Luego de una cita que dio vergüenza ajena, Tweek invito a Craig a salir, por pena. Sintió que el muchacho se había esforzado demasiado, y que al menos, merecía una segunda oportunidad. Al fin y al cabo, no perdía nada. Salvó la posibilidad de no caer en las trampas del artista. El rubio no tenía la menor idea de donde se estaba metiendo, incluso vender su alma hubiera sido menos peligroso.
Le pidió permiso a su padre para tomar el auto, pero el hombre se negó. En primer lugar, porque su hijo no tenía licencia. En segundo, porque no sabía conducir. Y en tercero, porque no quería que le pase nada al auto.
Ah, si. Y también porque recordaba lo mal que el adolescente estuvo, cuando su amigo lo dejó. Y el señor Tweak, no estaba abierto a las posibilidades, ni a la idea de que puedan hablar de nuevo.
Aún así, su madre calmó el ambiente. El corazón de la mujer era más cálido, y si su hijo se sentía feliz con aquel chico, entonces nadie debía interferir. Además, también opinaba que merecía otra chance. Los años pasaron, y su personalidad podía haber cambiado para bien.
Claro que no, Craig se parecía más a una versión joven de Hitler -o quizás no tanto-. Sólo que al adolescente, si le fue bien con su carrera artística.
Pero al fin y al cabo, uno no tiene sabido lo que ocurrirá en su futuro. Por lo tanto, nadie está preparado, y sólo debe seguir adelante, con errores y aciertos.
-Hola -sonrió Tweek, en cuanto su, ahora amigo, le abría la puerta-. Mi padre no me prestó su auto, pero al menos conseguí boletos de micro -su nerviosismo era notorio.
"Dios, tendré que viajar con este idiota en un transporte público...espero que al menos, nadie me reconozca" -pensó Craig, mientras su cara denotaba asco.
Cambió su expresión rapidamente, suspirando, y luego, sonriendo.
"Me cuesta tanto no ser así...pero Clyde me aconsejo que me enamoré, que debo ser mejor...Mi personalidad es una mierda."
-Me gusta viajar en bus -sonrió con falsedad, mintiendo-. Vamos.
Los muchachos se dirigieron a la parada. Y a los minutos, ya se encontraban viajando. El azabache no paraba de hablar, siendo cortes con Tweek. En ese rato, no tuvo ningún pensamiento de superioridad, como solía tener. Sólo se sentía como cuando era pequeño. Como alguien normal, sin prejuicios ni preocupaciones. Su inspiración no era su prioridad, en su lugar, sólo quería divertirse con el chico a su lado, y relajarse.
El viaje terminó, y se encontraban frente al lugar que sería parte importante de su cita. Habían planeado ir a un pueblo, algo abandonado. Y en especial, querían visitar una tienda de antigüedades. Así lo hicieron, entraron a ese lugar, lleno de polvo y olor a libro viejo. En otra ocasión, Craig de seguro hubiera pensado algo como "Este lugar es una mierda" o "Quiero irme de aquí cuanto antes". Pero estaba tan concentrado en el otro muchacho, que sus usuales pensamientos negativos, no se hacían presentes.
Viendo aquellos objetos abandonados, y compartiendo el momento con Tweek, pudo sentir la conexión con su antiguo yo. Sintió una felicidad difícil de describir, y logró soltar algunas risas sinceras. De verdad se estaba divirtiendo. En determinado momento, el rubio se aparto, pero volvió a los minutos, con un muñeco en sus manos.
-Mira esto, Craig, ¡Es un Daruma! Hay muchos más por allá -sonrió emocionado-. ¿Compramos unos?
-¿Y que es...? -pregunto tomándolo en sus manos.
El de camisa verde, le explico emocionado de que se trataba. La idea era comprarlo, queriendo conseguir una meta, con una intención importante para la persona. Entonces, pensando en aquel deseo, se debía pintar el ojo derecho. Y cuando se cumpla, en agradecimiento, se pintaba el izquierdo.
-Pero, vinimos a una tienda de antigüedades -río Craig-. ¿Y vamos a comprar cosas nuevas?
-Pues si, por favor. Siempre he querido uno de estos. Por favor, por favor -reclamó.
-Bien, vamos -tomó la mano del rubio, sin pensar en cómo aquel gesto, calentaba el corazón del aludido.
Tweek se sentía idiota, con unos pocos días, su ex novio estaba reviviendo sus sentimientos. Todo estaba volviendo a como era antes, y aunque quería convencerse de que lo que sentía era simple amistad, por dentro no podía ver a Craig de otra forma que no sea romántica. Lo amaba con locura, lo conocía más que a nadie, y se sentía estúpido por eso. Sobretodo, porque quería que sus sentimientos fuesen correspondidos.
Así que, cuando ambos eligieron el color del Daruma -que representaba por qué rumbo iría el deseo-, el rubio escogió el rosa, representando el romanticismo.
(...)
-Me divertí mucho -bostezo.
Los jóvenes, se encontraban en la puerta de la casa del azabache, charlando y a punto de despedirse.
-Espero salgamos de nuevo, y compremos cosas viejas -rió el de verde.
-Claro...-el muchacho rubio estaba por retirarse, pero el otro, recordó lo que leyó que era imprescindible para una buena cita-. Espera.
Y sin aviso, lo besó.
Al subir a su habitación, estaba renovado, como si fuese la primera vez que iba a pintar. Y así descubrió, que Clyde tenía razón.
Tweek era su musa.
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ᴹᶦ ᴹᵘˢᵃ [ᶜʳᵉᵉᵏ]
FanfictionCraig Tucker se convirtió en un joven prodigio, que realiza excelentes obras, ¿Pero que sucederá, cuando su inspiración se vaya?