El pasillo interminable

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* Escuchando una voz desde el fondo - ¡Ay por Dios! No se callan. ¡Ingrid! No, no me dejan hablar, ¡a mi! ¡El todopoderoso Narrador! - eco: rador...ador...dor..or- ¡Oh! Oh... Disculpadme - Narrador se aclara la garganta -

Bien, volviendo a nuestra historia: La poderosa y sensual Imizael, con movimientos de cadera, gestos agraciados y sensuales, guió a nuestro ruborizado y tímido enviado acorde al plan de la rakastán Sherezal. Avanzaron rápidamente gracias a la guía capaz y decidida que era nuestra joven cánida, a pesar de que nuestro querido emisario era un poco torpe y dubitativo por las nubes de tormenta que le nublaban el cielo de su mente. ¿Sería capaz de realmente mantener la compostura y negociar con seriedad sobreponiéndose al miedo? Él mismo no tenía ni idea. - Narrador gesticula con sus brazos burlescamente -

- Hagamos una cosa - ordenó Imi. ... Quiero decir, Imizael - Voy a asegurarme de que estos canallas cumplan con su palabra, estamos a mitad de camino ya. Tú vas a continuar solo, desarmado...

- ¿¡Q-qué!? ¿¡Quieres que vaya solo por estos pasillos infinitos sin posibilidad de defenderme!? ¡¿Y tú qué harás m-

- ¡Calla, imbécil! - le tapa la boca y se arrima a él presionándole contra la pared más cercana - Primero: no tengo más armas que un cuchillo a parte de mi fusil. Segundo: si te vieran armado quien correría peligro serías tú, no ellos. Tercero: yo estaré atravesando los conductos y pasillos "secretos" que hay por los techos, por delante de ti. Asegurandome que no haya ningún malnacido con ganas de matarte. Y cuarto: ¡si alguno se atreviera a posar su mano sobre mi princeso - le olfatea por un instante casi imperceptiblemente aún apegada a él - se quedará sin cola! -bajando el tono y soltándole la boca con una sutil caricia - Uhmm no me había dado cuenta de lo bien que olías - le aprieta la nalga un instante para animarle y regodearse - Venga, señorito emisario. Debemos darnos prisa, esto se está alargando, y normalmente estas aventuras no terminan bien fácilmente.

- Está bien, confío en ti. - Dijo algo sonrojado pero sinceramente más calmado. Curiosamente el flirteo y la autoridad de Imizael le habían sacado de aquella espiral viciosa de pensamientos dominantes de miedo y terror. De hecho, encontraba valentía en su corazón. - ¡Bueno, ya, Narr no hace falta dar tantas explicaciones! - Narrador se ríe ante la impaciencia de Ingrid, su secretaria.

Así como Imizael dijo, se subió a los fríos conductos de ventilación de la nave, siguiendo el laberinto en avanzadilla por el camino que debería recorrer después Rultán, que la seguía por el pasillo principal intentando percatarse de su presencia. Parece ser que todo iba acorde con el plan, que todos estaban cumpliendo su parte. Así que poco antes de llegar al puesto de mando Imizael se volvió a unir con el enviado.

- ¿Alguna novedad en tu dinámica? - preguntó él.

- No, nada de lo que deba informarte. Te veo más relajado, ¿qué, se te apareció ya la parca?

- ¿¡Pero qué demonios estás diciendo!? ¿Eso no me pondría más nervioso?

- ¡Hahaha! - riéndose a carcajada limpia con sus manos en su vientre por la risa - Ay... ¡ay!... ¡La cara que has puesto, ojalá la hubieras visto! - suspiraba relajándose un poco - Es un dicho que tenemos en mi tierra, quiere decir - se acerca juguetonamente a él volviendo a hacer uso de su charm - ¡que si has visto la muerte de frente y te has resignado al miedo que desprende esa mítica calavera! Es decir, ¿el bebecito ya nu tiene tanto miedito? - mofándose de él usando lenguaje infantilizado y rascándole bajo el mentón estrujando sus atributos entre sus brazos. Vuelve a reírse a lo que Rultán aparta de un golpe suave y decidido con el reverso de la mano y mira a otro lado suspirando.

- Sí, se podría decir que "se me apareció al parca". Pero te pido que no uses conmigo ese tonillo. Y si quieres seducirme, no es el mejor momento. Aunque debo admitir que eres muy hermosa, aunque estés llena de pelaje.

- ¡Hah! Gracias. Continuemos. Esto no será fácil. - Hacía una pausa a cada frase preparándose para volver a la acción - Por cierto, debo avisarte de un "rito" -señala las comillas con los dedos de ambas manos - común entre los mercenarios. Aunque no siempre, suelen intentar matar a los que hacen el intercambio después de haberlo hecho. Quizá esta vez sean inteligentes y nos dejen vivos, no sé, para secuestrarnos a todos y pedir así más dinero por nosotros tres... - divagando con cara expresiva - a fin de cuentas mi familia es de alta alcurnia y podrían solicitar un buen rescate por mí... Y la tuya creo que también tiene lo suyo. - suspira sacudiendo su cabeza - Como sea, esperemos que no termine así pues mi familia preferiría mi muerte a entregar dinero a estos depravados.

Después de estas elucubraciones y sentencias, se pusieron en marcha juntos atravesando el poco pasillo que les quedaba con Rultán pensativo. Parecía que estaba intentando idear un plan. Su gesto relajado, concentrado y las palabras que antes fueron confesadas hicieron que, por un latido de su corazón, Imizael se sintiera algo más blanda, algo más delicada, más femenina, más viva. Sentimiento que prontamente aniquiló con su máscara de acero, aquella forjada tras tantos años en una sociedad guerrera y fría. Sin embargo, su trato hacia Rultán sería de mayor respeto y de algo más de candor y menos sensualidad frívola, o eso creía ella. 

Vacío, oscuridad y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora