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Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras abrazaba a sus dos amigas. Había terminado, por fin. Habían sido fuertes. Lo habían conseguido. Sintió que la alegría crecía desde su estómago, causándole un cosquilleo. Ese último timbre les había dado acceso a la prometida libertad. A partir de ahora, eran libres. Saber aquello se sentía refrescante. Ya no habría más rumores, ya no habría más juegos.

- Pronto ni siquiera estaremos aquí - habló emocionada Chaewon.

Las otras dos asintieron. En realidad, les daba pensar que dejarían atrás Corea. Su casa, los pocos amigos que habían encontrado entre aquellas máscaras falsas que buscaban reírse de ellas, romperlas. Pero estarían juntas, iniciarían algo nuevo las tres. Podrían dejar atrás aquella personalidad ruda impuesta.

- Vamos, nos deben estar esperando.

Ryunjin fue la primera en separarse. Sabía que Chuu también debía estar en la puerta de aquel edificio. No quería que ningún incidente se repitiera. No quería que se quedase sola ante el peligro. Demasiado se estaba exponiendo yendo allí a esa hora. Pero tenía que hacerlo. A fin de cuenta, hoy irían a una casa ajena. Ninguna sabía llegar y necesitaban ser llevadas. Chuu no quería que nadie supiera acerca del lugar en el que llevaba viviendo desde que había intentado quitarse la vida. Para casi todos, ella solo decidió irse a estudiar al extranjero o decidió dejar sus estudios.

La verdad era que había podido llevarlos a distancia. Ni siquiera había cesado su matrícula en ese centro. El propio director sabiendo de la situación le había dado todas las facilidades. Incluso podía contactar con los profesores de las respectivas materias si tenían alguna pregunta.

Era lo mínimo que podían hacer por ella, al no haber sido capaces de protegerla.

- ¡Sí, corre! - exclamó Soojin, viendo como la peliazul salía rápidamente por la puerta - Esta niña - se quejó mientras se reía. Chaewon todavía abrazada a ella la imitaba.

- Seguro es por Chuu - murmuró ansiosa -. Hoy hablaremos finalmente con ella.

- Sí... después de tantos años.

Ambas se encontraban especialmente nerviosas. Hoy sería el reencuentro. No sabían cómo actuar o siquiera cómo las trataría Chuu. Recordaban su personalidad extravagante y brillante, pero no sabían si habría cambiado. Además... aunque ellas habían sabido que la chica no se había ido, como habían querido enmascarar sus padres. Seguía siendo difícil pensar en mantener una conversación con ella.

Soojin todavía podía sentir el tacto rasposo de aquella carta de despedida que Chuu le había dejado en la taquilla. Estaban enumeradas. Siempre se habían preguntado para quiénes serían los números pares que se encontraban entre los impares correspondiente a cada una de ellas.

- ¿Vamos? - preguntó Chaewon.

Su mano buscó la mano de la pelinegra. Ambas acostumbraban a hacer eso cuando estaban nerviosas o necesitaban fuerzas.

Una persona las observaba con una ceja alzada. Cabreada ante lo que veía. Ese día solo había ido a peor. No había dormido aquella noche pensando en si Soojin se iría con aquel chico de la moto. Sabía que él quería algo con ella, o quizás ya lo habían tenido. Rodó los ojos. Ahora encima las amigas se habían puesto extremadamente cariñosas.

Bueno, las amigas no. A Shuhua solo le molestaba el acercamiento de Chaewon a la pelinegra. No soportaba ver cómo se miraban, como si la contraria fueran lo más preciado de su mundo. Se suponía que esa clase de miradas no se las debían dar entre amigas.

Las vio salir de allí. No dudó en seguirlas.

En cuanto salieron, se encontraron con una imagen que no les gustó nada. Chuu se encontraba pegada a la espalda de Ryujin, como si se tratase de un escudo. Frente a la peliazul, estaba Eunwoo. El delegado de la clase b era un chico violento, todos lo sabían. Le gustaba agredir a la gente por diversión. Nadie nunca se atrevía a hacerle nada, o siquiera a denunciarlo. Eunwoo parecía tener control de todo lo que pasaba a su alrededor.

bad, bad girl [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora