Capítulo 15

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Carolina.

Copa maxi en el Giolitti del EUR a las 21. ¡Grandes novedades a la vista, nada de helado de fruta, hoy de chocolate con nata! A la mierda la dieta. Hasta la noche.

Carolina es la única persona del mundo que tarda más que yo en arreglarse. Estoy sentada en una mesita para dos desde hace veinte minutos, mientras la camarera sigue preguntándome si quiero pedir, si de verdad estoy segura de que no quiero.

– ¡Nooo! ¡Espero! –le digo molesta y sigo tamborileando con los dedos sobre la mesa un rato más, muevo el cenicero un centímetro a la derecha y uno a la izquierda.

Por fin Carolina llega con sus calcetines multicolores y su bolso indio. Pide dos copas: chocolate y nata, con dos barquillos, o sea cuatro. Esta noche necesita azúcar. Después se sienta y me saca la lengua: una bolita de metal le sale por entre los labios.

– ¿Es esta la gran novedad?

– No, esto es sólo un piercing. ¿Es bonito, no? La novedad es… ¡Mmmm! –Y se pasa la lengua por el labio superior mientras la camarera llega con nuestros helados.

La nata está en un equilibrio precario y Carolina ya está ahí con el dedo, lista para recogerla y metérsela en la boca.

– ¡Suéltalo! –Y la animo a empezar con una sonrisa.

Ella saca de su bolso una postal y me la pongo debajo de los ojos: es la imagen de la Sagrada Familia. Mi sonrisa se apaga en seguida.

– ¿Qué significa?

– Me han dado el Erasmus, ¿puedes creerlo? Yo todavía no. Me voy un año a estudiar a Barcelona. El vuelo sale dentro de veinte días.

Ahora sí que ya no entiendo nada.

– Pero ¿qué os pasa a todos? –exploto–. La Toscana… Barcelona… Vosotros salís corriendo y yo me quedo. Y es más difícil quedarse.

Recojo el llavero y el móvil de la mesa y me los meto en el bolsillo. Quiero salir pitando de aquí.

– ¡Estamos hablando de la oportunidad de mi vida, Alice! ¡Ostras, el Erasmus! Puedo dejarlo todo atrás, hasta a Marco. Es volver a empezar.

Los patos del lago aletean y dibujan círculos sobre mi cabeza. Hasta las personas, a veces, necesitan migrar, cambiar de aires.

– ¿Qué es lo que me estás diciendo, Alice?

– Nada.

– ¿Quién más se va?

– Nadie.

– ¿Carla?

– No.

– ¿Giorgia?

– No.

– Entonces, ¿quién se va a la Toscana?

¿Quién ha dicho nada de la Toscana? ¿Yo? Imposible.

– Lo has oído mal.

Me levanto, me voy.

– Buen viaje. Llámame cuando vuelvas.

Hojas en blanco delante de mí, pensamientos que piden papel. En la radio ponen I’ll stand by you. Y sabe a nostalgia.

Para Carolina

Hola, Caro:

Sabes, de vez en cuando me asalta la duda: ¿vale la pena amar si corres el riesgo de estar peor? Ahora me parece que no. Ahora me parece que todas esas sonrisas a medias no son suficientes. Tú siempre dices que “si amas, sufres, pero al menos amas, y si no amas, sufres igual y no obtienes nada a cambio”. Quizás tengas razón.

Esta noche pienso en nosotras, en exclusiva. ¿Te acuerdas del primer verano que me fui al college? Tres semanas sola, con el miedo a perderme en St. Jame’s Square o en alguna otra plaza extranjera. Tú me dijiste: “Si te pierdes, escribe, ¿eh?” Pues bien, esta noche me siento perdida y por eso me armo con un bolígrafo e intento emprenderla a patadas con mis fantasmas. Al final, es lo que hay que hacer.

¡Y tú, alza el vuelo! ¡Aléjate de todo y de todos! ¡Pero escribe! Envíame una carta, un mensaje, una paloma mensajera, en resumen, mándame una señal de vida y yo estaré aquí esperando a que llegue.

Además, quizás este verano me reúna contigo para pasar unos días. Nos haremos una foto como dos tontas, con las castañuelas y el sombrero; nos atiborraremos de tapas y nos beberemos un buen vino catalán; te enamorarás de algún bailarín, nos enamoraremos de alguien que hayamos visto en el parque, me enamoraré de una camarera amable…

Disfruta, Caro. Yo estaré en un bolsillo de tu maleta, estaré ahí cuando alguna compañera de habitación te pida que le pongas la sombra de ojos y también estaré ahí cuando un chico pase la noche contigo, porque te preguntará sobre las cosas bonitas que hay en Roma y echarás un poco de menos esta ciudad del carajo, de la que no ves la hora de salir corriendo.

Vete. ¡De prisa! ¡Sin tristeza! Pero, dentro de un año, llega puntual. Yo te espero. En Al 19. Pediré dos creps con Nutella, o mejor tres, que quizás con el viaje de vuelta te haya entrado hambre. Y compartiremos también esa tercera crep, como siempre lo hemos compartido todo.

Te quiero, Caro, te quiero de verdad.

Alice

 

Hola, Alice:

¿Por qué haces esto? ¿Qué te pasa? Estás asustada, como si estuvieras luchando sola. No es fácil para ti, lo noto. Siento que te están pasando cosas que me escondes: las guardas en un cajón y tiras la llave.

La otra noche, en Giolitti, tenías la mirada de alguien que va caminando entre escombros. ¿Qué escombros son esos? ¿Qué se ha derrumbado, Alice? ¿Por qué ya no me cuentas nada, del colegio, de Giorgia, de Carla? ¿Quién se va a la Toscana? ¿Por qué hay tanto silencio cuando voy a tu casa?

No te avergüences de las equivocaciones de los demás. No has sido tú quien ha roto el jarrón. No es culpa tuya si alguien se va, no es culpa tuya si Giorgia es lo que es.

Si al menos me lo contaras. ¿Cuántos otros “si” hay? Pero tú nada; me escribes y estás contenta, te esfuerzas por estarlo.

No te hago preguntas, Alice. Entre nosotras siempre ha habido ese pacto: nada de preguntas, porque de todos modos, al final, nos lo acabamos contando todo. Esta vez tú no cuentas nada y yo no pregunto. No rompo el pacto. Pero estoy aquí. Tú grita, así también podré oírte de lejos.

Ostras, Alice, nosotras también seguimos siendo nosotras, incluso si la vida se nos pone en medio. Debes ser fuerte, aunque no lo seas. No permitas que nadie te pisotee el corazón.

Sigue adelante, sigue tu camino. Yo seguiré el mío. Nos encontraremos en algún cruce. Estoy segura de ello.

Adiós, pequeña.

Carolina

 

Alice.

No te preocupes, son tonterías. Es que me complico la vida. Tú piensa en preparar la maleta y en que no se te olvide nada. 

Es una mentira. Pero no quiero dejarle pensamientos incómodos. No le doy maletas pesadas. Quiero que se vaya ligera.

Las estrellas se pueden contar (versión lésbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora