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Sus dedos se perdían entre las suaves hebras negras. Le encantaba hacerlo. Acariciaba su pelo, lo peinaba con tranquilidad. Se entretenía mientras escuchaba las conversaciones triviales de la película que estaban viendo. Le gustaba la calma que se respiraba en la habitación. Como si pudieran apagar el mundo cuando estaban juntas. Sonrió inconscientemente, disfrutando al máximo de la compañía de la contraria.

- Entonces, ¿has dormido bien? - le preguntó suavemente.

Era mediodía. Ambas habían aprovechado que los padres de Shuhua se encontraban fuera de la casa para disfrutar de un tiempo de calidad a solas. Sin embargo, Shuhua dormitaba entre sus brazos mientras fingía prestar atención a la película. A Soojin le hacía sonreír cada vez que los ojos contrarios se cerraban. Shuhua llevaba un rato tratando de no caer en los brazos de Morfeo. Aunque, también debía decir que estaba un poco preocupada por esto mismo.

Shuhua le había dicho que anoche no fue a la fiesta porque se había quedado dormida. Pero ahí estaba, cada pocos minutos dando una pequeña cabezada, como si no hubiera dormido en toda la noche. Soojin temía que la joven estuviera enferma y no le hubiera querido decir.

- Sí - confirmó ella -. No sé qué me pasa.

Bostezó nada más terminar la oración. Soojin pizó uno de los cachetes. Ella no había pasado la mejor noche. No había encontrado a Shuhua en la fiesta y había temido que le hubiera pasado algo de camino a la casa de Yves, donde se celebraba la fiesta.

No pudo dormir apenas en la noche por estar pendiente de su teléfono. Había estado a la espera de recibir un mensaje. Pero Shuhua se había quedado dormida.

- ¿Sabes? - llamó su atención - Yo no dormí bien la noche pasada. ¿Qué te parece si me acompañas en una pequeña siesta? - preguntó.

- ¿No es dormir siesta de flojos? - preguntó Shuhua. Aunque se moría de ganas por volver a conciliar el sueño.

- Nos podemos permitir ser flojas hoy, ¿no? - le susurró.

A Shuhua se le iluminaron los ojos mientras asentía. Soojin sonrió ampliamente, antes de acercarse a ella, como si la fuera a besar. Pero lo único que hizo fue frotar sus narices. Era un gesto adorable que acostumbraba a hacer con la gente que le importaba. Cuando era pequeña, su madre acostumbraba a hacérselo. Decía que era un gesto que denotaba amor de verdad, un fuerte cariño.

Había tenido siempre cuidado con la persona con la que lo hacía.

Shuhua sonrió. Se había esperado un beso, pero aquello la había sorprendido. Le había sacado una amplia sonrisa y es que, Soojin a veces era demasiado adorable. Casi como una niña pequeña. A Shuhua le parecía interesante esa personalidad tan inocente.

- Vamos a dormir entonces - habló Shuhua -. ¿Quieres un pijama?

Aunque no estaba segura si a Soojin le quedaría bien su ropa. A Shuhua le gustaba dormir con ropa pegada, sentirla como una segunda piel, que no le crease ningún tipo de arrugas. Soojin era mucho más voluptuosa que ella, sus cuerpos eran muy diferentes y temía que a su novia no le quedase su ropa. Además, sabía que Soojin era lo contrario a ella. Lo supo un día que fue a su casa y ella llevaba ropa que camuflaba completamente su cuerpo. Parecía que hubiera ido al armario de un gigante para vestirse.

Sonrió ante el recuerdo. Incluso con esas prendas, Soojin se había visto perfecta a sus ojos. Había algo en ella que la hacía destacar, sin importar qué llevase o cómo actuase. Tenía algo especial. Algo que incluso conseguía hacerla especial a ella.

Era una de las pocas personas que había conocido tan a fondo a la chica. Que había visto todo lo que el resto no ve, o no quiere ver.

- Estoy bien así - señaló Soojin.

bad, bad girl [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora