Traviesa y pícara

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Más allá de las estrellas que vemos con nuestros simples ojos. Más allá de la imaginación de cualquier hombre. Hay otras galaxias, otros planetas, otras vidas. Allí, a lo lejos, donde nuestras mentes se vuelven turbias y oscuras. Allí, en aquel mundo de dudosa existencia, una gran husky-mastín, castraxiana llamada Imizael. - Sí, nombre de ángel, pues era hermosa. Mas si ángel debía ser, de la muerte tendría que ser. - Reconocida en toda la galaxia por su estirpe, el clan Xilzalor. Era infalible y letal.

Nuestra coqueta y seductora protagonista estaba a punto de vivir otra de sus aventuras. Pues había señalado como diana una de las numerosas estaciones espaciales que había desperdigadas por la nada. Chatarra y desecho parecía, pero tal vez, solo tal vez, un gran premio, Imi - como me gustaría llamarla pero la lengua me cortaría - conseguiría.

Tras sus investigaciones vió que era una de las antiguas naves de aquellos que vivieron antes. De una de las más antiguas civilizaciones espaciales que existían en el conocimiento de la gente de ese cosmos. Y como todos sabemos, la tecnología de los antiguos, de aquellos que nos enseñaron, siempre será mejor que la nuestra, ¿verdad? O tal vez no, pero la cuestión es que valía mucho dinero.

Años transcurrieron sin que nadie encontrara una nave así y menos una de las estaciones más grandes de aquella civilización llamada << Los Antiguos >>.

- ¡Ah! ¡Qué misión más aburrida! Con lo que me gusta jugar con los peleles que surcan el universo creyéndose que son los amos de todo.. Ugh... - Dijo algo desesperada Imizael. - Bien, ya tengo los planos del escáner. La nave se está acercando - susurró mordiéndose su labio inferior - En fin, me llevaré tan solo mi F1 - lo miró, revisó todos sus mecanismos - dudo que me encuentre nada o a nadie. A fin de cuentas esto está en el culo del universo. Un sitio perfecto para recluirse cuando no soporte a nadie, ¡je!

Se colocó su equipamiento: un cartucho de balas; con cuarenta balas bastarán para una nave deshabitada. Un cuchillo que no solía usar, a fin de cuentas tenía su legendario sable anti mágico. Pero esta vez, ¿para qué? Sin embargo, había sido bien instruida, y no iba a ir desprotegida. Hasta un ejército podría ser derrumbado con sus manos, pero ¿para qué usar las manos cuando un cuello es tan fácil de partir con estas pequeñas y aparentemente débiles, mortíferas manos? Demasiado sencillo - pensó riéndose, sabiendo, pese a todo, que ante armas rápidas a distancias mejor no llevar una espada - ni siquiera una láser... Podría abrir un boquete fatal en la nave... Bueno ese apunte es mío, disculpad. Volviendo al tema. - Ya bien equipada, con su ropa ligera - a la imaginación prestaba mucha ayuda - picaruela y atractiva femme fatal, se dispuso a ultimar la unión entre las naves para comunicarlas físicamente entre ellas. Esta "loba" solitaria no quería ayuda de nadie, así que ella misma tenía que acoplarlas.

- ¡Pan comido! - Exclamó.

Entonces, con las naves empalmadas, su vertiginosa silueta se dispuso a entrar en la nave; lo cual hizo tranquilamente. Entró en ella. Sacó una linterna. Y, sencilla y despreocupadamente marchó. Caminante no hay camino, camino se hace al andar - Pensó ella algo extrañada - ¿De dónde narices sale eso? Pareciera de otro mundo - sacudió su cabeza pensativa... - Y ahora que lo pienso, ¿la estaría influyendo? Nah, un narrador no tiene ese poder... ¿No? En fin, disculpad, ¿por dónde íbamos?- Pues... Ella observaba a su rededor. Observando aquellas antiguas paredes, viendo lo vistosas y decoradas que estaban. Rastros de plantas, tierra, humedad... Estos "Antiguos" estaban algo zumbados. - Reflexionó sacudiendo la cabeza y suspirando y observó resplandecer una especie de letras que aunque incomprensibles parecían fáciles de leer. - ¿Cómo es posible? - Aunque no las entendía sabía cuál era el concepto que querían transmitir. Estos símbolos la dirigieron a un plano algo ruinoso pero que limpiándolo un poco con su saliva y el pelaje de su brazo podría descubrirse con sencillez. Inspeccionó y memorizó el plano. Rápidamente le llamó la atención un almacén que estaba bajo el puesto de mando, como todo el mundo sabe, el lugar más seguro y fortificado de cualquier nave. 

Vacío, oscuridad y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora