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El día lectivo había terminado. El día lectivo había terminado. Como era costumbre, Soojin y sus amigas se quedaron sentadas en sus pupitres esperando a que sus compañeros recogieran sus cosas y salieran. Odiaban los descansos entre horas y la hora de la salida, así que siempre esperaban hasta que la clase se vaciase por completo para levantarse y salir. No eran demasiado fan de las aglomeraciones que se creaban en esos momentos del día. Sus compañeros eran brutos y ruidosos. Así que, cuando el ruido comenzó a disminuir, las tres dejaron sus asientos con tranquilidad, como si pudieran molestar a alguien.

Chaewon estaba pegada a la de labios rojos. La última clase había sido mortal para la de cabellos rubios, y había tenido que batallar para mantenerse despierta. Así que ahora, se encontraba somnolienta, a medio camino entre entre la vigilia y el sueño. Por su parte, Ryujin se mantenía pegada al teléfono, aunque de vez en cuando, le hacía alguna broma a Soojin acerca de la cosa que se le había pegado por el camino.

Estaban tan metidas en su mundo, tan acostumbradas a que sus compañeros salían tan rápido como podían de clase, que ninguna de ellas se había dado cuenta de que había una persona más en el aula, quien se había levantado nada más verlas ir hacia la puerta.

— ¡Oye! ¡Perdona! —exclamó, intentando llamar su atención.

Ryujin ni siquiera se molestó en levantar la mirada, como si aquello no fuera con ella. Suponía que la ignorarían sin más, así que siguió su camino. Chaewon tampoco pareció demasiado interesada. No conocía de nada a esa chica. Aunque para ser justos, Chaewon no conocía a demasiadas personas más allá de su propio grupo de amigas, el de su hermano y el grupo que siempre les había buscado hacer la vida imposible. No había nadie más que mereciera la pena conocer, nadie que pudiese despertar su interés.

La única que se detuvo fue Soojin. Tomó una respiración profunda antes de mirar a la chica, como si se estuviera preparando para afrontar un problema. No descartaba que se pudiera convertir en uno. Había sentido la mirada curiosa de la chica durante toda la última hora, aunque no esperaba que fuera a ser tan imprudente, no quería que se acercase a ellas. Confiaba en que, para ese momento, Yanan ya le hubiera explicado cómo funcionaban las cosas. Sin embargo, las acciones de la joven le daban a entender que no era así —o al menos, que no debía serlo—. Ella no sabía en lo que se estaba metiendo, no era consciente de los riesgos que estaba tomando solo con mirarlas tanto.

Los ojos de Soojin parecían taladrar a la joven, como si la estuviera poniendo a prueba. Shuhua tuvo que pelear consigo misma para mantenerse firme. Todo su cuerpo parecía pedirle que se alejase en ese momento, tal como su cerebro le llevaba indicando todo el día. Le había costado mucho trabajo armarse de valor para acercarse. Pero esa necesidad por conocerlas más, por saber todo aquello que se escondía debajo de los rumores era mayor. Ese grupo de chicas, sobre todo la de los labios rojos, le habían causado una gran impresión.

— Solo te lo voy a decir una vez —susurró Soojin lentamente. Shuhua no entendía bien el idioma y se maldijo por no haber esperado un poco más antes de acercarse. Estaba segura que no se enteraría de lo que la chica le dijera. Sobre todo cuando sus nervios parecían haber nublado por completo el pequeño conocimiento que tenía del idioma—. No te vuelvas a acercar a nosotras.

Tras esto, Soojin salió de la habitación en busca de sus amigas, dejando a una confusa chica todavía en el aula. Shuhua estaba tratando de entender lo que le había dicho, aunque tenía ciertas teorías creándose en su cabeza.




Casi todos los alumnos habían abandonado ya el lugar para cuando ellas salieron. Ese día habían tardado más de lo normal. Soojin había tenido algunos problemas con sus botas, siendo incapaz de ponérselas en los primeros intentos. Parecía como si estas hubieran encogido a lo largo del día —y Soojin esperaba que esta no fuera una de las tantas bromas, amaba sus botas—. Sin embargo, todo había quedado en una simple impresión. Una vez que se sentó en el suelo dispuesta a pelearse con las botas, estas entraron sin problema, acomodándose a sus pies como siempre.

bad, bad girl [SooHua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora