Capitulo 5

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Con la llegada de la luz del día a la ciudad parisina, Usagi se preparaba junto con Ruisu para visitar a su nueva amiga Marinette e investigar más sobre la heroína de traje rojo y motas negras, Ladybug.

Tras salir de su hogar y en su trayecto hacia el establecimiento donde conocieron a la chica azabache, la chica de odangos notó no muy lejos a cierta chica francesa salir con prisa de su hogar, dirigiéndose a lo que probablemente era su escuela. A pesar de vivir frente a ella, era más que probable que llegar tarde a clase fuera algo recurrente para ambas chicas, algo que ambas tenían en común.

—Bueno, ¿cuál es el plan? —bromeó con cierta ironía el castaño, presintiendo lo que la rubia estaba por hacer.

—¡Pluma lunar, transformación! —exclamó Usagi tras haberse ocultado en un callejón cercano para utilizar aquel artefacto mágico, el cual, por sorpresa, solo le otorgó una mochila con algunos objetos escolares—. ¡Listo, continuemos! —agregó la ojiazul con determinación al seguir a la chica parisina hasta las instalaciones del Instituto Françoise Dupont.

Tras entrar en la escuela, Usagi divisó a la chica parisina dirigirse rápidamente a su correspondiente aula de clases. Ella estaba decidida a entrar en esa misma clase con tal de lograr su objetivo.

—Bueno, me mantendré alerta, estaré "vigilando en las sombras" —exclamó con cierto tono de ironía el chico castaño al posicionarse en una de las bancas que daban a la aula a la que su protegida se dirigía.

Apresurándose a su encuentro, la portadora del cristal de plata alcanzó a la azabache en el marco de la puerta, justo antes de entrar al aula.

—Por fin te alcancé, por poco y no llegamos a clases —exclamó la rubia exhausta después de una carrera agotadora al subir las escaleras para llegar hasta allí.

—¿U-Usagi? ¿Qué haces aquí? —preguntó Marinette, sorprendida por la presencia de la chica rubia, mientras aún se apoyaba en la puerta para entrar a la clase.

—Bueno... es una larga historia, yo... —respondió Usagi, haciendo lo mismo que la chica de cabello azabache, abriendo la puerta y dejando claro lo tarde que había llegado Marinette a clase.

—¡¿Marinette Dupain-Cheng, llegas tarde otra vez?! —reprendió la profesora Bustier a su alumna ojiazul.

—Eh, señorita Bustier, lamento hacer que Marinette llegara tarde. Soy nueva en esta escuela, y ella se ofreció a ayudarme... resulta que íbamos en la misma clase —mencionó Usagi improvisando aquella excusa.

—¿Eres la nueva estudiante que viene del extranjero? —preguntó la profesora de cabellos rojizos.

—¡Eh, claro, así es! —respondió la rubia rápidamente al suplantar a la verdadera estudiante.

—En ese caso, ambas pueden pasar. Hiciste lo correcto en ayudar a la chica nueva, Marinette —agregó la maestra de ojos esmeralda al pasar por alto lo sucedido anteriormente.

—Gracias por la ayuda —susurró la azabache, agradecida por las acciones de la chica de odangos.

—No hay de qué, no eres la única con este tipo de problemas —añadió Usagi con una ligera sonrisa, apoyando a alguien que vivía una situación escolar similar a la suya.

Mientras la rubia de largas coletas conocía más sobre su nueva amiga y las personas que la rodeaban, Ruisu se mantenía alerta en todo momento, intentando ocultar su vigilancia con toda clase de acciones improvisadas, ya fuera la lectura de un libro o disimular ligeramente mientras miraba la hora. El ojiazul cumplía su papel como guardián.

Ya fuera por suerte o habilidad para pasar inadvertido en el instituto, Ruisu no era algo que cierta chica de cabello corto pudiera ocultarse en su presencia, más aún durante las lecciones de esgrima.

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