Ambos estaban en la cabaña, la puerta ya había sido cerrada y solo se encontraban ellos dos, siendo acompañados de la luz de las velas aromáticas, de las rosas y el sonido del mar. Ninguno decía nada, el mayor veía todo a detalle y el menor observaba a su senior, quería ver cada reacción que tuviera, quería que se familiarizara con el lugar y que se sintiera cómodo para hablar o verlo al menos.
No había prisa, no había presión, no había incomodidad, solo existía un ambiente lleno de amor, de tranquilidad, se podía sentir en la piel, en el corazón.
El mayor se detuvo en una ventana y pudo observar el mar golpear algunas rocas, el sonido que regalaba el mar era maravilloso, dormir con ese sonido le gustaba, sentir la brisa al asomarse, sentir el aire y el calor... Se sentía tranquilo, calmado, no había pensamiento alguno en su mente, nada malo, nada que le jugara en contra, y sentirse así le gustaba mucho, esa seguridad que estaba sintiendo en ese momento le inundaba el cuerpo.
―¿Cómo conseguiste esto? ― Hablo después de varios minutos en silencio.
―Indague... P'Arthit, ¿Te gusta?
Asintió, aun sin ver al menor. ― Es demasiado... ― Veía por la ventana, con el corazón dándole brincos, era demasiado para su pecho, sentía que iba a explotar. ― Gracias. ― Dijo al último, con un susurro.
Kongphob estaba parado, viendo a su senior recargado en una ventana y viendo al mar, con el cabello volándole un poco por el aire. Era la primera vez que veía de esa manera a su senior, tan pacifico, tan calmado, con una sonrisa cálida. Su corazón se estrujo al verlo de esa manera, quería ir y abrazarlo con fuerza, cuidarlo para que nada ni nadie lo lastimara.
―P'Arthit...
Kongphob hablo con voz tersa, acariciando los oídos de su mayor. El menor se acercó a Arthit, con cuidado de no asustarlo pues parecía estar inmerso viendo el mar. Sutilmente tomo la mano del mayor y la acaricio y solo con eso logro que Arthit por fin lo viera a los ojos. Ambos se vieron fijamente, siendo como imanes aquellos ojos pues se podían quedar así, viéndose por mucho tiempo, en silencio ya que las palabras sobraban cuando ese tipo de miradas se encontraban, con solo eso se decían todo, se transmitían todo.
En silencio, Kongphob guio a Arthit, con pasos pequeños, llegando así a la cama, donde se sentaron. El menor acaricio el rostro de su pareja y con suavidad paso la yema de sus dedos por las cejas, por la nariz, terminando en la comisura de aquellos dulces labios, pudiendo así probarlos finalmente.
Kongphob ansiaba tener esos labios junto a los suyos, había pasado quien sabe cuántas horas desde la última vez y ya lo necesitaba mucho, necesitaba sentir esa suavidad y esa calidez que solo le brindaba la boca de Arthit.
Ambos se besaban, con los ojos cerrados. Se besaban con ternura, con dulzura, compartían un suave beso, un beso sin prisas, donde sus lenguas se acariciaban y se abrazaban, reencontrándose, saludándose y haciendo una fiesta por sentirse de nuevo.
Durante ese beso se separaban por segundos para poder tomar un poco de aire y poco a poco fueron quedando acostados, siendo Arthit el que estaba totalmente con la espalda en la cama y Kongphob de costado, a un lado de él, robándole besos y caricias por el pecho.
―P'Arthit, puedes detenerme cuando quieras.
Dijo Kongphob de pronto con nervios, al llegar a pensar que Arthit podría sentirse incomodo en algún momento y lo menos que quería era eso, él podía esperar y solo abrazarlo durante toda la noche.
Al no ver respuesta del menor Kongphob tomo sus labios una vez más y se posiciono sobre él, pegando sus caderas y sintiendo sus crecientes erecciones. Esta vez los besos que se daban estaban siendo más fuertes, con más intensidad y necesidad. Era obvio que sus cuerpos se necesitaban y se pedían a gritos, ambos lo sentían por ese calor que los inundaba a cada minuto.
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Quédate 「ArthitKongphob- BL」
RomanceHistoria de los personajes Arthit ( Krist) Kongphob (Singto) de la serie: SOTUS: The series. Estos personajes no me pertenecen, son de su creadora PloyBitterSweet. Historia totalmente ficticia, ajena a cualquier realidad. - Arthit se da cuenta de r...