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Para conocer bien un nuevo colegio, no debes conocer el lugar en sí. Lo más importante siempre es conocer a los alumnos que estudian allí. O al menos, eso era lo que Yanan les había dicho nada más sentarse en una de las mesas más céntricas de la cafetería —desde la cual podían ver a casi todos los estudiantes— para poder verlos a todos. Tal y como el profesor le había pedido, Yanan se estaba encargando de las nuevas alumnas, aquellas a las que todo el mundo miraba con inmensa curiosidad. Todos estaban al acecho de ver qué camino tomaban, con quiénes decidirían juntarse. Aquel instituto no era como los demás. Había una norma no escrita que circulaba en las mentes de todos los alumnos: Come o sé comido. Cada elección tenía un precio, cada alumno debía decidir qué tanto estaba dispuesto a pagar, hasta dónde se quería arriesgar, y hasta cuándo merecía la pena tensar la cuerda.

— Entonces, ¿todos nos miran a la espera de que nos unamos a un grupo? —preguntó Yiren dubitativa. No terminaba de entender aquel lugar. En China, ella había sido una alumna muy popular entre sus compañeros y se había conseguido llevar bien con todos ellos. Nadie nunca le había exigido que se juntase exclusivamente con ellos. Ella era la mejor representación de una mariposa social, de grupo en grupo, haciendo amigos con facilidad— ¿Y eso puede llevarnos a qué consecuencias?

Yanan despeinó su cabello sin reparo, no quería ser demasido implícito en lo que contaba ya que no quería crear rumores falsos, o siquiera participar de ellos. A él no le gustaba aquel instituto. De hecho, lo odiaba. Le asqueaba todo lo que había vito y presenciado allí, cómo los alumnos habían sido capaces de llevar a otros al borde del suicidio a causa de lo rumores, las bromas. La vida no era tomada en serio, era un simple juego. Todo parecía serlo. Por lo tanto, él no era partidario de esparcir los rumores por ahí. Sin embargo, ¿cómo podría explicarles a las chicas con qué grupos se debían juntar y a cuáles no?

Suspiró. Al principio, aquella tarea no le había parecido tan difícil. Solo tenía que explicarles la situación, advertirlas de lo que pasaba. Sin embargo, cada vez sentía un peso mayor sobre sus hombros, como si sobre sus propias palabras y decisiones se estuviera determinando el futuro de ambas. Se sentía como si sus vidas estuvieras en sus manos.

— Os voy a contar la historia de tres amigas —había empezado tal cual su mejor amigo, Kino, alguna vez había lo había hecho. A fin de cuentas, él era la razón por la cual él había conocido todos los secretos del instituto. Kino parecía saberlo todo, aunque eso era normal. Él había crecido siendo un testigo de todo lo que pasaba. La diferencia entre él y el resto, es que él no se había puesto ninguna venda, tampoco había justificado el comportamiento de sus compañeros—. Ellas eran un grupo muy solidificado, buenas notas y una gran inocencia. El blanco perfecto, ¿sabéis? Unas niñas ingenuas que no son conscientes aún de todo el mal que puede haber en la gente. Ellas llamaron la atención de las personas equivocadas. Destacaban demasiado, y eso era algo que no iba a pasar desapercibido por ninguno de los grupos. ¿Veis a esas chicas de allí? —señaló con la mirada a un grupo de chicas que quedaba a su izquierda. El grupo estaba compuesto por algunas seniors, acompañadas por algunas chicas de cursos menores. No era muy grande, pero era de las mesas con más integrantes. Ninguna de ellas hablaba mandarín, así que no se preocupaba por seguir con la conversación en el idioma—. Ese grupo es el más longevo de este lugar. Las estudiantes seniors van eligiendo a nuevas chicas para que ocupen su lugar cuando se vayan de la escuela. Hace un par de años, las integrantes nuevas son las mismas que hoy dirigen el grupo —explicó mejor—. Sin embargo, estas integrantes fueron la segunda opción de las seniors. Antes, ellas se habían fijado en un grupo de tres chicas. Las que mencioné al principio, las inteligentes e inocentes.

Yiren y Shuhua se mantuvieron mirándolo intrigadas. Él había seguido contando cómo aquel grupo de tres se habían negado a pertenecer a aquel grupo, y habían rechazado una y otra vez las propuestas que las mayores les hacían. Ellas habían preferido seguir juntándose con su año, antes de extender su círculo hacia los siguientes años. Querían conocer a sus compañeros, aquellos con los que compartirían clase durante los siguientes años antes que a personas que estaban a punto de graduarse. Ellas ni siquiera habían tenido la posibilidad de saber a quiénes estaban rechazando. Se habían mostrado completamente reacias hacia el único grupo al que no debían cabrear.

bad, bad girl [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora