Era mi primer día de clase de aquel año. Con diferencia, era el año que más feliz estaba de empezar un nuevo curso. Aquellos últimos días fueron de los que mejor lo he pasado nunca. Lo único que me fastidiaba era que cinco días antes de la fiesta habían pasado con respectiva lentitud aunque estos últimos cinco días pasaron con una rapidez inexplicable y recordaba y recordaré siempre cada uno de los momentos que pasaron en esos días. Es curioso como el paso del tiempo puede ser tan distinto. Como cinco días pueden pasarse como cinco años o como unos segundos dependiendo de la manera en la que los pasas.Aquellos cinco días los pasé con Álvaro. Después de aquella fiesta nos fuimos a un descampado a ver las estrellas y nos empezamos a reír mientras las mirábamos. Me quedé dormida en su hombro. Más tarde me desperté mientras él me acariciaba el pelo. Me encantaba. Era como volver a mi infancia. El resto de los días fueron más de lo mismo pero cada día era como una caja de sorpresas, pero cualquiera que fuera la sorpresa sería buena, al menos aquellos 5 días.
El 1 de septiembre me llevó al cine. Por sorprendente que pueda parecer, no voy al cine desde los seis años. Vimos "Verónica". No me dijo de qué género era. Me di cuenta de que era de terror.
- No, no, no Álvaro. Yo me voy.
- Pero si estás a mi lado.
- Que no, que no.
Esta vez me agarró del brazo con dulzura y me suplicó que me quedase y que le costaron las entradas la paga de dos semanas. Como no, al final accedí. Aunque yo quisiera prestar atención a la peli, no podía. Ahora entendía el por qué Sofía siempre me decía que se veía todo menos la película. Mis ganas de mirarle a los ojos me podían. Para mí sorpresa, cuando le miré a los ojos, él ya me estaba mirando.
- Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos.
Me ruboricé. Me encantaba cuando dejaba su orgullo a un lado y hablaba con total sinceridad. Me tocaba a mí y le empecé a acariciar su característico pelo.
- Tu pelo tampoco está nada mal.
- Ya lo sé, pero gracias.
Ya estaba de nuevo, su orgullo. Me reí y le empujé hacia un lado.
- Oye, ¿nos vamos de aquí?
- No hay nada que me apetezca más.
Y nos fuimos fuera y me tiré a sus brazos. Quería gastar todas mis fuerzas en él. No tenía ganas de hacer otra cosa. Otra vez nos besamos pero esta vez con mayor pasión y felicidad. Pero sobretodo, un beso con ganas de él.
El 2 de septiembre me llevó a la ciudad. Fuimos en autobús y no pudo evitar dormirse sobre mi hombro. Se notaba el cansancio que llevaba sobre los hombros. Álvaro tenía problemas frecuentes con su padre. Su madre se fue cuando era muy pequeño y desde entonces, el padre no volvió a sonreír. No fue su culpa, pero su padre normalmente desahogaba sus penas con él y Álvaro se iba al descampado con una manta y trataba de conciliar el sueño sin mucho éxito. Le acaricié el pelo, no podía hacer mucho más. Durmió durante todo el viaje, pero en cuanto llegamos a nuestro destino, sólo tenía ojos para mí. Podía ser un gracioso y un orgulloso, pero tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Pasamos por lugares por los que había pasado una y mil veces, pero Álvaro me enseñó a ver las pequeñas cosas que tenía cada edificio. Las pequeñas cosas que solamente te podías fijar si mirabas más de cerca. Me enseñó que incluso las cosas grandes tenían pequeños detalles que, sin ellos, no podrían llegar a ser el edificio que mis ojos veían con tanto asombro. Hacía mucho calor, nos metimos en un parque cerca a pasar por los aspersores y empezamos a correr hasta que caímos rendidos y empapados en el césped.
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El pueblo
Mystery / ThrillerMaría, una chica de 18 años, vuelve al lugar de donde provenía donde guarda antiguos amigos, secretos, mentiras...