Soledad, eso es lo que hay en estas cuatro paredes.
Salir, correr, ordenar, es lo único que hago. Una rutina, monótona.
Pero eso cambió cuando te encontré, frente al muro, desnuda, sola, hambrienta y tan mía.
Joder, cuando te ví, solo quería llevar...
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Había compartido ya muchas cosas con ella, desde parte de mi pasado, la comida, la ducha, la cama y hasta el sueño.
El plan original había sido que primero se enamorara de mí, pero por alguna razón la carrera contra el tiempo la perdí yo, puedes planear todo pero nada garantiza que salga tal cual pasó en tu mente.
Y así era lo que sucedía actualmente, Yelin pasó de ser una extraña y desconocida, a estar completamente bajo mi piel, llenarme de su carisma, el calor que emana su espíritu, la pureza de sus pensamientos.
Era consciente que yo no la había tratado de igual manera, creo que vendría a ser el malo en su historia, bueno tal vez no tanto así, al menos yo no le quería fuera del mapa.
Aún me giraba en la mente ¿Quién diablos es su enemigo? ¿Qué había pasado esas tres semanas que se le borraron de la cabeza? ¿Habría vivido algún hecho traumático y su cerebro decidió borrarlo por protección?
Tengo la sensación sé que no soy el único que la va a mantener bajo llave, tengo la sensación de que más bien soy el segundo en usar esta técnica pero lógicamente con fines distintos, me pregunto si esa persona ¿La habría querido sólo desaparecer?¿ La quería con vida? ¿Muerta tal vez? Tenía una gran incógnita, y no era para menos, ya no me importaba saber cómo había llegado a mi casa, lo importante es que había llegado. Aquél día habíamos estado todo el tiempo juntos en la cama, sacando de una vez por fin a ganas.
No recuerdo que me llevó a despertar, no entendía nada, hasta que comencé a tener noción de todo. Mi erección no había bajado, seguía dura y clavada contra tu cadera, tenía un brazo bajo tu cuerpo, aferrado a tu cintura y mi otra mano estaba en tu entrepierna, más bien con la punta de mis dedos casi adentro. ¡Diablos! ¡Te estaba tocando dormido! Me retiré rápidamente, no sabía que cara poner. Echaste a reír contagiándome a mí.
— ¿Qué tal has dormido? — pregunté abrazándome a tu cintura.
— Espectacular, solo que un hombre muy atractivo se ha puesto a tocarme mientras estábamos dormidos y me despertó — dijo con una sonrisa, me incline tomando sus labios en un beso, simple y suave.
— Que hombre más atrevido — bromeé regalándote besos en tu mejilla.
— Lo peor de todo es que él seguía dormido— me siguió el juego y ella me besó de la misma forma. Mi mirada cayó en la cicatriz que me había llamado la atención.
— ¿Qué sucedió en tu brazo? - pregunté, llevé mi dedo acariciando aquella zona.
— Una suerte...entraron a robar en la librería y me dispararon, me tiré al suelo y la bala rozó mi brazo — fruncí el ceño, no podía creer que me contarás aquella sin una pizca de miedo o susto, o incluso, no sé una mueca al recordar aquello. No, por el contrario, fue como si contaras que alguien te tiro un libro al pecho y no una bala.
