30 DE NOVIEMBRE DE 2019

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La emoción de haber encontrado una pista inundó el coche de felicidad y de una cuerda de la cual poder tirar sin saber hacia dónde nos llevaría. Tendríamos que aguantar nuestras preguntas y deducciones para luego. La emoción que inundaba a Carlos tras haber pasado por detrás de los coches de policía sin ser visto todavía lo tenía en una nube. Tenía los ojos en la carretera, pero la cabeza en el cielo.

Nos hizo gracia su reacción a aquel suceso y, en cuanto volvió de su ensimismamiento, a él también. Nos fuimos deslizando por la carretera de la oscuridad hasta vislumbrar unas farolas que nos devolverían a la carretera principal, esta, adornada de miles de haces de luz que creaban un camino seguro y luminoso.

Tras llevarme a casa, me encerré en mi cuarto pensando en las posibilidades que tenía aquella desaparición de zapatos Nike. No tenía ningún sentido. Si había desaparecido gracias a un individuo (es decir, que se tratara de una desaparición forzada), no tenía sentido que hubiera dejado libre a Álvaro para coger su más preciada pertenencia y volver a tenerlo entre sus manos antes de que saliera, eso no tenía sentido. Tal vez, la explicación se encontraba en que el individuo podría haberlo hecho con tal de crear la ilusión de que se encontraba desaparecido, siendo esa su intención.

Siguiendo aquella línea, Álvaro era, en aquellos momentos, la marioneta de aquel hombre. Dependía completamente de él. Si el individuo no quería que Álvaro comiera, se quedaba sin comer. Si quisiera fingir un suicidio, también lo podría hacer porque él estaba a su completa merced. Teníamos que encontrarlo lo antes posible.

Aunque aquella era nuestra intención, pasaron cinco días sin tener la oportunidad de obtener más pistas. La policía estuvo en la casa todos los días investigando el culpable de lo que parecía un caso imposible de resolver según todo el pueblo. Tampoco podíamos acercarnos porque éramos el centro de mira al haber sido encontradas todas nuestras huellas dactilares por la casa y todo se basaba en nuestra palabra contra la suya sin excepción.

Cinco días fueron los que pasaron en los que sólo crecía una insaciable hambre por entrar en aquella casa. Era lo único en lo que pensábamos, noche y día. Si hablábamos de algo era del siguiente día que entraríamos en la casa o de las posibles opciones acerca de la desaparición de aquellas zapatillas, lo cual, siempre nos llevaba a un callejón sin salida.

La necesidad de entrar en aquella casa se apoderó innegablemente de mi mente. No sólo el poder recuperar al que fue, es y será una persona muy importante en mi vida, sino también por el misterio y la intriga. Estos se volvieron una adicción que nunca llegaba a satisfacerse. Siempre quería más y más información, aún no consiguiendo nada.

Poco a poco, esa adicción quedaría satisfecha porque pasó demasiado tiempo sin conseguir otra prueba y en vez de conseguir más pruebas, lo único que conseguíamos era más preguntas y más incertidumbre que nos llevaba sin remedio alguno al principio. Era un ciclo del que no conseguíamos salir. Ni yo ni mis amigos.

En cuanto a los sospechosos, no teníamos idea alguna de quién podría ser. Al principio, pensamos en la posibilidad de que hubiesen sido los que se supone que eran sus amigos en el tiempo que desapareció, pero la descartamos en cuanto supimos que ellos no sabían tan siquiera que había desaparecido. Además, su actitud y personalidad no varió lo más mínimo. Por lo cual, seguramente no tenían ni idea acerca de sus gustos y mucho menos sobre sus deportivas Nike.

A parte de ellos, no pensamos en nadie más. Cada minuto que pasábamos sin averiguar nada, nos dábamos cuenta de que no lo conocíamos tanto como creíamos. Era como si estuviera dentro de una caja fuerte y sólo podíamos saber que número era dentro de las miles que había en el banco, pero aún así nunca conseguiríamos la clave del candado para saber qué hay dentro.

Aún así, nunca nos rendimos. Siempre tratábamos de buscar un camino que seguir, Pero había tantos que era difícil saber cual debíamos seguir y cual no tendría salida. Ya pasaron cinco días desde nuestro intento de conseguir pruebas en aquella casa y estábamos deseando volver allí. Sólo éramos niños jugando con fuego sin saber cuales serían sus consecuencia: quemarnos.

No pensaba en otra cosa; sin embargo, supe que debía tratar de alejarme de todo aquello aunque fuera por un instante. Así que, cogí mi abrigo y empecé a caminar y a caminar. El aire me acariciaba la cara dejando como consecuencia un color rosado en mi nariz. Mientras paseaba, miraba hacia detrás pensando en si era seguro seguir investigando.

Nunca me lo había planteado. Éramos niños curiosos que buscaban algo con desesperación de que fuese algo de lo que extraer misterio. A saber si esa era la intención de aquella persona que hizo desaparecer a mi abuelo, Álvaro y a Antonio. No quería que por nuestra insensatez estos dos últimos acabasen como mi abuelo.

Fue un golpe duro contra la realidad. Pero necesario para darme cuenta de que necesitaba hablarlo con mis compañeros. Aquel choque con la realidad seguramente me hubiera evitado entrar en el juego del asesino, siendo alguno de nosotros su propia marioneta. Dejándonos nuestras propias migas de pan para acabar en su red. No me gustaba la idea pero sabía que debía hacerlo entender a mis amigos.

No hizo falta porque, en cuanto me dirigí hacia la casa de Sofía, me llegó un mensaje en el que decía el lugar en el que volveríamos a quedar. Con la nariz ya de un color más rojo, me dirigí hacia la segunda casa de Sofía, ese lugar donde vi por primera vez tras un año a Álvaro. En ese momento me di cuenta de lo mucho que lo había querido.

No pude evitar dibujar una sonrisa al divisar en la lejanía la casa en la que lo conocí. En recordar todos los momentos vividos, no sólo con Álvaro, sino con todos los que en algún momento me llegaron a importar tanto como para dibujar una sonrisa en mis labios.

Cuando me aproximé a la casa lo suficiente para abrir la puerta, podía ver por la ventana sucia las caras emocionadas de mis amigos. No me hacía gracia que tuviera que extraerlos yo esa felicidad y emoción que era obvio que tenían. Cuando llamé a la puerta y me abrieron, supe que no había vuelta atrás.

- Hola chicos...

- ¡María! Ven, tenemos unas cuantas ideas para entrar en la casa.

Mordiéndome el labio, les dije a la conclusión a la que había llegado sin dejarlos continuar. Cuando hube recibido toda su atención y derramado las palabras que, aún mordiéndome el labio, no llegué a aguantar en mi interior, vi lo que más temía: su mirada ya no tenía ilusión y su mirada se volvió gris como el día que estábamos viviendo. Era la mirada de la realidad. Era hora de poner los pies sobre la tierra y saber a las consecuencias a las que estábamos sometidos.

Para mi sorpresa, el gris de su mirada no se acercaba cada vez más al negro, sino que poco a poco fue recuperando el color que antes tenía. Supe enseguida a lo que eso conllevaba, no querían abandonarlo. Entonces una sonrisa de alivio y de felicidad se apoderó del rostro de todos.

Me dijeron sus planes y, tras pensar deliberadamente, accedí. Tal vez una venda en los ojos nos impedía ver la situación con claridad. Sin embargo, nos sentíamos en la cima del mundo. Entonces, me contaron los planes para entrar en la casa. Cada uno era diferente pero realista y fácil de realizar. Es increíble Lolas alas de imaginación que otorga la fuerza de voluntad. Podría mentir y decir que la voluntad de encontrar a Álvaro era lo que nos impulsaba a seguir. Sin embargo, fue la adicción de la que hablaba la que nos ayudó a continuar.

Continuamos con convicción de que conseguiríamos entrar en la casa sin contar con lo que estaba a punto de pasar.

Se escuchó un leve ruido. Lo suficientemente leve para que el agudo oído de Sofía lo escuchara. Al realizar un simple gesto, todo el grupo se calló y nos lanzamos hacia el ruido con Sofía y yo a la cabeza. Era alguien sin duda. Tras doblar la esquina de la habitación, vimos una imagen que no esperábamos ver. Era la silueta de Pablo. Sofía soltó una carcajada.

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⏰ Última actualización: May 05, 2021 ⏰

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