Capítulo 35: Último

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Corrí inmediatamente antes que cayeras, ya te había visto estar realmente mal, tu expresión, el color de tu piel, habían sido un recordatorio constante de que el tiempo se agotaba

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Corrí inmediatamente antes que cayeras, ya te había visto estar realmente mal, tu expresión, el color de tu piel, habían sido un recordatorio constante de que el tiempo se agotaba.

— Un médico — pediste apenas en un susurro inaudible, tus manos se enroscaron en mi cuello, apenas podía verte la cara.  Quería ver tus ojos. La preocupación estaba en el nivel cien, no entendía qué sucedía, le eché una mirada a mi hermana, fue fugaz, lo suficiente como para estar seguro de que está vez si estaba muerta. Un vistazo rápido a sus manos me hizo saber que no tenía nada con que pudiera haberte hecho daño.

— ¿Qué sucede? — murmuré en nuestra pequeña burbuja, sosteniéndote con mis brazos alrededor de tu cintura. Se te veía tan débil.

— Duele, mucho — fue un susurro agitado, de pronto sentí como el arma de tus manos caí y como tú cuerpo se volvía flojo músculo por músculo. Escuché unas pisadas a mis espaldas, alguien venía.

— Cazadora... ¡La camilla con urgencia! — alguien gritó, su voz se escuchó joven y asustada. Por la vista periférica vi que se trataba de un uniformado pero no le vi el rostro.

Como pude te cargué en brazos, allí fue cuando la realidad golpeó mi cara con toda fuerza, estabas empapada en sangre, aquél pantalón se teñía poco a poco de color carmesí. Giré sobre mis talones  y bajé la colina casi corriendo, esquivando árboles, ramas en el suelo, un oficial joven que ya había visto en unos de los interrogatorios me pisaba los talones, cada tanto ase le adelantaba abriendo camino con algunas ramas en los árboles.

— ¿Qué sientes? — lo escuché preguntar, le eché una mirada y lo vi claramente preocupado — ¡No aguantes el dolor! Si quieres gritar, grita — sonó a desesperado, bajé la mirada un poco más asustado de lo que quería admitir.

— Bae si gritando me calmara ya lo hubiera hecho — explicaste tan bajo que el tal Bae y yo compartimos una mirada de alarma — él es inocente — me señalaste. Bae asintió rápidamente con la cabeza mientras miraba el camino y tú cara. Mi mano, la que sujetaba tus piernas la sentía humedad, miré y la encontré con sangre, alcé la vista y Bae me observó con alarma.

— Tenemos la grabación de la llamada, prácticamente confesó todo — respondió él intentando llevar la atención a otro lado.

— ¿Y el comandante? — pregunté al no verlo por ningún lado, curiosamente él había sido mi esperanza al final del camino.

— Le dieron la baja por solicitar ayuda criminal — ¡Cierto! Fue en el mismo juicio cuando ocurrió aquello, aunque estaba suspendido, se ve que al realizar una investigación terminó por que sea un retiro definitivo. Me quedé en silencio procesando lo que se venía, estaba a punto de preguntar quién estaba a cargo pero un hombre vestido de celeste corrió hacia mí.

— ¿Qué le sucede? — le pregunté al paramédico que me salió al encuentro. Dos hombres venían sujetando una camilla, con sumo cuidado te dejé allí. Estaba preocupado, realmente asustado. Tu mano sujetó la mía y entendí que éramos dos los asustados, la fuerza que ejercías en mí poco a poco se debilitaba al igual que tus ojos cerrándose — No te duermas — aquello sonó como una amenaza que logró sacarte una sonrisa somnolienta.

Bajo Llave | Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora