31 DE OCTUBRE DE 2019

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Pasó un mes y Álvaro no venía a clase. Como no, le conté a Sofía todas mis preocupaciones, las cuales, me quitaron un peso de encima al saber que tenía otra persona que me ayudara a llevarlos. Sofía las aceptó todas, lo cual, me alegró. Aceptó a Pablo. Aceptó mi preocupación por Álvaro y, sobretodo, aceptaba que no se lo dijera a Pablo. Fue en ese momento que comprendió por qué la necesitaba. Necesitaba a alguien que supiese todo por lo que pasé hace dos años, a alguien que le pudiera contar sus preocupaciones sin ser juzgada lo más mínimo, alguien como ella.

Traté de volver a la normalidad, así que, volví a hablar con Carlos, David y Carla. Me alegraba en parte volver a hablar con ellos e ir a las fiestas después de clase que hacían en el descampado, en las que, normalmente, yo me apartaba de la fiesta junto con Carlos, que era el más responsable de todos. Pero, tan pronto como perdoné a Sofía, supe el vacío que sentía sin mí porque era lo que sentía con la desaparición de Álvaro.

Esos días también dejé de ver a Pablo tan a menudo. Pablo me llenaba de alguna manera,  pero nunca me llenaría lo suficiente, porque necesitaba a alguien que supiera por lo que pasé y sabía que, a Pablo, no se lo podría contar. Y cada vez que le veía tenía que inventarme una excusa que causara mi tristeza, pero nunca era cierta, por eso, era tan complicado verle y tener que contarle una mentira tras otra e ir tragando la sensación de culpa que me llenaba cada vez que le decía una mentira. Pero, aún así, nos seguíamos viendo y cuando le veía la tristeza se esfumaba porque ya tenía con quien tratarla y así el tiempo que pasamos juntos, tanto él como yo, nos sentíamos plenos y, tanto él como yo, nos sentíamos plenos.

En cuanto al resto de los componentes del grupo, David y Carla estaban bastante felices. Lo que no podía entender, era cómo podían sentirse plenos tras todos los acontecimientos en el año pasado. Nunca lo llegué a comprender, pero daba gusto verles tan complementadnos y felices él uno con el otro. Carlos, seguía soltero, pero eso no lo impedía pasárselo bien. Él sabía mirar los pequeños detalles con detenimiento y saber cuales le cambiaría la vida y cuáles eran solamente insignificantes. Siempre decíamos que tenía un don. Carlos era la persona más solitaria del grupo. Le gustaba estar la mayoría del tiempo sólo y nosotros lo aprendimos a respetar hace tiempo. En cuanto a Sofía, la vi plena otra vez desde que nos perdonamos. Fue como si en ese abrazo le hubiese metido un chute de adrenalina.

Sofía me había ayudado a descubrir dónde estaba. Era como si la faz de la tierra se lo hubiese tragado. No vivía en un sitio fijo y, al haber estado tan tiempo sin los amigos de siempre, sería muy difícil dar con él. Tal vez, un año después, los policías se hubiesen enterado del asesinato que, tanto tiempo atrás, se había cometido.

Preguntamos a los nuevos "amigos" que tenía, los cuales, nos dimos cuenta enseguida de que tan siquiera se preocupaban por él y no tenían la más remota idea de cómo era ni lo que le gustaba hacer. Sin embargo, nos dieron un nuevo dato. Álvaro iba y venía siempre y, normalmente, a la semana con ellos se iba 3 veces. Pero lo importante que confesaron fue que dormía en su antigua casa.

Así que un día antes de Halloween, nos acercamos a esta y llamamos al timbre. Llamamos una y otra vez, pero no hubo respuesta. Menos mal que Sofía estaba allí, sabía forjar candados o cerraduras. Su madre la obligó a ir a un curso de supervivencia por seis se daba el caso de que necesitara expresamente alguna de las cosas que allí había aprendido. Entramos y nos sorprendimos porque los nuevos amigos de Álvaro nos contaron la verdad. Tal vez estaban más preocupados de lo que Sofía y yo nos pensábamos. La casa estaba limpia y parecía estar en buenas condiciones. Efectivamente, la casa olía a Álvaro. No había polvo del que nos pudiéramos quejar. Mientras observaba maravillas de aquella casa, reflexionaba y pensé que, tal vez David estaba en lo cierto. A lo mejor, Álvaro había cambiado más de lo que pensaba. Y por primera vez desde hace mucho tiempo, deseaba ver los cambios que surgían en Álvaro.

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