se llamaba... ¿Tu sí mi querida heredera?

-No...mi señor

¡ZAS!

Dio el segundo azote

-Odio las mentiras cría,te he inculcado decir la verdad, ¿como se llamaba?

-Pe-Penacho... Mi señor

¡ZAS!

-Efectivamente, lo recuerdas, es difícil borrar los recuerdos de las raíces, ¿Cierto mi amada colonia?

Ella no respondió, pues el dolor le evitaba hablar sin que gritara o diera otro indicio del dolor.

-Te he preguntado, no podemos seguir una conversación así Nueva España

Dijo para dar otro azote

-¡Oh! Mira eso, tu sangre comienza escurrir, que gracioso me recuerda cuando eras más pequeña, tal vez te refresque un poco la memoria un golpe doble ¿no crees?

Como había avisado procedió a dar un golpe doble, la colonia soltó un chillido de dolor, España se acerco a su cabeza para tirarle del cabello y con una sonrisa agrego

-Esas pequeñas lágrimas pudieron evitarse muy fácil, ¿Cierto mi pequeña niña?.
Ahora, contesta ¿De dónde sacaste eso? ¿Quién te la dio?

-Nadie mi señor... Lo juro

-¿Necesito tomar el látigo otra vez?, Mira que me estoy midiendo por las visitas, pero si sigues mintiendo no podré resistir mi furia, ahora ¿Quién te dio la pluma?

-Nadie... La encontré cerca del río, y estúpidamente la traje aquí

El Español suspiro para soltar bruscamente a la castaña y volver a su escritorio, como para seguir con otra platica

-Qué estupidez, aunque te separe de tus asquerosos genes sigues siendo una imbécil, mi última opción es este matrimonio y como comprenderás no quiero perder esta oportunidad por una mala decisión tuya, ahora ve y aseate, si alguien cuestiona por la marca en tu mejilla busca una excusa creíble, además, cubre tu espalda lo mejor posible.
Largo, no quiero verte aquí

-Como mande señor

Dijo levantándose débilmente, para dar algunos pasos fuera de la oficina, fue un castigo corto, al menos eso era lo único positivo de eso

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Gracias por leer :D

Guerra de OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora