bad, bad girl [SooHua]

[31]

Cinco años después...

¿Cómo podían hacer diez años de haberse recibido en aquel instituto? Recordaba como si fuera ayer aquella fatídica graduación. Aunque ahora, las cosas habían cambiado. Todos ellos habían cambiado. Veintiocho años, no eran los mismos que dieciocho. Habían crecido. La vida había dado demasiadas vueltas. Había caminos que se habían separado para siempre, otros que se había unido incluso más. Suspiró. No podía creer que estuviera de nuevo frente aquellas puertas, viendo desde la distancia a sus antiguos compañeros entrar.

Una mano se coló entre la suya, entrelazando sus dedos en un gesto rápido y simple. La costumbre había perfeccionado aquel pequeño gesto. Observó unos segundos más aquel edificio antes de encarar a la persona con la que había decidido pasar el resto de su vida. Yves se había cortado el pelo recientemente y aún no se acostumbraba a verla con este por los hombros. Pero ella era perfecta. Siempre lo era. Agradecía que el destino hubiera decidido juntarlas una vez más, que le hubiera dado una oportunidad real.

- ¿Estás segura de que quieres hacer esto? - le preguntó preocupada.

Chuu asintió con una sonrisa, su cabello, actualmente negro, se sacudió al ritmo de su propio gesto. Escondiendo su rostro.

- ¿Y tú? No fui la única que lo pasó mal aquí... ¿Tienes miedo de que venga? - le preguntó.

- Nunca he dejado de tener miedo de que aparezca - susurró.

Tanto Chuu como Yves se habían reencontrado en una sesión de ayuda. En realidad, Chuu ni siquiera tenía planeado entrar, hacía mucho tiempo que había superado todo. O al menos, hacía mucho tiempo que había empezado a ser más fuerte. Pero hubo algo que la impulsó a entrar a esa reunión. Allí había muchas personas que habían pasado por situaciones de abuso o de acoso. Algunas eran mujeres mayores, otros eran adolescentes. Entre ellos, estaba Yves.

Al principio, no hablaron. Pero Chuu siguió frecuentando el lugar, haciéndose parte del grupo de reunión. Con el tiempo, ambas decidieron romper esa barrera. Hablar de nuevo, arreglar las cosas. Ninguna se había atrevido a ser sincera la una con la otra cuando debieron. Era un error que muchas tardes en una cafetería cerca del lugar de las reuniones arreglaron.

Se acercó a su novia, acarició su mejilla con su mano. Depositó un beso efímero, casi irreal, sobre los labios contrarias.

- Estaremos juntas, pase lo que pase, no te voy a abandonar - le susurró, intentando que se sintiera segura -. Hoy es el día en el que enfrentamos nuestro pasado. Lo vamos a hacer juntas, siendo más fuertes que nunca. ¿De acuerdo?

Yves asintió, sonriendo genuinamente. Con la pelinegra a su lado, no podía evitar sentirse la persona más poderosa del planeta. Chuu la hacía ser segura, la animaba a ser siempre la mejor versión de ella misma.

- ¿Vendrán tus amigas? - preguntó Yves - Me sentiría más segura si ellas estuvieran aquí.

- ¿No te caían mal? - la picó ella.

- Eso era antes - bufó -. Además, Soojin y Ryunjin dan miedo.

Fingió un escalofrío, como si su sola mención pudiera causar estragos en su cuerpo. Chuu solo se rió. Tenía razón. Tanto Soojin como Ryunjin se habían convertido en personas más bien serias y reservadas. Además, sus miradas. Había algo paralizante en ellas. Por suerte, ellas eran parte de su grupo. Por lo tanto, no sufrían aquellas miradas duras y heladas por parte de estas.

- ¡Chicas!

Ambas se giraron ante la exclamación. A lo lejos, llegaba una chica pelirroja, con cabello bastante corto. Tenía una sonrisa contagiosa, que las obligó a sonreír. Detrás de ella, venía otro joven pelirrojo y uno de cabellos negros, más alto que los dos anteriores. Chaewon había dejado de lado lo que había estudiado en Japón para convertirse en una modelo, y trabajar para una de las compañías de sus padres. Ellos les habían prometido a sus hijos dividir las empresas entre ellos en un futuro, cuando se fueran a retirar. Así que, por ahora, disfrutaban de la vida como modelos, siendo acompañados por su amigo de la infancia.