[1]

4.7K 284 142
                                    

La historia está siendo actualmente corregida, lo siento si les llega notificaciones en las próximas semanas por ello

········································································································

Se miró una última vez en el espejo. Al fin llegaba el comienzo de su último año. Pronto podría ir a la universidad, centrarse en su vida y olvidarse de todo. Dejaría atrás todos los comentarios que sus compañeros hacían. Haría una nueva vida, una que no estuviera llena de falsos rumores y mentiras. Una que no se viera controlada por sus compañeros de clases. Suspiró, solo un año más y todo terminaría.

Miró hacia sus manos encontrándose con el pintalabios rojo, su color. Sonrió y se llevó la barra a los labios, aplicándolo con cuidado. Era lo único que le importaba, que este se mantuviera correcto en sus labios, resaltándolos. Una vez terminó, miró su aburrido uniforme. Llevaba años vistiendo lo mismo cada día. Aflojó un poco la corbata negra y sonrió. Ese era su último año. Tenía que ser perfecto. Su última gran puesta en escena. Luego, el ansiado desenlace que la haría libre.

Salió de su habitación encontrándose de lleno con su hermano mayor, que parecía a punto de llamar a la puerta.

— ¿Se te perdió algo? —preguntó ella con desgana.

— Estabas tardando demasiado. Hoy te llevo yo —explicó él—. Mi moto está en la entrada, así que coge la chaqueta.

Ella rodó los ojos exageradamente, su hermano a veces era demasiado sobreprotector. Sin embargo, bajó las escaleras sin añadir nada más y tomó la chaqueta de cuero negra que descansaba en el perchero. Estaba ligeramente desgastada, pero no le importaba. Se compró esa chaqueta hacía un par de años, y desde entonces, era lo que siempre vestía a juego con sus botas negras de militar. Junto a su pintalabios rojo, eran sus marcas de identidad. Todo el mundo sabía quién era la chica que entraba vestida de cuero y con los labios rojos.

Y si no lo sabían, estaba segura de que no tardarían en enterarse de quién era ella.

— ¿Vamos? —preguntó.

— ¿No planeas desayunar?

— Nunca lo hago —respondió como si nada, mirando la pantalla de su teléfono para ver la hora—. ¿Piensas salir ya o te tengo que invitar a que me lleves?

Él bostezó en señal de aburrimiento. Odiaba esa actitud que su hermana llevaba teniendo esos últimos años. Había algo que no encajaba. Sin embargo, por más que le preguntaba a la menor, nunca conseguía que esta bajase las barreras que había creado. No conseguía llegar a aquella chica de ojos brillantes y sonrisa inocente que conocía. Echaba de menos a su hermana pequeña.

— Anda, vamos. No queremos que la perfecta Kim Soojin llegue tarde, ¿no? —preguntó irónicamente.

De hecho, puede que sus maneras de vestir no fueran el ideal, mucho menos lo era su actitud, pero Kim Soojin era, de hecho, una alumna ejemplar. Las mejores notas, una asistencia impecable. Algo que nadie deduciría de solo verla, pero tampoco era algo que le importase a nadie —al menos, no dentro del instituto—, ese no era el logro que borraría todo su pasado.





Cuando llegó al colegio, emprendió el camino hacia su casillero. Como todas las mañanas, esperaba encontrar allí a una de sus mejores amigas. Así que no pudo evitar ocultar su sonrisa al ver a una joven apoyada en su casillero. Su corto cabello estaba recogido en dos pequeñas trenzas azules, que dejaban ver a la perfección el trabajado maquillaje que la chica llevaba. A Soojin le dio pereza sólo pensar el tiempo que le habría tomado hacerlo aquella mañana.

bad, bad girl [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora